Aun hay fantasmas

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Era como un mantra, ‘’Mi hija estará a salvo, estaremos a salvo, Katniss ya no hay mas juegos, todo estará bien’’ lo repetía a cada segundo del día, mientras me aferraba a mi vientre.

De pronto me sentía como aquella mañana de la cosecha, me sentía como de 16 años otra vez, cuando los rayos del sol bañaban el distrito y los nervios me carcomían por dentro. No era mi nombre saliendo entre miles lo que me preocupaba, si no era el de mi pequeña hermana. No podía concebir la idea de verla caminando hacia el escenario y a pesar de que su nombre se encontraba solo una vez, ese hecho no me dejaba tranquila. Aquella mañana en que le dije a Gale que jamás tendría hijos, ya que nunca permitiría que pasaran por esta situación.

A Peeta le disgustaba el hecho de que mi vida perdiera sentido para mi luego de la noticia de mi embarazo, pero así fue como el interpreto las cosas. ¿Cómo mi vida iba a perder el sentido debido a eso? Era absurdo. Por supuesto que estaba feliz, pero aun continuaba luchando contra mis propios fantasmas y el parecía no comprenderlo. El siempre quiso tener hijos, sin importar las atrocidades que les esperaba en ese antiguo mundo que solíamos conocer y logramos derrotar. El había asumido que tarde o temprano los suyos tendrían que enfrentarse al destino que nosotros corrimos, pero yo no, yo nunca estuve dispuesta a hacerlos pasar por eso, al menos no después de la muerte de mi padre.

Vi como mi madre se alejaba y como finalmente dejamos de existir para ella, en su mundo de tristeza y desconsuelo. Quizás se preocupaba por mi cada año en la cosecha, pero no lo demostraba, al contrario, Prim se quedaba con ella en casa y yo debía caminar sola, temblando hacia la plaza en el centro de la cuidad para ver a Effie subir al escenario y meter la mano en una bola transparente mientras mi corazón deseaba salir del pecho, correr lejos y dejar mi cuerpo inerte descansar sobre la arena.

Los primeros días después de la confirmación fueron difíciles de sobrellevar, mi mente había sido retorcida por la brutalidad de los juegos, por las matanzas y ríos de sangre que vi por la televisión y viví en carne propia. Jamás pude abandonar aquellos recuerdos, solo aprendí a vivir con ellos, a hacerlos a un lado, pero a pesar de mis esfuerzos por ignorarlos, ellos siempre volvían para intervenir en mis decisiones y acciones. Era verdad, los juegos habían terminado para siempre, pero el solo hecho de recordar como mi corazón palpitaba mientras subía por ese tubo transparente y en los minutos previos al final de la cuenta regresiva, me hacían aferrarme al presente y la promesa que me había hecho, mientras mi mano temblaba y acababa inconscientemente sobre mi vientre. ‘’Lo siento’’ le susurre

- Katniss –Peeta me susurra-

- Mande –sacudo la cabeza para volver a la realidad-

- Como te sientes? –se sienta sobre sus talones frente de mi y extiende su mano para ponerla sobre mi vientre-

- Gorda. –suelto una risita-

- Vamos, que son apenas 5 meses?

- Mi vientre ha crecido mucho, no crees?

- Para mi sigues siendo perfecta.

El teléfono suena y un calambre me recorre la espalda, Gale.

No me ha llamado desde que la noticia se dio a conocer, aunque estoy segura que está enterado, ya que Beetee nos llamo para felicitarnos y el reside en el distrito 2 que es donde vive Gale.

- Bueno? –contesta Peeta- Hola Beete!, si aquí esta… claro, ya te la paso.

-Me levanto lentamente para llegar al teléfono y Peeta me hace caminar despacio- Estoy embarazada, no enferma.

- Solo por precaución.

-Tomo el teléfono- Hola?

- Katniss, hola!

- Como estas Beete?

- Muy bien… pero bueno, no te llamo para… ya veras, hay alguien que quiere hablar contigo. –siento como se me erizan los cabellos del cuello-

- Hey Catnip.

- Hey. –digo tímidamente-

- Supe lo de tu embarazo.

- Oh.

- Felicidades! A ambos, claro.

- Gracias.

- Siempre me dijiste que no tendrías hijos, porque este repentino cambio de parecer, no crees?

- No fue repentino y supongo que es porque quiero.

- Veo que sigues molesta.

- No, no lo estoy, lo que me molesta es que hagas esa clase de comentarios. –casi susurro para que Peeta no me escuche-

- Bueno, yo solo quería felicitarte y desearte lo mejor. Como esta Peeta? Sigue perdiendo la cabeza?-ahora si estoy molesta- Bueno y a ti que te importa!? –le grito y cuelgo-  

- Que pasa!? –Peeta corre hacia a mi-

- Nada. –yo estoy agitada y con las lagrimas quemándome en los ojos-

- Como que nada? Ve como estas.

- Fue… fue Gale.

El solo mencionar su nombre cambio por completo el rostro de Peeta y sus manos se cerraron en puños. Corrió a la cocina y se aferro al respaldo de la silla, gritaba mientras los recuerdos pasaban por su mente y dilataban sus ojos. Se transformo de nuevo en aquel monstruo al que le temía cuando estábamos en el distrito 13. Ya no era el mismo de nuevo.

Los flashback solían duran un par de minutos, pero esta vez era diferente. Algo que no parecía acabar hasta que salió por la puerta y no volvió. Pasaron minutos que se sintieron como una eternidad, y entonces me quede yo allí, parada en medio del umbral de la puerta, sin explicaciones, sin mi esposo, de nuevo sin media noche, sin nada.

No sabía qué hacer, pero dejar de llorar no parecía una opción, cuando quería tomar aire solo me servía para tener una nueva ronda de sollozos y sonidos extraños que salían de mi. Recuerdo la última vez que me pasó esto y fue cuando Peeta volvió de la muerte en el vasallaje. Culparon a las hormonas del bebe y esta vez puede que sea verdad. O puede ser que de nuevo tengo ese miedo de perderlo. Cuando la noche cayo, me sentí más desesperada, pero no tenía a donde ir, ni con quien. Así que pase la noche en el sillón esperando un milagro para que Peeta volviera a mí, pero no lo hizo.

Me puse a pensar en todo lo que compartíamos, todo lo que sentía por él.

Es él, su sola esencia me inspira a más, a seguir luchando, sus recuerdos seguirían acechándolo por el resto de sus días y yo debía aprender a seguir luchando por él, siempre temí por este día en el que el solo me dejara. La oscuridad se convertía en el tanto como se alejaba de mí.

Se que ya era lo suficientemente fuerte para llegar hasta donde llegamos juntos después de la tortura del Capitolio, pero yo esperaba que fuera su amor por mí el que fuera incondicionalmente fuerte. Aunque a veces el amor no es suficiente cuando el camino se vuelve difícil, y no sé porque.

Aun así estoy dispuesta a cargar su mundo, voy enfrentarme a lo que sea necesario para tenerlo a mi lado; Yo lo necesito más que nunca y no voy a dejar que aun después de todo este tiempo, Snow siga metiéndose entre nosotros. Si él se va, ya no me queda nada. El nunca se rindió conmigo, ¿Por qué lo haría yo?

Cuando amanece, me preparo mentalmente para pasar días difíciles, aunque no me voy a rendir, voy a darle espacio y eso significa que ahora seré yo quien luchara contra sus miedos. Cuando el no está, todo está mal. Y no me equivoco, las próximas noches están llenas de pesadillas. 

SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora