18. Dormir Juntos 2/2

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Dejaron la camisa de Samuel y ágilmente pero sin maltratarlo Adrián lo colocó debajo suyo y se posicionó arriba, sentando en sus muslos y sobando la cintura que por improbable que fuera, tenía –Ves, eso te hace hermoso–

Lo tomó por la nuca y juntó ambos labios dándose un beso que dejaba todo de forma bastante caliente, el pelinegro manejaba la situación a su favor moviendo la lengua como le daba la gana y manejando al contrario que le encantaba esa faceta.

Samuel totalmente nervioso llevó su mano hasta uno de los pezones de Adrián y lo jaló de forma fuerte haciendo que un gemido saliera por su boca, lo hizo una y otra vez hasta que paró por si tal vez rompía el placer que sentía allí.

De un momento a otro las manos del castaño quedaron con las del pelinegro y se miraron a los ojos, estaban erectos, su piel ardía y deseaban hacer algo más que darse besos que lo podían hacer cuando quisieran porque eran novios.

–¿Qué hacemos ahora?– Preguntó el castaño haciendo que el otro alzará los hombros y le abrazara, pero en ese momento, debido a la tela fina que tenían ambos sus miembros se tropezaron e hicieron que un gemido saliera de la boca de Samuel.

Adrián al ver la cara de satisfacción instantánea de su novio volvió a hacerlo una y otra vez sintiendo un cosquilleo en todo su cuerpo que le pedía más y que se negaba a terminar.

Cuando el pelinegro bajó la mirada se avergonzó automáticamente, sus erecciones eran visibles a través de la ropa, él sabía que podía generar más placer que eso haciendo otra cosa de las que su compañeros hablaban como auto-placer.

Adrián mordió el labio inferior de Samuel para captar su atención y le miró a los ojos sonriendo, quería tocarle y hacerle sentir bien, pero después comprendió la estupidez que acababa de decir, no sabía como complacer de esa forma porque se había negado a escuchar a sus compañeros de clase cuando Samuel se iba con sus amigas.

–Deberíamos dejarlo– Dijo el castaño recuperando el aire moviendo sus manos para echarse fresco intentando quitar el sonrojo.

–Me encanta estar contigo, retomaremos esto otro día cuando sepamos que hacer– Samuel asintió sonriendo y se agarró de los hombros de Adrián para caer encima de él.

En ese momento sus erecciones fueron bajando hasta ponerse normales, ya todo había pasado y aunque Samuel estaba costado encima de Adrián ya no estaban haciendo nada que pudiera calentarlos de sobremanera.

El pelinegro sobaba la espalda del otro con delicadeza, tanto así, que Samuel pensaba que era un cristal y que el otro temía romperlo, el castaño era muy aseado pero se había dado cuenta de algo, Adrián se comía las uñas.

–Oye...– Dijo el chico con los ojos cerrados parando las caricias del otro, quien usó sus manos para acercarle la cara y darse un corto beso que hizo sonreír a ambos.

–¿Sí?– Por un momento Adrián temió que le dijera que se había arrepentido de ser su novio, que ya no le quería o que estaba jugando con él.

Mientras hacía disfrutar al otro con las yemas de sus dedos estaba pensando en ese momento, estaba obsesionado con el castaño y sus besos, sus pecas, su timidez y arranques de coraje con los que se sonrojaba, ya no podía imaginarse lejos de su novio.

–¿Me dejas cortarte las uñas? Las tienes asquerosas– Adrián se sintió apenado por el comentario pero al ver la sonrisa que estaba en el rostro del otro entendió que era juego, una simple tontería.

El pelinegro se sentó en la silla en la que habían investigado para el trabajo que les resultó genial, pero para su sorpresa Samuel no quiso sentarse en la otra sino encima de él.

Sacó de detrás del computador una pequeña cartuchera que tenía un cortaúñas y un alicate, estaba algo desgastada y le pareció raro en una habitación tan ordenada como la tenía él.

–¿Por qué esta tan desgastada?– Preguntó el chico sonriendo haciendo que otro bajara la mirada más a sus uñas que estaba alineando para cortar perfectamente.

–¡Debes prometer qué no le dirás a nadie!– Aclaró el chico mirando el suelo asustado, terminó con el último pedazo y miró fijamente a la pantalla de su computador; el otro asintió dejando todo en silencio.

–Yo no soy totalmente afeminado, no quiero ponerme vestidos ni pintarme los labios, no me gusta, pero me muero por ponerme unos pendientes, pintarme las aulas o hacerme un tatuaje, es algo que está en mi futuro– El chico tomó aire mientras se sobaba las piernas de firma nerviosa –Yo quiero hacerlo pero mis padres se morirían, espero que sigas conmigo después de eso, a la gente aveces le dan asco los afeminados y...–

Sintió unos labios sobre los suyos y era Adrián que le había besado con dificultad mientras le tenía contra su pecho, abrazándole, compartiendo de la típica calidez de sus cuerpos.

–¡Ahora te quiero más que antes sí eso es posible!– Dijo y le volvió a besar animando más el ambiente –Te agradezco por contarme eso, y sí algún día lo haces cuenta conmigo, no me gusta pintarme las uñas pero sí lo haría por ti, porque te apoyo, y aunque cambies lo de afuera dentro de ti siempre seras ese castaño que me gusta–

Al final le cortó solamente como tres uñas y la otras seguían siendo una mierda, pero estaban felices de compartir esos sentimientos con el otro –¡Vamos a dormir juntos de una vez por todas!– Apagaron las luces y Adrián llevó a Samuel hasta la cama tomado por el brazo y lo tiró para colocarse encima de él.

La posición no era incómoda para ninguno, todo lo contrario, pero Samuel estaba intentando quitárselo para molestarlo, pero tocó ese abdomen y pecho, y lo hizo por un rato más hasta quedarse dormido, había sido la mejor noche del mejor día de toda su vida, sin duda.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora