10. Protegerte.

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La maestra siguió anunciando los equipos y no me dejaba concentrar en Nayeon, es evidente que se va a enterar, si no es por mí será por Mina o nuestros compañeros... Esto es más difícil que un problema de Matemáticas. Haré lo posible por qué nadie le diga.

—Sana... Sana... ¡Sana! —era Momo.

—¿Qué pasa? Perdón, no te escuché.

—¿En qué tanto piensas?

—En nada.

—Si tú lo dices —se encogió de hombros—. Aun así no te creo —tomó sus útiles y se levantó—. ¿No irás a tu siguiente clase?

—Ah, si... Espera ¡¿Ya terminó formación?!

—Si tonta, por eso eres la última.

—¿Y que hay de ti? También eres la última —dije mientras recogía mis libros y libretas.

—Eres la última porque no vas a alcanzarme.

—¿A qué te refieres?

—A esto —ni siquiera había terminado de hablar cuando Momo ya estaba corriendo rumbo a la salida; yo no me quede atrás y comencé a correr detrás de ella, soy muy competitiva y no dejaré que me gane.

Estábamos en el pasillo de los casilleros, ella corría demasiado rápido, pero no tanto para que en menos de 10 segundos la alcanzara.
Ya había llegado a mi casillero así que me detuve y miré a Momo que estaba tratando de normalizar su respiración.

—¿Qué decías? —pregunté en tono burlón.

—Algún día te voy a ganar Minatozaki.

—Veremos. El día que me ganes te comprare tu comida favorita —los ojos se le iluminaron al escuchar eso—, pero sí sigo ganándote me harás las tareas.

—¿¡Qué!? ¡No!

—Era una broma, te crees todo Hirai —rodó los ojos. Abrí mi casillero y saqué las cosas de la tercera hora porque está claro que no llegaré a la segunda—. ¿No llegas tarde a clase?

—Tengo hora libre —sonrió.

—¿Desde cuándo las aplicadas tienen horas libres?

—¿Desde cuándo a las problemáticas les interesa no faltar a clase? —me quedé sin algo que decir y Momo comenzó a reírse a carcajadas, me gusta ese lado juguetón de ella, sin embargo, detesto que no se defienda de Nayeon.

Quería darle un golpe en el hombro pero ella retrocedió borrando su sonrisa y parando de reír.

—Lo siento, no lo recordaba —me disculpé retrocediendo una distancia considerable.

—No te preocupes —sonrió—. Me voy, tengo cosas que hacer.

—Perdón por hacerte perder tu valioso tiempo —reí.

—Disculpa aceptada —desapareció por el largo pasillo, y yo directamente hacia al salón de mi siguiente clase donde la profesora sonrió al verme entrar, tal vez por que es de las pocas veces que me ha visto ahí.

Smile For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora