24. Una simple cena

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Ese día, era en el cual Samuel se sentía más nervioso, comería con la familia de Adrián, todos estaban en la mesa mirándole y lo peor es que no sabían que era él (aparte de su hermana) aunque ya le habían visto y su reacción le asustaba de verdad.

El castaño estaba enfrente de la casa de Adrián con él a su lado, este le sostenía de la mano y le besaba la mejilla repetidas veces dándole todo su apoyo, ya le importaba poco sí alguien les llegaba a ver, lo más importante es que su Sami estuviera relajado para llevar la situación.

–Es una simple cena– Samuel asintió y le abrazó por el lado, este le tomó de las manos y le miró fijamente, esa camisa del día de su cumpleaños y un jean bastante bonito más el collar –Entremos– Le dio un beso y entraron a la casa.

Una vez cruzó la puerta los padres se sorprendieron, en realidad no lo esperaban a excepción de su hermana que ya lo sabía, ambos chicos estaban agarrados de la mano y se veían realmente adorables –¡Este es mi novio!–

Los adultos se levantaron y sonrieron y le saludaron, el señor le saludó estrechándole la mano, la señora le abrazó y ambos le dieron la bienvenida a la familia, la chica le abrazó también y le felicitó.

–¿Qué hice para que me estés felicitando?– Preguntó el castaño con la mirada de todos encima, se estaba poniendo nervioso sin saber porque aunque sonaba a algo bueno.

–Porque has cambiado a Adrián, eres su media naranja– Él asintió levemente y sonrió a sentarse al lado de su novio, enfrente estaban los padre y en una punta la hermana, del otro lado no había nadie y le pareció un poco curioso.

Miró la mesa y se vio como un estúpido, la cena estaba allí, ¿Quién comía ensalada a esas horas de la noche?, ellos, y ahora él porque no podía rechazarlo por mucho que no le gustara.

También estaba todo colocado perfectamente simétrico, empezó a ver las cagadas que podía cometer cuando la señora se levantó y tomó la bandeja par darle una porción a cada uno, preguntaba sí mucho o poco y se asustó.

Sí respondía mucho se vería como un atrevido y dudaba comérselo todo, pero sí decía poco pensaba que le hacía desprecio y lo último que quería era eso, supuestamente a la señora le molestaba que le hicieran eso.

Samuel miró a Adrián pidiéndole ayuda, la señora de acercaba y el pelinegro le pasó una mano por los hombros y sonrió dándole confianza –Súper poco a los dos, a él tampoco le gusta mucho eso– Y le dio un beso en la mejilla para calmarle.

Colocó una mano en la pierna del castaño y la señora de sentó después de servirles, todos le miraban pero los chicos no se daban cuenta, estaban entretenidos mirándose a los ojos, queriéndose besar, pero Samuel fue el primero en darse cuenta de que ese no era el lugar para eso.

Al darse cuenta de que le miraban el castaño se sonrojó, los padres de Adrián se dieron cuenta de que aún era un niño, y eso le gustaba a su hijo, se veían enamorados t nunca vieron que alguien le hiciera tanto bien, estudiaba por sí solo y en ese momento era lo único que les importaba.

–¿Cómo se conocieron?– Preguntó la señora mientras tomaba la primera parte de la comida, todos lo hacían, pero nadie se metía la comida a la boca.

–Ese día que salí con mis amigos lo conocí en el centro comercial– Todos asintieron, comenzaron a comer y dejaron de hablar.

La chica y el padre tenían bastante, la madre medio porque ella sabía como le gustaba y que le apetecía y después estaban los chicos que tenían la menor porción y por eso la terminarían más rápido.

–¿Siempre has ocupado los primeros puestos?– Dijo el señor con la boca llena haciendo que todos rieran, el castaño comprendió de que lo mejor era comportarse normal.

–En mi antigua escuela y en esta, sí– Los adultos sonrieron mientras Samuel le limpiaba la boca a Adrián porque se la había ensuciado y ni siquiera sabía como, tomó la servilleta y la restregaba, cualquier persona acepta que son simplemente adorables.

El señor recibió una llamada y los adultos se miraron entre sí, se excusaron y se retiraron, según le había comentado Adrián ellos casi siempre están trabajando como en ese momento.

–¿Estuvo bien?– Preguntó el pelinegro a su hermana quien asintió levemente, ella se levantó y caminó hacia la segunda planta.

–Cuando les presenté a mi primer novio simplemente se fueron, me dejaron ir con él en la madrugada a una fiesta, aveces sin raros, pero yo que tú aprovecharía eso– Y se fue a su habitación sonriendo pensando en que tan listo sería su hermano.

–Llama a tu madre, pregunta si te puedes quedar aquí– Samuel obedeció y tomó el teléfono suspirando.

Su madre le preguntó de todo y él solo podía responder con un “si" a todo mientras que el pelinegro que le agarraba de la mano se reía. Cuando le mencionó lo de quedarse ella simplemente se alarmó.

–¿Crees que te dejaré ir a la casa de tu novio en la noche? ¿Sabes que cosas podrían hacerte?– El castaño en realidad quería quedarse allí sin importarle el qué, además tal vez podía hacer eso que había investigado.

Debía convencerla, y una vez prometió no hacerlo, pero para él era necesario –Mamá, con él me siento muy seguro y prometió desde el primer día que nada me pasaría,– Tomó un respiro escuchando a su madre respirando nerviosa, eso era buena señal por raro que suene –Además no sé que cosas podríamos hacer, y él tampoco–

–Pasa a Allyson, sí ella acepta te quedaras, pero vienes en la tarde, sin falta– Subió las escaleras buscando a la hermana de su novio.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora