Real

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3 meses después de que Peeta y yo nos reconciliamos pasamos mucho tiempo juntos, sus besos y abrazamos estaba para mí siempre. Y poco a poco aprendemos a mantenernos ocupados. Peeta hornea, yo cazo, Haymitch bebe hasta que se queda sin licor y luego cría ganzos hasta que llega el próximo tren. No estamos solos, unos cientos pocos regresaron porque sea lo que sea que haya pasado, este es nuestro hoga

Comenzamos un libro, para poner cada recuerdo en él y plasmar todo eso que no le puedes confiar a la memoria. Las páginas comienzan con la imagen de la persona, una fotografía si podemos encontrarla. Si no, un bosquejo o pintura de Peeta. Luego, en mi escritura más cuidadosa, vienen todos los detalles que sería un crimen olvidar. Lady lamiendo la mejilla de Prim. La risa de mi padre. El padre de Peeta con las galletas. El color de los ojos de Finnick. Lo que Cinna podía hacer con un trozo de seda. Boggs reprogramando el Holo. Rue suspendida en sus dedos, los brazos ligeramente extendidos, como un pájaro a punto de volar. Uno tras otro. Sellamos las páginas con agua salada y prometemos vivir correctamente para darle valor a sus muertes. Haymitch finalmente se nos une, contribuyendo con veintitrés años de tributos que él fue forzado a guiar. Las adiciones disminuyen. Los viejos recuerdos emergen. Una primrose tardía preservada en las páginas. Pequeños trozos de felicidad, como la foto del hijo recién nacido de Finnick y Annie.

Peeta y yo nos teníamos el uno al otro y no podía pedir por nada más.

Esta mañana me sentía mucho más cerca de encontrar quien soy en realidad, más yo misma. Y más feliz, era la sonrisa de Peeta la que me cautivaba cada mañana, despertar y encontrarme a su lado, me hacia liberarme de la prisión de mi pasado, de la vida misma.

Jamás entendí el amor, creía que si el amor te derrumbaba por meses en una cama como lo hizo mi madre tras la muerte de mi padre, si eso era el amor, prefería no sentirlo nunca; pero estaba muy equivocada, el amor hace renacer tu alma y curar las heridas de tu corazón.

Para mi sorpresa lo que más me llenaba de alegría eran las pequeñas cosas de la vida, Peeta besándome al llegar a casa, la risa de Haymitch, la torpeza de Effie, una puesta de sol, las manos de Peeta al pintar, una sola caricia y una simple palabra. – Siempre.

Siempre, la promesa, la esperanza y el amor. Todo mezclado en esa pequeña palabra. 

Aunque mi vida no es perfecta, aun hay momentos en los que Peeta se aferra al respaldo de la silla hasta que pasa el flashback y bueno, mis pesadillas jamás se irán. Pero nos enfrentamos juntos a la oscuridad como lo hacíamos la primera noche que dormimos juntos en la cueva.

Aun así, a pesar de todo, tengo más de lo que jamás imagine tener.

- Buenos días –Peeta me abraza por la espalda y me acaricia el cabello para después besarlo

- Buen día

- Sin pesadillas

- Si, así es. –confirmo y me muevo para quedar cara a cara y de pronto volvemos a aquella noche donde nos comunicamos por un lenguaje de miradas, nos quedamos viendo a los ojos por lo que parece ser un largo tiempo y una sonrisa aparece en su rostro para después susurrarme-

- Me amas real o no real?    

-Y yo respondo- Real.

-lagrimas comienzan a caer sobre sus mejillas- Te amo.

Después de mi confesión Peeta comienza a besarme con tanta dulzura, y recorre con sus dedos mi cintura por debajo de mi blusa, esa caricia me hace perder la cabeza y comienzo a desear más. Quiero más, baja y comienza a besar mi cuello y yo estoy perdida en un mar de sensaciones. Se me hace imposible tener los ojos abiertos y decido que debo dejarme ir. Sus labios se unen de nuevo a los míos en un ritmo que me hace perder el aliento. Tomo su cabello entre mis dedos y le exijo más. Es una sensación completamente distinta, sintiendo un ardor recorrer todo mi ser. Lentamente y sin dejar de besarme dulcemente, comienza a bajar el tirante de mi blusa, sus largos dedos rozándome la piel hacen que todos mis sentidos se despierten alocadamente. Yo jalo del borde de su camiseta y comienza a quitársela, para después tirar las cobijas al suelo. Se detiene, me ve fijamente y pasa su dedo pulgar por mis labios, su mirada llena de pasión me llega al alma y susurra ‘’Estas segura?’’ y yo le respondo besándolo con la misma pasión que el irradia.

SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora