10. Domingo de descanso

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Como la vez pasada, Adrián había estado a la hora exacta tocando la puerta del castaño buscando por él, era bastante sorpresivo verlo a pesar de haber avisado antes, jamás había sido tan insistente con ver a alguien, pero con su Sami, lo necesitaba.

Una vez la puerta se abrió se llevaron la sorpresa del siglo, habían guardado su ropa una vez llegaron a casa y con indecisión se la pusieron por segunda vez, ambos, eso era una química increíble, o ambos pensaban del mismo modo.

Subieron las escaleras y llegaron a la habitación del otro que simplemente no cambió nada, la cama tendida y los libros, los cuadernos y el bolso a un lado, Adrián creería que incluso el ratón de la computadora estaba en la misma posición; pero había algo nuevo, un pequeño portafolio blanco con unas hojas dentro.

Era inevitable, Samuel se controló a sí mismo e hizo el trabajo sin ni siquiera avisarle a su compañero.

–¿Por qué no me esperaste?– Dijo fingiendo muy bien tristeza haciendo que el otro le abrazara y pegara su cara en el pecho del otro.

–Estaba aburrido, perdón si te hice gastar tu tiempo, entiendo si te quieres ir... – Dijo Sami creyendo realmente en la expresión facial del chico quien quedo impresionado.

–Tienes que curar mi aburrimiento viendo una película, ahora, si no te importa– el castaño abrió su boca por creer en el engaño del chico, había dicho que ni creería en nadie, pero ahí estaba.

–Veremos la película, pero no vuelvas a hacer eso– Ambos bajaron y se sentaron en el sofá que tenia vista panorámica a la televisión, una película de acción no estaría mal en todo.

Tuvieron una pequeña discusión que acabó ganando Samuel, ambos optaban por géneros diferentes: Mientras que Adri aseguraba ser un fanático de la saga de Terminator, Sami decía que amaba la película de Intensamente y después de unos labios fruncidos y besos en la mejilla el pelinegro aceptó.

El de ojos grises estaba totalmente cómodo con un brazo estirado en el sofá y su cuerpo acomodado perfectamente, pero por otro lado Samuel no sabía como estar para acomodarse.

Había dormido mal toda la noche y tenía un dolor de espalda insoportable, siendo sincero pensó que lo más lógico sería estar acostado pero no encontraba el dónde, pero en ese momento vio las piernas de Adrián que eran considerablemente más grandes que las suyas y le entró una idea a la cabeza.

–Adri...– Susurró levemente para llame su atención, este dejó de mirar la película para verle a él con una mano en su espalda y una cara se sufrido, se preocupó automáticamente.

–¿Qué pasa Sami?– Dijo alegremente el otro sobando la mejilla y fijando los ojos, este le señalaba sus piernas, y aunque al principio entendía de todo menos el mensaje principal logró comprender.

Samuel se puso de lado y automáticamente descanso, el dolor se disipaba lentamente haciéndolo sentir más tranquilo y cómodo y por fin podía ver la historia por la que tanto había peleado.

Pero después de unos minutos silenciosos se sorprendió y distrajo al sentir una mano en su costado, esta era del chico que le besaba regularmente y que ya convencido le gustaba.

La mano subía lentamente y bajaba, pero no era entera, solo eran los dedos y no podía sentir nada pero después de unos segundos, muy lentamente sentía como la mano se separaba para alzar un poco la camisa y colocar los dedos en su piel al aire libre.

Apenas el tacto llegó sintió esas manos suaves (al menos para él) que subían y bajaban por su costado Rosando las yemas de sus dedos y haciéndole cosquillas, se sentía tan bien que algunos sonidos extraños salieron de su boca.

La película solo era una tontería, ahora sus ojos estaban cerrados mientras su mano también sobaba la pierna de Adrián, ambos se daban ese tacto, aunque el último no lo podía sentir porque para eso tendría que quitarse los pantalones.

Después sintieron como la película terminaba y habían pasado cerca de una hora y media tocándose levemente, Samuel se levantó y miró al chico que enfocó su vista en él.

Quitaron sus manos y juntaron sus labios, este beso era diferente a cualquier anterior, ya no iba lento si no qué, de comienzo, sus lenguas se movían ágilmente, como si tuvieran experiencia y pelearan por un territorio de mucha riqueza.

Las manos de Samuel se fueron a los hombros de Adrián y hacía leves masajes allí, pero ya no se encontraba a un lado sino encima, sentado en sus muslos y sin separar la lengua del contrario.

Ahora las manos de Adrián entraron en la camisa de Samuel y sobaba su espalda rápidamente de casi el cuello hasta la espalda baja y subía, ese momento tenía ambas caras ardiendo.

Pero la cosa se puso más seria cuando los pantalones de ambos se inflaban, se sentían apretados y ambos sabían porque eran porque su madre (en el otro caso su hermana) le había dicho que estaban excitados.

Lentamente se separaron viendo como un hilo de saliva dejaba evidencia de lo peligroso y ardiente que había sido ese momento, lentamente el chico mayor se levantó y fue con una excusa al baño a esperar a que su problema bajara.

Pero antes de irse se dieron un beso, sus familiares les habían dicho que eran peligrosos esos momentos y ellos lo habían diferenciado, estaban orgulloso de si mismos y atraídos hacía el otro.

Al menos a Samuel le había quedado claro algo, quedarse en un sitio solo con Adrián era su placer culposo, al igual que sus labios.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora