17. Dormir Juntos 1/2

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Adrián llevó al chico a su casa mientras iban caminando muy pegados, él pasaba un brazo por los hombros del otro para mantenerle cerca, aunque tenía unas ganas muy fuertes de besarle hasta robarle el aliento, pero no podía en ese instante.

Tocaron la puerta y después de cinco segundos la madre abrió y abrazó a su hijo, estaba preocupada, los chicos se miraron para dar a entender que no debían decir nadan de su noviazgo y del parque de diversiones.

–Mamá, ¿Adrián se puede quedar aquí?– Dijo una vez se soltaron y tomó de la camisa al otro para que escuchara la respuesta.

–Claro, pero debe avisarle a sus padres y sí ellos aceptan así será– Ambos asintieron, uno sonriendo y el otro confundido pero también sonreía –Esta casa es tu casa, hijo–

Él asintió y entraron a la habitación de Samuel y sacó su teléfono pidiendo a todo lo existente que la respuesta sea un sí, que no haya problema y que mejor aún, le dejen ir otras veces más.

–Hola mamá, ¿Me puedo quedar a dormir en la casa de mí amigo?– Reafirmó el mí para dar a entender qué amigo era, su madre suspiró y pensó rápidamente, su esposo no estaba por lo que la decisión era completa de ella.

–Pero si vives a una cuadra, ¿No es mejor qué estés aquí?– El chico se rascó la nuca entendiendo el porque el chico (aparte de ser novios) quería que estuviera aquí, era su primer amigo con el que festejaba un cumpleaños, y utilizaría eso a su favor.

–Mamá, es la primera vez que festeja un cumpleaños con alguien diferente a sus padres, tengo que quedarme aquí– Su madre volvió a suspirar y se mordió el labio detrás de la linea, solamente eran amigos y podía confiar porque estaba a una cuadra.

–Esta bien, pero mañana vienes antes del almuerzo o sino estas castigado– El chico hizo un sonido afirmativo y le mandó muchos besos, volteó y fue donde el chico castaño y su madre que se ubicaban a unos pasos.

El pelinegro asintió y Samuel le tomó de la mano y lo llevó arriba, subieron las escaleras y llegaron a esa habitación tan ordenada donde no se soltaron de las manos, al contrario, las entrelazaron.

Rápidamente Adrián se dirigió a la espalda de Samuel y dio muchos besos en ella, la mordió suavemente y se dio una vuelta para llegar a los labios que estaban entreabiertos por el mínimo dolor que le había causado, metió su lengua de forma lenta y la chocó con la otra, se separó obligando a Samuel a sacar la suya para morderla.

Rápidamente el castaño le empujó y sonrió tapándose la boca –Deja y te saco un pijama ¿Sí?– El otro asintió y se sentó en la cama con los labios y el ceño fruncido, había cortado ese momento, pensó en ese momento en esos segundos y después le tiraron unas prendas en la cara.

Solo tenía la aparte de abajo, Samuel fue al baño y le asintió con la cabeza para que supiera que iría a cambiarse y que debía hacer lo mismo, sino le mirarían y sería incómodo.

Se quitó la camisa y se tocó levemente el abdomen, no había hecho mucho ejercicio como para sacar los cuadros que llevaba dentro pero si mantenía el abdomen rígido, además se sentían medianamente bien las tabletas de chocolate que tanto había luchado.

En el baño Samuel se tocó el abdomen faltando ya la camisa, no estaba gordo, no tenía ni una pizca de grasa en este, así era él, pero eso no le gustaba y seguro al otro chico tampoco.

Una vez se vieron Samuel se sonrojó enseguida, el ver a Adrián sin camisa y con ese abdomen le hizo morderse el labio, automáticamente entendió porque las chicas decían que era apetecible y que era el más lindo de la clase, pero ahora es su novio.

–¿Dónde duermo yo?– Preguntó el pelinegro peinando mal su cabello alzando los brazos que también estaban ejercitados, le estaba provocando para hacer cosas de besos.

–Aquí– Palmeó la cama al lado suyo y el chico se tiró allí hasta estirarse, Samuel no entendió lo malo así que se acomodó en el pecho del chico.

Este le guió su mano hasta su abdomen para que se lo tocara, le vio con ganas y así eran, Samuel posó la mano y empezó a hacerle pequeñas caricias a Adrián quien le sobaba el cabello, como le hubiera gustado tener ese color de cabello, de ojos, esa altura, lo ordenado.

Pero sonrió apenas el chico se alzo alzó un poco acomodándose encima suyo y le besó, el otro le puso las manos en el pecho mientras le miraba sonriendo y él por único reflejo colocó las manos en su cintura.

Volvieron a hacerlo mordiéndose y juntando sus lenguas, lamiendo las mismas en “el beso francés" que le había enseñado el de ojos grises y se sonreían.

Samuel tenía una camisa blanca bastante transparente que le hacía ver muy lindo, el pelinegro se la alzó un poco para tocar su abdomen pero rápidamente le empujó la mano frunciendo un poco los labios con mirada arrepentida, quiso bajarse pero el otro le tomó más fuerte.

–No sé sí estas gordo, flaco, con músculos o sin ellos, solo quiero verte y te prometo que no me voy a burlar o algo por el estilo, yo te quiero mucho, y a tu cuerpo también– El castaño sonrió y levemente se quitó la camisa, una vez lo hizo Adrián sonrió por la confianza y le tocó levemente los costados, su piel era suave y quería seguir buscando esas pecas que encontró en la parte derecha de su abdomen.

El collar cayó y ambos lo miraron, no había una referencia más clara de lo que estaba pasando, Samuel, el adorable y tímido estaba a completa disposición de Adrián, quien estaba compartiendo el mismo sentimiento, se querían mucho y no era por ser novios, desde la primera vez que se vieron, confiaron en el otro.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora