Hablando con la luna

1.9K 106 0
                                    

Pasaban las semanas y yo solo me sentía más y más feliz, casi al grado de sentir la dicha quemando mi interior. Ya no había dolor, ni siquiera una chispa de aquellos recuerdos agonizantes que quedaron aplacados por la inmensa felicidad que ahora estaba viviendo. Descubrir que sí, me encantaba ser madre y cuidar de una familia, mi familia.

Los días son cortos y las noches perfectas, me encontraba viviendo la mejor etapa de mi vida y no había nada que arruinara mi burbuja de dicha. Me gustaba pensar que después de tanto dolor, fui recompensada con lo mejor: Peeta y Nadia. Quienes ahora son mi vida, quienes ahora son mi todo.

-  En que tanto piensas? –Peeta me pone sus manos en mis hombros por la espalda y me besa la mejilla-

- -Suspiro- en muchas cosas…

- Entre esas muchas cosas, estoy yo?

- Como siempre. –el se sienta en cuclillas frente a mí y toma mis manos-

- Te has dado cuenta que ‘’siempre’’ se ha convertido en una palabra más grande que su significado para nosotros?

- Lo había pensado… siempre es la medida de tiempo que estaremos juntos. –me inclino para darle un beso tierno en los labios- 

- Ojala nadie se dé cuenta de que detienes mi mundo cuando me miras así.

- Creo que es tarde para eso. –digo pensando en que desde nuestros años en los juegos, todo mundo notaba que la mirada de Peeta hacia mi expresaba un amor inmenso-

- Tienes razón, igual no me importa que sepa el mundo entero cuando te adoro. –me besa con dulzura-

Las sombras, siempre presentes… las sombras, siempre asechando. La voz de Peeta me reventaba los oídos, aun cuando su voz era de tercio pelo…

Ahora me voy, me iré de un momento a otro. Creo que te darás cuenta, creo que te preguntaras que ha fallado. No es que yo lo elija, pero ya no me quedan fuerzas para luchar. Lo decidi hace mucho tiempo, lo decidí anoche.

El decía. 

SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora