Gravedad

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Despierto y me encuentro sumergida en una inmensa oscuridad, pero esta vez no le temo. Siento los fuertes brazos de Peeta alrededor de mi cintura, y los flashbacks de nuestra reconciliación comienzan a llenarme los pensamientos. Oh, qué bien se siente tenerlo de nuevo junto a mí. Estamos ambos acostados en el sofá, incluso se siente sofocante pero me siento en paz y no quiero romper este momento levantándome. Dudo un segundo en moverme, pero de pronto mi brazo comienza a protestar por estar presionado tanto tiempo y me giro para quedar cara a cara con él, quien duerme como una roca. Se ve tan sereno, pero su rostro refleja mucho dolor y cansancio, seguramente como a mí le costaba mucho dormir solo. Paso los dedos cuidadosamente por su cabello y suspira, luego con mi dedo índice recorro su rostro, sus cejas y parpados, su nariz y sus labios… Es tan guapo! De nuevo acaricio su cabello y dibuja una sonrisa débilmente

- Hola –susurra-

- Lo siento, no pretendía despertarte.

- Está bien, no me molesta. –me acaricia el cabello- Como te sientes?

- Mucho más tranquila contigo aquí. Y tú?

- Feliz de estar contigo, aliviado de que no me dejaras, cansado físicamente pero emocionalmente me siento muy bien.

- Necesitas descansar, sé que no debiste de haber dormido mucho durante este tiempo…

- Tu tampoco. –su mirada refleja tristeza de nuevo-

- No me veas así, ya paso. Estamos juntos, olvidemos el pasado.

- Sera difícil olvidar el daño que te he causado. –me toma la mano y la besa con desesperación-

- Shhht, vamos a estar bien, okay? Podemos superarlo todo siempre y cuando estemos juntos. –pongo mi frente en la suya y cierro los ojos inspirando su olor-

- Todo lo que sé que es que te amo tanto que me duele. –besa mi frente- Ahora, a dormir.

Y de nuevo el sueño me atrapa inmediatamente. Llevándome en otra dimensión, un mundo diferente, uno donde no hay dolor. Todo es más brillante allí, y las personas sonríen maravillosamente, todo es tan distinto aquí que comienzo a creer que no pertenezco a este lugar. Y no lo hago, porque me doy cuenta que prefiero mi vida, aunque sea complicada, atormentada y dolorosa, antes de vivir una vida sin sentido. Donde vives feliz de la vida, sin tener nada por lo cual estar feliz. Los problemas son pasajeros, pero la felicidad que mi familia me brinda, es algo con sentido y es algo precioso. Siento tanto amor por ellos, como el que ellos sienten por mí y eso no lo cambiaría por una vida cómoda sin tormentas. Hay una belleza incomparable con mi vida y aunque no merecía tanto, lo tengo y no podría estar más agradecida.

Despierto sola en el sofá y el sol entra por la ventana, bañando la sala de luz. Me incorporo y escucho un completo silencio, esto es extraño. Me pongo de pie buscando a Peeta y me doy cuenta que está en habitación de Nadia, con ella. Intento no hacer ruido para poder escuchar lo que está diciendo. ‘’Ve que grande esas ya, he sido un mal padre por perderme tu primer cumpleaños, es algo que jamás me perdonare, hay muchas cosas que papi nunca se perdonara. Pero quiero decirte que siempre estaré aquí, mami me hizo ver que no puedo huir de mis demonios y tiene razón, pero,  cuando crezcas tu pensaras lo mismo? Ayudaras a papi cuando ellos regresen otra vez? O me temerás por ello?’’

Mientras las lagrimas caen por mis mejillas me doy cuenta del verdadero miedo de Peeta, teme a que nuestra hija tema de el, eso sí tiene sentido, ya mismo temo yo que ella no entienda la razón de mis pesadillas, y sobre todo, me aterra tener que explicarle porque nunca se irán.

- Oh mira, mami ya se ha levantado. –Peeta con nuestra hija en brazos me está viendo fijamente desde la ventana- Buenos días amor, asumo que escuchaste mi conversación…

SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora