21. Contando la verdad

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La pijamada ya llevaba una semana y se lo habían pasado muy bien, estaban pensando en hacer otra pero con el novio de Sergio aunque era algo difícil porque su casa era pequeña, pero igual tampoco eran tantos.

Adrián estaba al lado de Samuel en el respaldar de la cama, aveces se daban besos y acariciaban sus mejillas o los muslos de forma cariñosa, en ese momento el castaño tenía su cabeza apoyada en el hombro del otro.

–¿Recuerdas mi promesa?– Sami asintió levemente, estaba tan cómodo que no quería levantarse ni para mirarle a la hermosa cara, apreciar su hermosa sonrisa, y ver sus hermosos ojos grises, ver su hermosura.

–¿Puedes explicarme eso de que te golpeaban?– Samuel asintió levemente recordando todo el evento “traumático que había vivido", dejo su flojera y se colocó enfrente de Adrián para hablarle y que le entendiera, eso era de suma importancia.

Samuel le dijo que no le interrumpiera por nada del mundo, no quería volver a recordar todo de nuevo y que quedara claro era genial para evitar lo anterior.

“–Cuando yo estaba en mi antigua escuela había un chico que era muy guapo, tenía los ojos azules y crespos rubios y a me gustaba, pero él era homofóbico, pero uno de sus amigos me dijo que nos íbamos a encontrar en un sitio especial y así fue, todos los días yo le compraba comida e íbamos a comer helado– Tomó una pausa y las manos de Adrián, estaba temblando y necesitaba de él en esos momentos– Me citaron a un lugar privado y allí me golpearon entre cinco y seis, me arrinconaron contra una pared y me golpearon fuerte y me dijeron cosas feas además de escupir encima, me dejaron quieto hasta cundo vieron sangre, la única oportunidad que tuve para irme–"

Adrián le apretó entre sus brazos lo más fuerte que pudo y le secó las lágrimas con su dedo pulgar, le ardía la sangre de ver las injusticias sobre un chico tan bueno solo por su condición sexual, hay personas que merecen eso, pero Samuel no es una de ellas.

–Ellos me pegaron por un mes más cada vez que le veían caminando por la calle, mientras preparábamos la mudanza– El pelinegro le calló con un beso lleno de emociones, tristeza, apoyo, ira, impotencia, pero como lo recibió el castaño era diferente, él lo percibió con amor.

Adrián le daba pequeños besos por toda la cara para ver sí el chico tenía cosquillas, y cuando bajó por su cuello el otro sonrió y le separó, sus lágrimas se habían disipado, el chico era simplemente un amor de persona.

Adrián se tiró encima de él y empezó a morderle el cuello despacio, más que ser un prototipo estúpido de vampiro, intentaba rozar sus labios con esa parte para que el otro empezara a reír mucho, quería sacarle de ese pasado horrible, pero no podía devolverlo, en ese caso lo mejor era ayudarle en el futuro.

–¿Me quieres?– Preguntó el castaño acunando la cara del otro que estaba encima suyo, alzó una ceja esperando la respuesta obvia.

–Muchísimo, ¿Tú a mi?– Preguntó el pelinegro copiando el mismo gesto, pero también sonrió al ver que el chico no se había quitado la cadena en ningún momento, seguro hasta se bañaba con ella.

–Demasiado– Samuel se lanzó a los brazos de Adrián que en ese entonces ya lo estaba esperando, terminaron juntos y pegados en el suelo dándose besos lentos que los hacían sonreír.

Un tos les llamó la atención y miraron hacia la puerta, sonrieron mucho al ver que la madre de Samuel no ponía cara de preocupación ni enojo, más bien parecía feliz y es por su hijo, jamás le había visto divertirse así con alguien.

Aún así, el padre estaba de acuerdo con que su hijo tuviera novio, y aunque la madre no lo creyera, el señor estaba convencido de que sí tenían sexo él haría de mujer y le dolería mucho; por eso estaba enojado de que los dejaran andar solos, pero era incapaz de enojarse con su esposa por lo que simplemente se calló.

Cuando la señora se fue Adrián tuvo la iniciativa de hacer algo, era obvio que a Samuel no le gusta estar así, o eso sería lógico, el pelinegro también estaba cansado y sin más lo soltó:

–Le diré a mis padres que me gustan los chicos– Dijo Adrián y el castaño se alertó automáticamente mirándole serio –Así podremos ser nosotros enfrente de todo el mundo, sin miedo–

–Pero yo también tengo miedo, de que me vuelvan a golpear por saberlo, de que intenten abusar de mi, no solo sexual...– Samuel había vuelto a llorar, para el de ojos grises eso había sido un error, dañó el momento.

–Eso no va a pasar, ¿Sabes por qué?– El chico le miró expectante, rápidamente en pelinegro le envolvió en los brazos y le besó la cabeza repetidas veces –Porque yo te voy a cuidar, no voy a permitir que nada te pase, mientras estés conmigo te protegeré, siempre que pueda...–

–¿Y si te quieren pegar a ti? No puedo defenderte peleando a puños– Dijo el castaño nervioso sintiendo el olor de la camisa del otro o tal vez su pH.

–Solo con escuchar tu voz tendré las fuerza suficiente para pelear, y con ver a tus ojos, tranquilizar eso que lleve por dentro– Adrián sonrió y le tocó la pierna al otro sobando dándole apoyo.

–Pero entonces di a tus padres y luego somos nosotros, tienes que darme tiempo, en serio tengo miedo aunque contigo me siento más seguro que nunca– Se dieron un beso en la boca lleno de confianza, necesitaban estar juntos para pasar todo eso que se les venía, o sino pasarían un muy mal rato.

–Por ti vale la pena esperar toda una vida– Adrián sabía que esas frases que leía en las redes sociales le servirían alguna vez, como ahora.

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora