Renacimiento

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El cielo se había vuelto gris por la tarde y por las calles del 12 reinaba el silencio y la tranquilidad, han pasado 2 meses y medio después de Peeta volvió a casa, pero sobre todo… a mí. Todo había vuelto a la normalidad, Gale volvió a su distrito… Afortunadamente.

La única novedad es que mi madre regreso al 12, dice que viene a ayudarme con la bebe y se lo agradezco, después de todo solo quedan algunas semanas para dar a luz y no podría estar más aterrada. Pasaba las noches en vela pensando una y otra vez lo mismo, sintiéndome débil, con miedo, con pavor, con terror. Incluso las palabras no pueden describir mis sentimientos, la tensión que me recorría la espina dorsal cada vez que mi bebe se movía. Pero esto es lo que hay, estoy a punto de convertirme en madre, he sido el Sinsajo durante muchos años… ya es tiempo de ser algo más. 

- Katniss –Peeta me susurra y me saca de mis pensamientos-
- Mande.
- Ya te has decidido por un nombre? –dice y deja una taza con te en la mesita de la sala-
- La verdad es que no.
- Qué te parece Olivia? Leí que significa ‘’La que trae la paz’'
- Es bonito, pero yo estuve pensando en Nadia, significa esperanza.
- Vaya, es hermoso!
- Entonces?
- Nadia será.
- Escuchaste eso mi amor? –por primera vez le hablo a mi hija- Te llamaras Nadia.
-Peeta se pone sobre sus rodillas frente a mí y pone sus manos en mi vientre- Las mujeres de mi vida.
 -Le sonrió con dulzura y me hace pensar en cuan afortunada soy, no hay tiempo suficiente para amar cada parte de Peeta, siempre me deja asombrada, siempre hay algo mas para amar, ninguna medida de tiempo será suficiente a su lado- Tu eres el hombre de mi vida, siempre lo serás.
- Quizás luego podamos hacer un hombrecito…
- Calmado, espera que tengamos primero a Nadia, luego veremos.
- Me divierto mucho en el proceso de creación.
- Hahahahaha, me encanta tu sentido del humor.
- A mí me encantas tu –se levanta para besarme- En serio Katniss, te ves radiante embarazada, te ves… Dios, brillas más el que el sol.
- Yo me siento una ballena.
- No mi amor, estas perfecta. Pero anda, arréglate que tenemos cita con el doctor.
- Me dices que me veo perfecta y luego me mandas a arreglarme? Vaya.
- Entonces vámonos así, yo lo decía porque te conozco y sé que no te gusta salir sin peinar.
- Pues hoy si, porque mi esposo me dijo que me veo radiante.
- Solo por eso, te comprare rollos de canela.
- Siiiiii -doy pequeños saltos como niña pequeña- Nadia tiene antojo de rollos de canela.
- Ella o tu?
- Ambas.

Nuestra visita al doctor es corta, solo nos dice que todo va perfectamente con mi embarazo y que solo me quedan 3 semanas para tener listo absolutamente todo. Nervios! Siento muchos nervios.
De regreso a casa comienzo a sentirme realmente cansada y Peeta lo nota, en cuanto abre la puerta, me ayuda a subir las escaleras y me lleva a la recamara, me siento en la cama y el baja por un poco de agua. Me pongo de pie y voy hacia el cuarto de la bebe… Enciendo la luz y la habitación se ilumina completamente, tres paredes son blancas y una es color chocolate, con cortinas largas y blancas, en medio de la pared chocolate Peeta pinto detalladamente un árbol de tronco y ramas blancas con hojas rosas que vuelan por toda la pared, la cuna es de madera blanca con un enredón rosa pálido. A lado esta un sillón para cuando amamante a la bebe… Effie se lucio con la decoración, pero sin duda, el árbol ha sido el detalle más hermoso.

- Amor, debes descansar –Peeta me toma por sorpresa por la cintura y me saca de mis pensamientos-
- Estaba viendo cuan hermosa quedo la habitación.
- Te gusta?
- Me encanta, es maravillosa.
- Me alegro mucho. Pero ahora, a descansar.
- Podrías cargarme?
- Floja, la habitación esta aquí a un lado.
- Bueno –digo y hago un puchero-
- Anda, vamos a la cama. –me besa la frente-

Los días pasaban y el parto cada vez estaba más cerca, Peeta no hacía más que animarme y mantenerme y tranquila, mi ansiedad crecía cada segundo y no sabía si la alegría de tener a mi bebe en brazos podría calmarla. Una mañana de octubre, finalmente, Nadia nació…

Un día antes, comencé a sentir presión cada cierto tiempo y asumí que eran contracciones, llame a Peeta y el cerro la panadería para ir a casa a acompañarme, fuimos con mi doctor y me dijo que había comenzado a dilatar.

- Felicidades Sra. Mellark, usted está en trabajo de parto.
- Cuando es cuando el dolor incrementara?
- Cuando la dilatación llegue entre 8, 9, 10 o más centímetros.
- Y cuando eso pase, será rápido? – pregunta Peeta-
- La verdad, yo te recomiendo que en cada contracción que sientas, pujes, eso va a hacer que tu bebe baje más rápido y puedas acelerar el proceso. Vengan más tarde, para poderte internar. Ya que el dolor incremente considerablemente.
- Muchas gracias doctor, nos vemos mas tarde. -Peeta dice y le extiende la mano al doctor- 
- No tengas miedo Katniss, todo saldrá bien.
- Gracias –digo, es lo único que puedo decir, me siento paralizada-

Llegamos a casa y Peeta insiste en que debo comer algo, pero no creo que mi cuerpo reciba con gusto cualquier tipo de alimento. Aunque él no parece entender eso. Me acuesto en el sillón y me quedo dormida, y comienzo a soñar con mi bebe, su rostro pequeño y fino… siendo destrozado por mutos. Despierto de golpe, asustada en medio de una muy dolorosa contracción. De inmediato localizo a Peeta acercardose con un plato con sopa, para decirme:

- Te traje algo ligero de comer, dormilona.
- Gracias. –le digo mientras él me quita el cabello de la cara-
- Como te sientes? –pone su mano en mi barriga-
- Acaba de pasar una contracción dolorosa.
- Debemos llevar el control del tiempo, pero primero que te parece si comes un poco? Y luego te puedo dar un masaje o te puedes dar un baño en la tina.
- Este será el último día en que estemos solos.
- No había pensado en eso, tienes razón… Hablando de eso, tu mama llamo hace un rato y me pidió avisarle cuando salgamos al hospital.
- Claro, me había olvidado del hecho de que esta aquí.
- Es muy amable de su parte venir para ayudarnos. Porque debo confesarte que me pone un poco nervioso el ser padre, me muero por tener a nuestra hija en brazos, pero me siento nervioso.
- Me siento igual.
- Pero estoy seguro que seremos grandes padres. Claro que podemos.

Una contracción que casi desgarra mi ser, se apodera de mi y suelto un grito que alarma a Peeta.

- Dios, Katniss, es hora de irnos.
- No, debemos esperar, para ver si me da otra igual.
- Mientras voy a llamar a tu madre.
- Bien y trae la maleta de la bebe, para tenerla a la mano.

Peeta sube a traerla a maleta y yo me pongo de pie… camino por la sala y cuando Peeta avisa a mi madre de mis dolores, otra contracción hace que pierda el equilibrio. El dolor incrementa, mis respiraciones se entrecortan y dejo de pensar.

- KATNISS!!!
- Señor Mellark, por favor debe esperar aquí.
- PERO ES MI ESPOSA!!!
- Señor, déjenos hacer nuestro trabajo.
- Peeta… -digo, casi sin fuerza-
- Sra Mellark, usted va a ser llevada a quirófano, su esposo debe esperar aquí.
- Quirófano?
- Sí, hay complicaciones.
- Peeta… -es lo último que digo antes de hundirme en oscuridad- 

SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora