Primer amor (#Pequeño Amor)

46. Despedida

Samuel y Adrián se miraron fijamente y luego a la madre del segundo, estaban frente a la casa de uno de los amigos del pelinegro, sí es que lo pueda considerar así, y sí la dirección era correcta, aunque es poco probable que Rodrigo mienta.

Salieron levemente y tocaron la puerta, una señora furiosa y atrás un hombre tomando lo que parecía cerveza miraron en su dirección, les asustaron rápidamente, aunque el castaño tomó la iniciativa –Queremos ver a Carlos–

Ella asintió y dejó la puerta casi cerrada, Adrián tomó de las manos a su novio y lo besó levemente, escucharon unos pasos y ellos se separaron y Samuel se alejó un poco para no poder ser visto por el chico.

–¿Qué mierda quieres maricón, no tengo todo el día– Adrián suspiró apretando los puños pero luego sacando la sonrisa de fondo del alma, estaba pensando en su novio y no en el idiota que tenía adelante.

–Quería decirte que lamento todo lo que te pasó, no sé sí eso pasó por la desconfianza a ti, o no aguantas a los homosexuales, pero yo era tu amigo y debiste aceptarme tal y como era y esto no pasaría– Dijo Adrián bajando la mirada esperando algunas palabras toscas, fuertes o hasta un golpe.

–Tú lo dijiste, eramos amigos, ya no me importa lo que pase contigo, y puedes irte a la mierda con tu chico, me vale nada y menos lo que pase con ustedes, no eres importante para mi– Dijo orgulloso Carlos con los brazos cruzados, Adrián no entendía su punto de vista pero tenía que respetarlo.

–Solamente te perdono por todo lo que ha pasado, lo que me has hecho y que me perdones por lo que he hecho, toma esto, lo compré para ti– Le entregó un pequeño pequeño peluche en las manos, era un rinoceronte que Samuel le aconsejó comprar, pero el mayor lo tomó y lo rompió por el cuello para dejarlo tirado en el suelo.

Adrián se dio la vuelta y Samuel seguía escondido en la pórtico, una vez se cerró la puerta él tomó el peluche y se lo metió en el bolsillo corriendo detrás de su novio y luego metiéndose en el auto que aún les esperaba.

–Parece que no les fue muy bien– Adrián negó y suspiró mientras el auto se ponía en marcha, era una pena perder una amistad de tanto tiempo de esa forma, pero no era una amistad real, con Cristhian sentía más cercanía y confianza, frente a él podía hacer lo que quisiera sin miedo a ser juzgado.

–Menos mal recogí esto...– El castaño mostró el peluche partido en dos y su novio le miró raro, que podía hacer con eso, pero le leyó la mente y después le contestó –Lo voy a coser para tener un recuerdo suyo, simboliza todas las amistades que Rompiste por algo bueno, ser tú mismo–

El auto se quedó en silencio por unos segundos, de la mente del de ojos grises no se podía quitar la imagen del ambiente en el que está Carlos, con razón era así, no tenía ningún buen ejemplo.

–Samuel, ¿Adrián podría quedarse en tu casa hoy? Es viernes y no habrá problema con la escuela, además podrá estudiar, es que iré a ver a tu hermana, tal vez ya pueda estar en casa– La madre estaba en la calle del parque esperando la respuesta del castaño.

Este señaló a su novio el hombre con camisa blanca, pálido y flaco que miraba los planos, armaban la decoración del parque para navidad –Sí, no hay problema, nuestra casa es su casa, para Adrián, ustedes, Allyson y hasta el bebé hermoso que tuvo– Ella sonrió y fue directamente a la casa de él.

–¿Ese es el padre de vainilla?– Preguntó Adrián mientras el otro chico sonreía pensando en algo que sería realmente lindo, por eso era bueno tener amigas con papás importantes que además les caes bien.

Ambos salieron y caminaron hasta la puerta de su casa, tocaron y les abrieron, eran los padres de Samuel con una sonrisa y una pizza en la mano, lista para ser devorada por los muchachos, pero llegaron tarde, casi toda había sido consumida por los adultos que pensaron nadie les vería, pero no fue así.