Adrián había acomodado cuentas en la casa de Samuel con él, exactamente hace un mes había conocido al castaño que le conmovió la vida, le hizo perder su primer beso y con el que se sentía mejor de todos sus amigos, aunque estaba convencido de que lo suyo no era una simple amistad.Era una posición bastante cómoda en la que se encontraba, en el mismo sofá de la vez pasada que está ubicado en la sala, a espaldas de la puerta, Samuel estaba costado de piernas abiertas y Adrián estaba en la misma posición solo que encima del otro y un poco más abajo.
El pelinegro tenía su cabeza en el abdomen del otro quien le sobaba los cabellos lentamente, algunas veces se las despeinaba para peinarlo con la mano de nuevo, también sobaba sus mejillas y un poco después su pecho.
–¿Tus padres no nos van a interrumpir?– Dijo Adrián levantándose de la posición y sentándose cerca del pecho del chico, aún sobraba un espacio, ambos eran delgados pero Samuel lo era bastante más, además no hacía ese ejercicio recurrente del de ojos grises debido a que este vivía más cerca del parque y era más activo.
–No, me dijeron que se llevarían todo el día, aún así, ¿De qué nos interrumpirían?– Preguntó el chico de forma estúpida alzando una ceja con la boca medio abierta, respiraba por allí porque tenía la nariz tapada.
–Esto– Se abalanzó hasta chocar fuertemente con sus labios e incluso con sus dientes, el choque había sido incómodo y un poco doloroso, por eso el pelinegro le detuvo las manos contra el sofá para que no le apartara.
Samuel quiso resistirse pero al sentir la lengua dentro de sí se calmó un poco, siguió con el juego e incluso sonrió al ver que el chico lentamente le dejaba las manos sueltas para poder sujetar su cara y hacerlo un poco más profundo.
Vaya que estaba feliz de poder compartir esos momentos y que sus padre no estuvieran allí, sentía como las manos del otro bajaban por su cuerpo hasta llegar a su abdomen, era plano pero no estaba duro porque no hacía ejercicio, diferente al chico a su lado.
Un sonido vergonzoso salió de su boca el sentir como Adrián tomaba su labio inferior y lo jalaba, como había pasado anteriormente en ese mismo mueble el beso les había dejado un pequeño hilo de saliva que unía a ambas bocas.
Samuel se levantó y se tapó la parte superior de la cara, tapándola pero dejando a la vista su sonrisa que mostraba lo mucho que había disfrutado de todo eso.
–¿Quieres hacer un beso francés?– Preguntó un poco sonrojado el pelinegro mirando al otro quien asentía con una mirada curiosa –Según entiendo es que debes sacar tu lengua y cerrar tus ojos, el resto me lo dejas a mi–
El chico obedeció y sacó temeroso su lengua para cerrar los ojos fuertemente y pensar cosas buenas, que sería algo bueno y de lo que no arrepentirse, pero se sintió avergonzado al ver como la boca de Adrián succionaba su miembro y lo mordía para sacarlo más.
Obviamente no quería negar sus besos y por lo mismo se lanzó a los labios del otro y cortó eso que le pareció tan vergonzoso, calló encima suyo y siguió desesperado buscando sus labios aún cuando sabía que ya los tenía.
Samuel sintió un sonido cuando estuvo cerca de la barriga de Adrián y supo que tenían que comer algo, posiblemente el chico, al menos por ahora, no le diría que tenía hambre para no poner en duda su hospitalidad.
Se levantaron y caminaron hacia la cocina donde rieron bastante y el pelinegro decidió no comer nada más que una manzana después de hacerle sacar casi todo a el chico y quedarse allí.
Mientras el castaño recogía el desorden que había hecho por la previa indecisión del chico rozó levemente su trasero con la parte de delante de Adrián por lo que se tensaron.
Ya no tenía nada en las manos y el pelinegro lo abrazó por atrás y colocó su cabeza en el cuello del otro, le besó este levemente pensando si el chico lo disfrutaría o no y le dio a morder su manzana.
Este después se dio la vuelta y le abrazó pasando sus brazos por la espalda del otro y enrollándolos, Adrián estaba arrimado al mesón por lo que simplemente le sobaba la cabeza y daba besos en ella.
–¿Yo beso bien?– Preguntó Samuel que tenía la cabeza en el pecho del otro y aspiraba su aroma, no podía evitar sonreír estando en esa escena.
–Pues eres la primera persona que he besado y no sé sí esta bien o mal, pero aprenderemos juntos a besar– El pelinegro levantó la cabeza del otro con sus manos y le robó un pico, después otro y otro.
Nunca le había echado tantas ganas a estudiar desde que se encontró con que el castaño era un buen estudiante, había estudiado como besar y algunas técnicas para excitar al contrario solo porque disfrutaba, y más importante, sabía que Samuel también lo hacía.
–¿Yo beso bien?– Preguntó Adrián copiando la pregunta del otro que solo sonrió.
–Perfecto, lo haces perfecto. Esa era la respuesta que esperaba para mi– Apretó los labios pero se notaba que por su tono de voz era jugando y no se había enojado de verdad.
Caminaron hasta la sala nuevamente y ya Samuel no veía la dichosa manzana (qué le pareció muy poco para saciar su hambre) y se volvieron a besar. Vaya que disfrutaron de ese momento hasta que la madre de Samuel le envió un mensaje avisando que iría, así es la única forma en la que el de ojos grises se fuera.
Pero hoy como nunca, en la puerta de la casa de el castaño, se dieron un pequeño beso de despedida y un abrazo, Samuel solo esperaba que el chico tuviera buena memoria.
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Primer amor (#Pequeño Amor)
RomanceMuchas personas relatan a su primer amor como alguien especial que los hizo ver el mundo de una forma diferente y los obligó a madurar y a tomar razón de lo bueno y lo malo que estaba pasando a su alrededor. También (un porcentaje reducido) la perso...