Noviembre llego con un clima frio, los últimos días desde el cumpleaños de Nadia, habían sido dolorosos pero ya no tanto como al principio. Decidí que mi vida si bien es tanto de mi hija, como de Peeta. Y no puedo hundirme sin dejarla a ella fuera de esto. Aunque fuera muy pequeña para recordarlo, yo había estado en su lugar y sabia lo que siente que tu madre se olvide de ti, no se sentía correcto o racional que yo hiciera lo mismo, el remordimiento por la culpa, no me dejaba dormir. Así que cada mañana me digo a mi misma ‘’Es solo un día, un periodo de veinticuatro horas para superarte a ti misma’’ y me sorprendía cuando lograba superar el día sin llorar, pero aun así encuentro la necesidad de recordarme a mi misma la temporalidad de un día, de garantizarme a mi misma que si me supere ayer, me superare hoy.
Una noche, Haymitch y Effie están en mi casa bebiendo te, hablando de cuan cerca están las celebraciones navideñas. Después de algunos años desde la rebelión, comenzamos a celebrar navidad. Se hacen grandes fiestas en el Capitolio y los distritos, incluso aquí, en la plaza anualmente hacen un show de juegos pirotécnicos, nosotros preferimos pasarlo cómodamente en familia. Cocinamos una rica cena, ponemos el árbol adornado por luces y moños… y esperamos a media noche para abrir los regalos. Sin duda desde el nacimiento de Nadia, la navidad tiene mayor significado para mi, aunque aun es pequeña para entenderlo, quiero que desde pequeña se acostumbre a esta celebración de amor.
Me dirijo a la cocina a preparar un biberón, cuando me doy cuenta de que no he comprado leche. Debo ir a comprar, aunque afuera haga muchísimo frio y este oscuro, debo caminar hasta la plaza e ir a la farmacia. Haymitch se pone de pie para acompañarme, pero me niego. El hombre apenas puede caminar, no quiero que también se resfrié por mi culpa. ‘’Voy y vengo rápido’’ digo antes de salir. Cruzo la aldea de los vencedores a pasos veloces, inevitablemente echando un ojo a la que antes será mi casa, lugar donde ahora vive Peeta. Esta oscuro, a excepción por la luz que brilla en la ventana de la sala, seguramente estará junto a la chimenea. Un sentimiento de necesidad me inunda, pero sacudo la cabeza para olvidarme de ello y seguir en mi misión. A pesar de la oscuridad, logro llegar a la farmacia antes de que cierren, compro la leche y regreso a casa a la misma velocidad. Para cuando llego a la aldea, decido correr para evitar meterme en casa de Peeta. Pero una voz me frena a medio camino.
- Katniss? –me freno casi derrapando mis zapatos, volteo hacia el lugar de donde viene la voz y allí está el de pie junto a la fuente de la entrada, me mira fijamente y yo entrecierro los ojos para ver mejor- Que haces fuera de casa a estas horas?
- Supongo que lo mismo te puedo preguntar yo a ti –de pronto comienzo a sentir mucha ira, mucho coraje mezclado con dolor y resentimiento-
- -su expresión se torna dudosa- Claro, pero no soy yo quien tiene una hija en casa.
- -su respuesta me duele y me hace enojar aun mas, pero como se atreve a decirme eso después de dejarme sola con su hija?- Pues lo dices como si estuviera haciendo algo malo, no salí a revolcarme con alguien, si eso es lo que estas pensando. –le digo con una voz frustrada casi ahogada-
- No estaba pensando en eso, estaba pensando en que quizás pudo pasar algo malo.
- Y a ti que te importa? –le suelto y sus ojos se ponen como platos, dudo un instante antes de continuar, pero es ahora o nunca- A ti que te importa? Si cada vez que las cosas se ponen difíciles, huyes y me abandonas, me dejas sola llena de miedo, dolor y problemas. –comienza a acercarse a mí y yo retrocedo- Ya ni siquiera debería dolerme, supongo que debería acostumbrarme a decirte adiós. Cada noche debería considerar el panorama, donde tú te vas y de nuevo me dejas en soledad. Peeta, es ridículo. –digo y me doy la vuelta para volver a mi casa antes de soltarme a llorar-
- Y qué pasa si las cosas fueran a la inversa Katniss!? –grita tan alto que estoy segura que todos lo escucharon- Que pasa si fueras tu quien luchara con estos episodios de locura? Qué pasa si fueras tu, ha? DIMELO! –exige y me detengo-
- Te dejaría. –digo casi sin darme cuenta-
- Me dejarías? –me toma por los hombros, por un segundo estoy en el aire, me voltea para que lo vea a los ojos- Harías exactamente lo que yo estoy haciendo?
- Si –susurro-
- No, tú me dejarías. Yo estoy luchando por volver a ti. –sus palabras me revuelven la cabeza y de pronto me siento mareada-
- No lo parece –mi voz suena más fría de lo que pretendía-
- Lo siento, pero no es fácil. No es fácil luchar contra tu propia mente, si siquiera pudieras ver dentro de mi cabeza, la confusión y el miedo que mora aquí dentro –se lleva ambas manos a la cabeza con desesperación- tú también tardarías tiempo en aplacarlo.
- Y de que sirve esto? –le escupo- De que sirve si dentro de algún tiempo, volverá a pasar lo mismo? –le estoy gritando-
- Sabíamos desde el primer día que esto no iba a ser sencillo. –susurra en tono triste-
- Pero no sabía que iba a ser tan doloroso.
- Que estas queriendo decir? –pregunta confuso-
- Quiero decir que debemos terminar de una vez con esto, Peeta, si no va a funcionar… si siempre va a ser así, que caso tiene seguir intentando? Que caso tiene seguir luchando contra algo que jamás se irá? –las lagrimas hacen su aparición- No puedo seguir así, no puedo seguir tragándome el dolor, tratando de reparar heridas que se un día van a volver a abrirse, me estoy cansado de esta porquería. –lo jalo de la camisa con tanta fuerza que casi rompo la fina tela- DIME ALGO MALDITA SEA!!! –le doy un golpe en el pecho- MATAME! MATANOS, SOLO ASI TUS DEMONIOS SE IRAN, DISPARAME AQUÍ MISMO, HAZLO! –le grito tan alto que mi garganta comienza a raspar después de eso-
- -no responde nada, me mira fijamente a los ojos y me doy cuenta de que aun lo tengo sujetado de la camisa- ‘’Dispárame, vete a casa y vive con ello’’ me lo dijiste en nuestros primeros juegos. – suelto su camisa y mi mente va en retrospectiva, es cierto, le dije eso en los primeros juegos, cuando cambiaron la regla que permitía dos vencedores, y también se lo grite furiosa- De verdad crees que solo así mis demonios se irían? –no respondo, no puedo- Yo no lo creo así, creo que lo único que ganaría con eso, sería mi propia muerte. Esa sí creo que sería una salida a todo esto.
- No mueras por mi –le digo- no me harías ningún favor. – el me dijo esto en la cueva durante los primeros juegos, jamás pude olvidar eso, jamás pude sacarme de la mente aquella frase, me doy la vuelta y me apresuro a entrar a la casa, de reojo puedo ver que el sigue de pie a mitad del camino-Entro en mi casa, hecha un remolino. Azoto la puerta tras de mí y me hinco en el suelo a llorar cubriéndome la boca con ambas manos, creo que estoy temblando cuando unas manos amables me toman por los hombros y me ayudan a subir las escaleras para llegar a mi habitación. Me dejan en la cama y apagan la luz.
Oscuridad.
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Siluetas
FanficDespués de la guerra, Katniss decide poner en orden sus sentimientos y se enfrenta ahora a su amor por Peeta.