45. Mejor sanador del mundo mundial

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Empezaron y fueron mal, rápidamente Samuel fue asesinado por la espalda, todos voltearon y el tanque fue gravemente herido dejando a los otros indefensos, esa técnica que tanto habían hecho les fue dada, una cucharada de su propia medicina.

Después tomaron confianza y Sergio cuidaba las espaldas de su equipo, aveces Cristhian llegaba corriendo por sanación y lo mataban antes de llegar a su amigo, que a su vez tenía problemas en debilitar al enemigo, que lo hacían perfecto cada vez que venían por la espalda.

Estaban bastante nerviosos pero lo que no sabían es que el otro equipo también lo estaba, no sabían  contra quien batallaban exactamente pero eran buenos y les daba competencia, además estaban siendo vistos por la compañía en vivo.

Debían ganar sí querían entrar a la clasificatoria y un equipo de cualquier as les estaban ganando, cambiaban de composición a cada rato aplicando hasta tres sanadores y un tanque, pero este fue remplazado por uno de ataque.

El primero en desaparecer fue Sergio, un francotirador profesional le destrozó a distancia siendo él uno, no pudo hacer nada que mirar a sus amigos sin poder hacer nada, todos le reprocharon, estaban ganando y había uno que necesitaba una muerte para perder, pero ya habían perdido la ventaja.

–¿Qué deberíamos hacer?– Preguntaron a a Sergio que miraba el juego desde el aire y analizaba las estrategias de su equipo como las del contrario, y era cierto que tenían una debilidad.

–Samuel es la clave de nuestra composición, sé que te quedan menos de cinco vidas– Le dijo sonriente a Cristhian– Pero debes gastar una en matar al tanque de ellos que les queda una sola, y luego cambiarte por alguno que proteja y que este detrás del tanque nuestro–

Asintió y así lo hizo, el equipo contrario era débil por perder a una de sus fichas que más habían cambiado, estaban tan desesperados que pensaron que sin alguien fuerte podían mantenerse, y cuando se lo pusieron era demasiado tarde.

El francotirador del equipo contrario mató también a Cristhian en su última vida, estaban en desventaja numérica, pero Samuel utilizó su habilidad, y con esa pistola que no hace casi daño pero que tiene gran cadencia, lo asesinó y curó y agregó daño a su tanque que pudo acabar con los otros dos.

La escena era tensa, Samuel tenía tres vidas, los del equipo contrario tenían dos, y Adrián tenía una, el castaño no quitaba la vista de su novio para curarle, cuando quitaron las pantallas el pelinegro le tiró un beso y el otro lo atrapó.

Uno de ellos mató a Samuel y fue por el tanque que colocó su escudo para protegerse a sí mismo, pensó que moriría, pero su novio empezó a curarle desde lejos y a debilitar a su enemigo, luego volvió a utilizar su última habilidad, y mató a su rival terminando con él.

Adrián murió también pero le quitó una vida a su rival, sí no hubiera fallado ese último toque hubiera sobrevivido y luego Samuel le curaría, pero ahora estaban en un uno para uno.

–¡Confío más en ti que en ninguno, dependemos de ti!– Le gritó desde el otro lado de la habitación, era el sanador más débil y con menor daño, también estaba contra el personaje de ataque con más daño.

Sacó su pistola y se dirigió al combate y suspiró como si fuera real, como si fuera su última vida y debía matar a su contrincante, salió de su escondite disparando como un idiota y moviéndose de izquierda a derecha frenéticamente para que no le disparara en la cabeza y lo terminara rápidamente.

Cuando su rival se acercó él comenzó a darle vuelta mientras disparaba a la cabeza, su daño era poco para matarlo rápido como los personajes de sus amigos, miró su vida y estaba a cincuenta por lo que empezó a pegar golpes a melé combinados con disparos.

Se alejó rápidamente viendo los disparos detrás suyo, se escondió en una esquina de la casucha que había y esperó para recuperar un porcentaje de la vida por estar quieto, salió nuevamente y tomó por sorpresa a su rival que saltó del susto.

Samuel podía apreciar las faldas de su personaje moviéndose de un lado al otro pareciendo casi irreal siguiendo sus ordenes, el personaje contrario le quemó haciendo lo mismo que la hemorragia, daño por tiempo.

Ambos se daban disparos certeros, el rival se quedó quieto y cuando se agachó para evitar las balas de su rival, este utilizó su última habilidad para subir su daño y curarse cincuenta de vida que lo mantuvieron en la batalla los segundos suficientes para acabar con su enemigo.

Le pegó en la cabeza y luego un golpe en el cuerpo, era irreal, pero él, un don nadie en ese juego, mató a un profesional, la dinamita del rival estaba en el suelo y Samuel miró su vida dándose cuenta de que estaba a uno, luego esta explotó y lo mató, pero ya no importaba, la victoria había sido suya y para sus amigos.

Mientras que los profesionales lloraban por la frustración, impotencia e incredulidad hacia los muchachos, estos se abrazaron de la felicidad, habían ganado algo realmente importante y no podían creerlo.

Los gritos atrajeron a los padres del de ojos azules que les explicó todo de forma extraña y más complicada e irreal de lo que era –Resumido, ¿Qué quiere decir eso?–

–Que hay una alta posibilidad de que una compañía internacional nos llame para jugar una copa olímpica y con ella ganemos reconocimiento, dinero y hasta un trabajo en un programa de televisión– Dijo Samuel sonriendo mientras que lo demás asentían frenéticos.

–Espero que sea así y que no estén jugando con nosotros, aunque sí es verdad deberían contárselo a sus padres, además de que se está haciendo de noche está noticia merece una celebración– Ellos sonrieron y asintieron nuevamente –Solamente si ocupan los primeros puestos de su escuela–

Todos se despidieron y se fueron, felices por haber logrado una meta importante en su vida por la que podrían ser reconocidos.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora