7. Amigo celoso

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Hace una semana y algunos días Adrián había dicho que era aburrido ir a la escuela, Samuel hubiera afirmado que estaba nervioso y prefería clases en casa, pero ese preciso jueves estaban totalmente felices por el trabajo en grupo de lengua castellana que les había sido asignado, aunque era un poco idiota estar feliz por tareas tendrían que compartir más tiempo y esta vez será en la casa del castaño.

–¿En qué piensas?– Le dijo el amigo de Adrián al mismo, después de estar una semana con el otro chico que le gustaba, entendió que debía compartir tiempo con su amigo de siempre, estaba celoso por el abandono que realidad le estaba dando y que no merecía.

–Tonterías– Dijo después de desviar su mirada de Samuel que estaba relacionándose con un grupo de chicas que parecían amigables, pero ese no era el tema, es que le sonrisa que ponía le llenaba de felicidad, si no hizo el mismo gesto es porque no quería que el chico a su lado no le hablara más.

–¿Te gustaría hacer el trabajo de español conmigo?– Preguntó el chico con una sonrisa peinando su cabello, se preocupaba de sobremanera por su apariencia sin razón alguna, le parecía bastante gracioso verlo revisándose con un espejo.

–Lo siento, no puedo hacerlo, ya lo trabajaré con Sami– Dijo el chico alzando la ceja derecha mientras el otro negaba lentamente con un toque de de decepción en la mirada, tenía razón en hacerlo así y ambos lo sabían, incluso el castaño que estaba a unos metros mirando la escena.

–¿Sami? Ni con todos los años de amistad me has llamado por un apodo, ¿y a él si? Sin duda él es tu amigo, pero yo no– El de ojos azules se levantó y fue directamente a hablar con Carlos y Sergio, había explotado y su amistad estaba en un hilo y es poco probable que suceda ser tan amigos como antes.

Samuel se colocó donde estaba el chico y le colocó una mano en su hombro, mirándole con apoyo y el pelinegro corrió a abrazarle, quería volver a hablar con su amigo, contarle que era gay y que le gustaba el castaño, pero no quería ser juzgado, además ellos serian capaces de hacerle daño a ambos pero a Sami, su Sami, y prometió que eso no pasaría.

Después de las clases estuvieron un rato en la esquina de la escuela, nadie iba allí por lo que estaban los dos sentados en la terraza de una señora para hablar de tonterías, en total, casualidad o no sus padres les habían avisado que no podían ir por ellos, que vinieran caminando y que lo sentían mucho, pero estaban felices de ese suceso, después de unos cinco minutos Adrián compró una paleta para Samuel y se fueron de ahí a sus casas.

Aunque no lo desearan no podían dejar de mirarse y reírse las veces que pillaron mirando los labios del otro mientras lamían los suyos, aunque es poco posible que sí siguen así resistan besarse estaban contentos haciéndolo, disfrutaban bastante mirarse mientras hacían gestos obscenos, más Samuel con la paleta, no sabía cómo pero aveces movía su lengua como recordaba hacerlo cuando se besaban, momentos que le ponían tan feliz y que moría por repetir.

Se encontraban a unas cuantas casas y se tendrían que separar, en realidad querían pasar más tiempo y como excusa solo tenían eso de la paleta por lo que el pelinegro le paró para conversar de algo en específico.

–¿Te gustó eso?– Señaló la paleta y Samuel, sin pensarlo dos veces, se abalanzó a sus labios y sin querer se le cayó, quiso golpearse por eso, pero la risa de Adrián en su boca más la forma posesiva en la que le agarraba de la cintura lo mantuvo atado.

Se dejó llevar por el chico importándole poco lo que sucediera en la calle, el podía decir que era homosexual sin miedo a lo que los demás dijeran, el pelinegro era el del problema, y si este pensaba que besarse en público era buena idea también lo era para él.

Samuel sentía al pelinegro como una figura imponente, lo era, además de aje sus facciones, gestos y forma de hablar era muchísimo más masculina, además de que su forma de ser era más tosca y fuerte mientras el castaño era sumamente sumamente delicado.

–¿Adrián?– Sergio susurró suavemente mientras los miraba y se notaba sorprendido, los chicos no se percataban de su presencia y ahora se daban un abrazo mientras sonreían –¡Adrián!–

Ambos chicos miraron hacia la dirección del de ojos azules, Adrián instintivamente se colocó frente a el castaño y luego se asustó, su cara de terror era real, Samuel se aferró de la camisa del chico y luego le miró a los ojos, se vieron por un momento y el castaño le dijo todo lo que no pudo con palabras a través de esa mirada.

–Por favor no digas...– Un grito lo mando a callar, la calle estaba totalmente vacía y por eso estaban allí sin moverse, pero el chico de ojos grises seguía asustado de que alguien lo viera, cuando segundos atrás la realidad era otra.

–¡Pensé que eras mi amigo! Adrián, ¿En qué te falle?– Secó sus lágrimas y corrió en dirección contraria, los chicos estaban sorprendidos y respiraban de forma irregular, sabiendo que estaban en algunos problemas.

Pero las palabras no se iban de la cabeza de Adrián, ¿Tal vez su amigo estaba triste porque no le había contado? ¿Le diría a todo el mundo? ¿Le apoyaría incondicionalmente o no alcanzó a escuchar las palabras antes de que le callara?

–Vamos Adrián, debes ir a tu casa a reflexionar y pensar en una forma de que tu amigo te perdone– Dijo Samuel dándole un beso en la mejilla para que se calmara un poco –Recuerda que cualquier cosa estoy aquí, cuentas conmigo siempre–

Primer amor (#Pequeño Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora