26. Manoseo

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Cuando era de mañana Adrián y Samuel ya estaban listos para llevar al último a su casa, bueno, apenas se habían levantado y ahora buscaban el baño para limpiarse la cara, sus padres no habían llegado de la noche anterior y su hermana se había ido a trabajar por lo que tenían la casa sola aunque no la iban a disfrutar.

Una vez llegaron al baño Samuel se miró  al espejo y se echó agua en la cara para quitarse las lagañas que se acumulaban en sus pestañas, pero mientras secaba pobremente su cara con su mano Adrián le tomó desde atrás, y al igual que él estaba erecto, por lo que esa longitud fue justo a su trasero sacándole un gemido.

Adrián movió las manos por la espalda de el castaño dándose cuenta de que ese era su punto débil porque disfrutaba demasiado que sus manos estuvieran allí, además de que estaba haciendo un vaivén allá abajo que le estaba excitando de sobremanera pero no sabia sabía que tenía que hacer después.

Rápidamente quitó la manos de la espalda para llevarlas delante, mejor dicho a la entrepierna de Samuel, de los dos Adrián era quien tenía menos vergüenza y había disfrutando tanto aquello que quería repetirlo mil veces más.

Tomó el miembro erecto de Samuel y lo empezó a masturbar, frente a ellos estaba un espejo, Adrián tenía la cabeza en el hombro del otro por lo que podía ver todas las expresiones del chico que se mordía el labio para no gemir de forma descontrolada, pero debían aprovechar la situación.

Adrián le dio la vuelta a Samuel para quedar de frente y le sonrió, como estaban recién levantados y sus bocas olían a basura solamente se dieron pequeños besos que rosaban los labios, nada de lenguas, y el castaño tenía su cepillo de dientes en su casa por lo que posiblemente se tendría que comer una menta para esconder ese horrible olor hasta llegar a su casa.

–No hay nadie aquí, quiero que gimas sin pena, por favor– Dijo Adrián susurrando, Samuel le agarró a él también y empezaron a lo mismo que la vez pasada, por tonto que le pareciera le daba vergüenza empezar a gemir como lo habían hecho antes, simplemente empezó a suspirar cerrando su boca con fuerza para que nada saliera.

Esta vez sus manos parecían manejadas por turbinas, iban rápido y por lo tanto ambos se corrieron de forma rápida, pero esta vez en el abdomen de Samuel sacándole una mirada de asco.

Pero Adrián empezó a tocarlas como había hecho la vez pasada, sus calzoncillos estaban en el suelo y él pegó sus penes además de su cuerpo para dejar una pequeña diferencia entre los abdómenes y así poder sacar un poco de semen y mostrárselo a Samuel.

–¿Qué pasa sí te lo comes?– Preguntó Samuel que poco a poco se le iba quitando el rojo en la cara, ahora se hablaban a los oídos porque su horrible aliento les ahuyentara, de eso estaban muy seguros.

–Probemos– Adrián sacó un poco con su dedo y se lo metió en la boca a Samuel, no sabía porqué, pero le excitaba mucho y sentía su pene levantarse otra vez, la lengua del castaño se movía en sus dedos como si fuera una paleta.

Luego lo hizo él y lo tragó automáticamente, no le veía gracia a hacer eso con él, y mucho menos con sus propios dedos, miró a Samuel y este estaba totalmente sonrojado, habían hecho una porquería de las grandes pero no les importaba.

–¡Quiero darme un baño!– Dijo rápidamente Samuel yéndose del sitio en el que estaba atrapado, sus erecciones habían crecido de nuevo y le apenaba la idea de volver a intentarlo.

–Oye...– Dijo Adrián casi retirándose de la habitación, mirando hacia atrás y viendo al chico con la toalla en la mano, esas que estaban en el baño por sí llegaba alguna visita, este solamente hizo jn sonido afirmativo acercándose para cerrarle la puerta –¿Y si nos bañamos juntos?–

Samuel negó y luego hizo una seña apuntando hacia atrás y luego le cerró la puerta, Adrián no entendía el porque y cuando llegó a su habitación tuvo una idea.

¿Tal vez porque siempre se habían visto delante pero nunca por detrás? Podría ser eso, tal vez Samuel no quería mostrarle su desnudez completa tan fácil, tal vez le estaba pidiendo sin hablar que así como “luchó" por hacer eso, también que lo haga por ver eso.

Después de unos minutos salió Samuel y corrió a la habitación de su novio aunque sabía que nadie le podía estar viendo, allí le esperaba el pelinegro en toalla y acostado en la cama mirando el techo, también el ventilador y ver que posiblemente debe de estar dañado porque siempre lo dejaba encendido, aún cuando no estuviera en su casa.

–¿Adri?– Preguntó el castaño haciendo que el otro se levantara –Perdón, no quise tirarte la puerta en la cara, estoy asustado, no quiero que veas la diferencia de tu cuerpo y el mío y más tarde me dejes de querer– Adrián le robó un beso, le tomó de la cintura y le volteó a un lado como nacen en las películas.

Sus toallas se cayeron pero ellos ya no eran consciente de que pasaba diferente a sus lenguas unidas y peleando por dominar la cavidad del otro.

–Perdón por el mal aliento– dijo Adrián y le robó un beso al chico frente suyo –Ya te dije que amo tu delicado cuerpo, y por atrás deberías sentirte orgulloso, tienes unas nalgas esponjosas y las mías ya crecieron todo lo que podían, pero como tú hagas ejercicio tus amigas van a envidiar ese trasero–

Le pegó una nalgada y se dio cuenta de que no había toalla por lo que le pegó en el glúteo y el chico se espantó, recogieron sus toallas y uno fue a cambiarse y otro a bañarse, ambos con su autoestima alta.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora