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Dad.

Nueve horas fueron las que estuvimos en el avión. Nueve horas. Miré el reloj de mi celular, las once de la mañana. Le pedí a Harry de favor que llevara mi maleta a mi departamento de favor para ir directamente a la casa de Emily. Era hora, vería a mi hija, la tendría en brazos.

El taxi tardó cuarenta minutos en llegar a la dirección. Pagué y salí del vehículo antes de que éste se perdiera entre la calle Saint Vicent. Miré la casa, no era tan grande, pero tampoco podría decir que era pequeña. Tenía un patio con pasto verde y la casa de ladrillo era hermosa. Sin algún otro impedimento, toqué el timbre.

Una señora de aproximadamente cuarenta años abrió la puerta sonriente, su cabellera era castaña y tenía algo de parecido con Emily. Decidí comenzar a hablar y no quedarme callado.

- Buenas tardes -dije sonriente.

- Hola, buenas tardes ¿gustas pasar? Llamaré a Emily en unos segundos.

- Me encantaría pasar, pero no busco precisamente a Emily.

- ¿Quién es él mamá? -pregunta la rubia dándole un vistazo, al verme se queda paralizada- Niall...

Su madre me mira con una cara de tristeza reflejada en su rostro, lo puedo notar, ella sabe por qué estoy aquí.

- ¿Vienes por Juliet? -dijo con un hilo de voz la señora, yo sólo me limité a asentir- Pasa Niall, adelante.

Formulé un gracias y pasé a la vivienda, era hermosa, no le podría dar nada así a Juliet por el momento. Tendría que buscar un mejor trabajo si quería que ella estuviera bien. Me senté en el sillón ya que Emily me indico por señas que lo hiciera.

- Nos enteramos de lo que le pasó a Lucy -comenzó a hablar la rubia-, lo sentimos mucho.

- De hecho acabo de llegar de Mullingar, el lugar de donde ambos somos debido al funeral.

- Sé que puedo llegar a ser grosera pero necesitamos hablar de Juliet -menciona la castaña con una sonrisa a medias.

- Ustedes la pueden visitar cuando ustedes quieran -interrumpo algo dolido-, pero por favor, ahora que sé que tengo una hija me quiero hacer cargo de ella.

La señora suspira y con los ojos cristalizados me mira. Sé que a ella le duele todo esto, pero a mí también me duele y lo único que quiero es verla y tenerla en brazos.

- Ella sabe que es adoptada, aunque no sabe toda la verdad. Tiene dos años con nosotros y te puedo decir que es un encanto. Puedes ir a verla, su habitación es la primera puerta a la derecha subiendo las escaleras. Corre.

Sin dudarlo ni un segundo, me levanto con dirección al lugar indicado. Me encuentro frente a su puerta cerrada. Siento como mi estómago se revuelve y me tiemblan las manos y las piernas. Mi cerebro me pide a gritos salir corriendo de ahí. Hago de lado todo lo que ocurre y giro de la perilla para después a abrir la puerta.

Alzo la mirada y ahí está. Su cabellera castaña, su piel blanca como la nieve y sus facciones tan delicadas. Por un momento siento que vuelvo a ser el niño que vio por primera vez a Lucy Worminson. Es ella.

La pequeña se da cuenta de mi presencia y me mira intrigada. Es idéntica a Lucy, en lo único que nos parecemos es que ambos tenemos ojos azules como el cielo.

- ¿Eres el novio de mi hermana?

Su voz es tan fina y delicada como ella. Las lágrimas brotan sin querer, ella es mi hija.

- ¿Por qué lloras? -pregunta acercándose a mí para después abrazarme- ¿Estás triste porque no encuentras a mi hermana?

- No pequeña -digo con un nudo en la garganta y me siento en el piso para tratar de estar a su altura-. ¿Cómo te llamas?

new york city; nh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora