1. Reencuentro

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Samuel metió por último su teléfono y una pequeña libreta que llevaba todos los principio de año en la escuela en su bolso manos libres y bajó las escaleras sintiéndose guapo esta vez, su camisa azul nueva y zapatos negros le hacían sentir muy importante.

Su padre le abrazó y le dio de el perfume que se había olvidado echar, completando así su corazonada de que algo andaba mal, este en pocos minutos salió con las llaves del coche y se sentaron en la parte delantera.

Después de unos cuantos segundos el auto arrancó con un sonido que su padre declaró “hermoso" y arrancó llevándolo así a su primer día de escuela.

–¿Cómo te fue en esa visita al centro comercial?– Dijo el padre intentando no caer en un silencio incomodo, pero su hijo no estaba en condiciones de hablar.

–Bien– Se limitó a decir mirando por la ventana y recordando al chico de los ojos grises y la sonrisa hermosa, sonrió inconsciente y supo que se había enamorado de la parte de fuera, aveces le pasaba con gente guapa y famosos.

Aunque estaba un poco ansioso por eso, el recuerdo del arcade se desvanecía con el pasar de los días y eso no lo quería él, su cara se volvía borrosa y aveces su mente no podía recordar esa sonrisa o la forma de sus ojos.

Pensando en Adrián, lo único que no se le olvidó, llegaron a la escuela que se veía extremadamente poblada y llena de grupos de chicos que se burlaban de los demás, o las chicas que se creen mejores, o los raros, pero él solo deseaba ser normal por única vez.

–¡Todo va a cambiar, te prometo que no será lo mismo que en la otra escuela, ahora, suerte!– Salio del auto y caminó lentamente hacia la rectoría, le dijeron que allí le darían una especie de mapa en el que podría encontrar todo lo que necesitaba.

Está estaba casi en la entrada de la escuela por lo que no recibió ninguna mirada muy inquisitiva porque todos estaban dentro, en los pasillos, esperando a su víctima. No demoró nada en tener el papel ya que la secretaria los tenía amontonados y ni siquiera le dio una mirada, pero aún así tenía miedo de causarle una mala  impresión.

Caminó hasta encontrar el aula “I-2" dónde tendría su clase de ciencias naturales, esta no era como su escuela donde cada uno tenía clases asignadas aleatoriamente, aquí cada uno tenía un puesto y no cambiarían de salón amenos de que fuera totalmente necesario.

Una vez llegó allí sonó el timbre, pero ya había una multitud considerable afuera, estaban en un grupo como esperando algo en especifico, todos lo miraron y salió un señor un poco pasado de peso que le miró de arriba a abajo y le obligó a quedarse allí, las miradas le querían robar el alma por lo que solo bajó la cabeza.

Escucho algunos pasos y pensó que sería una persona que se acercaría a reírse pero se paró a su lado, aún así no tuvo la valentía para levantar la cabeza –¡Adrián! Cómo el año pasado–

Adrián, ese era un bonito nombre, ese era el chico con el que había jugado por lo que no dudó en alzar la cabeza y mirarlo a los ojos, este lamía sus labios y luego volteo para ver quien le observaba.

Cuando se miraron por fin sonrieron y sus ojos obtuvieron un brillo que prometía bastante, ambos deseaban verse profundamente y sus deseos habían sido escuchados por el destino.

–Vayan a la fila del fondo, los dos, señoritos de la hora impuntual– Todos rieron y ambos caminaron, no eran capaces de decir nada pero apenas se sentaron y vieron como el profesor estaba distraído viendo a los demás para acomodarlos se miraron de nuevo.

Sonrieron y abrieron su boca para decir algo pero nada salía, estaban estancados en mirarse, Adrián vio unas pequeñas pecas alrededor de su nariz que lo hacían ver genial.

–Eres tú...– Samuel intentaba pero no podía creerlo, había ido una vez más para encontrarlo por allí pero no le vio, lo que no sabía es que Adrián había ido el mismo día pero más tarde.

–Samuel, quería volver a verte– Sonrió y le miró fijamente sacando su celular de su mochila –¿Te parece intercambiar número de teléfono?–

Ambos lo hicieron y se siguieron en todas sus redes sociales en cuestión de minutos, una vez terminaron quisieron seguir conversando para saber más, pero el profesor les cortó para dar clases automáticamente.

Samuel creía que darían un discurso y así podría seguir hablando con el chico a su lado, pero al sentir cuando calló a unos chicos delante suyo simplemente mantuvo silencio, sintió como Adrián escribía algo para pasárselo.

¿Te parece escribirnos por aquí?
Quería preguntarte un par de cosas.

El profesor salió pidiendo permiso y todos sonrieron y alzaron sus brazos en felicidad porque podrían conversar libremente, como los dos que intentaban conseguir un tema del que hablar.

–¿Cuántos años tienes Samuel?– Dijo el chico de cabello negro mirando al otro que se volteo instantáneamente.

–Tengo trece– Respondió el castaño y un chico de ojos azules también bastante  guapo estaba junto a ellos de pie. Dijo la típica rima “Agarra la que me crece" y ambos fruncieron el ceño por su imprudencia.

–Ven, cambiemos de compañero y me quedo a tu lado, ¿Me das un permiso?– El chico estaba convencido en que Adrián aceptaría sin negar, pero también se levantó para acercarse a su oído y contarle algo.

–No se va a ir, es mi nuevo amigo, más te vale llevarte bien porque estará a mi lado todo el año– El chico abrió los ojos y se devolvió por donde llegó, Samuel quería saber que pasaba entre los dos, pero se mantuvo feliz porque no se habían alejado.

Esa sonrisa le daba felicidad.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora