La duda

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Han pasado algunos meses desde la boda y todo es tan perfecto.
Peeta trabaja en su panadería y yo cazo para no aburrirme durante el día. Por las tardes damos un paseo o nos juntamos para cenar con Haymitch y Effie quienes ahora viven juntos. 

Pasan los días y nada parece fuera de lo normal, hasta que una mañana me despierto con muchísimas nauseas 

- Katniss –mi esposo toca la puerta del baño- estas bien?
- Estoy bien, voy a lavarme los dientes.
- Ábreme la puerta… por favor.
 -quito el seguro de la puerta y me siento en el piso para que todo deje de darme vueltas- Solo estoy un poco mareada.
- Deberíamos ir al doctor.
- No, estoy segura que no es nada.
- Pero…
- No es nada Peeta! –le contesto molesta-
- Está bien, iré a hacer el desayuno. –se pone de pie y sale del baño-

Pasamos el desayuno en silencio, se que debo disculparme con el por haberle hablado de esa manera; pero no puedo sacarme de la cabeza que algo está mal. Me siento diferente, me siento insegura y me siento con miedo y no puedo explicar porque, así que no le diré a Peeta, porque seguramente son imaginaciones mías y no debo preocuparlo.

- Peeta… siento haberte hablado así, yo…
- No necesitas disculparte, te entiendo. –se agacha y me besa la frente- Vuelvo más tarde… te amo.
-me pongo de pie, lo jalo del brazo y llevo mi boca a la suya… un beso largo, intenso y lleno de deseo es lo que termina calmándome- Ahora sí, que te vaya bien! –digo con una enorme sonrisa-
- Quizás… el trabajo pueda esperar, tu sabes verdad?
- Lo sé…  -rodeo su cuello con mis brazos-
- No me resisto.

Me levanta y enredo mis piernas en su cadera, nos tomamos un momento para vernos fijamente a los ojos antes de perdernos entre besos y lentamente sube las escaleras para ir a la habitación, me besa el cuello y yo tiro de su cabello, las sensaciones, el placer, su olor. Quiero que se hunda en mi, tanto como yo me pierdo en el.

- Me amas? –susurra-
- Te amo
- Siempre?
- Siempre.

Peeta se va a la panadería y yo me quedo descansando en casa, todo el día me he sentido extraña. Me duelen los senos, me siento cansada como si hubiese corrido un maratón y esas nauseas en la mañana no son normales en mí, pero prefiero tomar las cosas con calma y no preocuparme. Mientras reviso las cartas viejas que he recibido de mi madre, me encuentro con mi calendario menstrual y aunque los últimos meses no estuve anotando nada, recuerdo que ya debió de llegarme la menstruación hacia 2 semanas. Siento como toda la sangre se me va al piso, no puede ser, no puedo estarlo, no.

Paso toda la tarde con una sola cosa en la cabeza, hundida en el miedo, ni siquiera sé si podre ser capaz de comentárselo a Peeta. Sera mejor que no le diga nada, se cuanto desea tener hijos y no puedo ilusionarlo. Sobre todo porque yo no quiero, no puedo, no debo.

Peeta llega y nos sentamos a cenar, se que él ha notado algo extraño, pero no lo dice.

- Te sigues sintiendo mal? –pregunta con cara de preocupación-
- No, solo estoy cansada.
- Te gustaría un baño en la tina? –besa mi mano tiernamente- 
- Uhm… si.
- Bien, voy a preparar el baño. –se pone de pie y lleva los platos al lava trastes para después perderse en las escaleras-

No puede estar pasándome esto, pero debo actuar normal para no levantar sospechas.
Me pongo de pie y me tomo mi tiempo para volverme a enfrentar a la mirada de Peeta, cuando finalmente llego al baño, está allí de pie con una expresión que me resulta reconfortante.

- Te ves muy cansada –me dice y extiende su mano hacia a mi-
- Quizás me voy a enfermar, me he sentido muy cansada últimamente.
- Abra que ir al doctor.
- NO! –exclamo y el frunce el cejo- Seguro que no es nada más que una gripe.
- Aun así me gustaría que te viera un doctor.
- No hace falta, en serio, estoy bien.
- Bueno. –me comienza a quitar la ropa y de pronto me siento incomoda, como si fuera la primera vez que él lo hiciera, me meto en la tina, cierro los ojos y siento paz por unos minutos. Peeta comienza a tallarme suavemente el cuerpo y vuelvo a la realidad, quizás este embarazada- Eres tan hermosa. –susurra-
- Ven aquí –le digo y el comienza a desnudarse para después besarme, me pongo de pie y él se acomoda debajo de mi y comienza a lavar mi cabello con mucha dulzura- Te amo.
- Yo mucho mas, mi amor. –apoyo mi cabeza en su pecho y el juguetea con el agua mojándome las piernas que están entrelazadas con las suyas y de pronto comienzo a pensar en que guardar un secreto de este tamaño seria cruel, pero al mismo tiempo pienso en que es lo correcto, yo no estoy segura, ni siquiera conozco bien los síntomas y si es una falsa alarma, tan solo lo decepcionaría.- Quieres ir a la cama?
- A dormir?
- suelta una carcajada que me hace sonreír- Si cariño, a dormir.
- Bueno, pero cárgame. –nos salimos de la tina y me envuelve en una toalla, para después tomarme en sus brazos y ponerme en la cama-
- Sabes… quizás es temprano para dormir.
- Lo es, pero estoy cansada… mañana mejor. –entre menos me sienta expuesta ante él, mejor.- 
- Entiendo. –se agacha y me besa la frente- Iré a recoger las cosas.

No vuelvo a ver a Peeta, caigo en un sueño profundo y tranquilo, hasta que poco tiempo después comienzo a tener una pesadilla donde los mutos entran en mi casa y se llevan a mi bebe que estaba en una cuna a lado de nuestra cama. Yo luchaba contra ellos, pero eran demasiado fuertes y desgarraban las extremidades de mi hijo.Me despierto gritando y temblando del miedo, Peeta está a mi lado tratando de calmarme pero yo estoy demasiado alterada. Y cuando finalmente puedo calmarme, me quedo completamente en silencio hasta que me quedo dormida de nuevo.Despierto tarde y Peeta ya no está, tomo una ducha entre nauseas y decido brincarme el desayuno. Salgo en dirección de la farmacia, no puedo pasar otra noche con la duda, prefiero enfrentar lo que venga o la duda y el miedo van a acabar conmigo.

Cuando vuelvo a casa, voy directamente al baño y comienzo a leer la cajita, jamás pensé que fuera tan difícil usarla, siento que voy a estropearla. Si no coloco bien la prueba puede que hasta salga mal el resultado, me siento unos minutos con las manos en la frente. Respiro profundamente y cuando intento orinar ni siquiera puedo. Cálmate Katniss, voy y tomo un vaso con agua y después me hago una coleta. Peeta quizás venga a comer y yo sigo echa un lio, es ahora o nunca. Orino en el punto absorbente de la prueba y comienzo a sentir mil cosas; miedo, desesperación, más miedo, estrés, coraje, mucho más miedo. Pasan los 3 minutos más largos de mi vida y cuando finalmente aparece el resultado, esas dos rayitas me aterran más que nada. 

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