Me.

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El tiempo pasa rápido, muy rápido. Y, me encantaría decir que es el mejor amigo de los seres vivos, sin embargo, para mí ya no es así. Por un tiempo lo creí, ahora, no lo sé.

El tiempo se encarga de muchas cosas, las acomoda, las toma y juega con ellas a su gusto. Además, no le gusta hacerlo solo, invita al destino a jugar con él, y éste, cruel o bondadosamente le ayuda a acomodar todas sus piezas en el juego llamado vida.

Y no solo ellos son parte del juego, nosotros también estamos en él al ser sus piezas favoritas de ocio, nosotros nos encargamos de qué hacer con lo que el destino y el tiempo nos dan, cada persona es un mundo y aquello les divierte, unas más que otras, por supuesto. 

Por eso mismo, ahora, me encontraba de la mano con quién menos imaginé, esperando a que la persona que más amé en mi vida entrara por la puerta de la iglesia hacia la persona que ahora ocupa su corazón...

Él se miraba nervioso, y no era por nada, estaba a punto de casarse con Hirai Momo, ¿Quién no lo estaría? Incluso yo recuerdo ponerme nerviosa al recordar lo mucho que le decía a Hirai que se casaría conmigo, ambas tan ingenuas... Claro, el destino se reía en esos instantes mientras el tiempo trataba de decidir cuando separarnos.

En un instante las puertas se abrieron dejando ver a Momo con un hermoso vestido blanco cubriendo su hermoso cuerpo, el cuerpo que alguna vez tuve la fortuna de tocar y admirar sin ninguna capa de seda sobre él. Su sonrisa iluminó el lugar, más que el sol mismo, y junto a su padre comenzó a caminar hacia donde su futuro esposo ya la esperaba, impaciente por tenerla entre sus brazos, y ante los ojos de Dios declarar su eterno y verdadero amor. 

Sonreí y acaricié con sutileza la mano de Dahyun, ella me dedicó una sonrisa antes de besar mi mejilla.

Vaya que el destino sabe jugar.

El "Si acepto" salió de los labios de ambos antes de unirse en el beso que anunciaba que se amarían hasta que la muerte los separe. La multitud de la iglesia se levantó en aplausos, lágrimas de la familia de ambos mojaban de felicidad sus mejillas, e inexplicablemente las mías, aunque no estaba segura de qué sentimiento describían.

Fuimos detrás de la limusina que nos llevaría a la fiesta que nos permitiría gozar y admirar el amor de la hermosa pareja...
Ambos sonreían y yo no tenía motivos para no sonreírles, después de todo los apoyaba, eran felices, ¿Por qué yo no? Tenía a una mujer maravillosa sosteniendo mi mano, una mujer que se preocupaba por mi y me amaba, no podía pedir más, no a menos que el destino decidiera dármelo, pero sabíamos que era imposible. Yo me rehusaba a pedir y él a darme, me complació muchas veces y ahora no pensaba hacerlo, estaba ocupado con otras personas mientras el tiempo se fijaba en mi, dándome una última oportunidad cuando la vi sentada en el jardín del salón de fiestas, sola.

—En un momento regreso cariño.— Avisé.

Dahyun asintió y besó mi mejilla para desaparecer entre la multitud.

Mi corazón se aceleró mientras me acercaba a Momo, tal vez no como lo hacía años atrás, pero lo hizo. Tomé asiento a su lado y ella me miró.

—Me alegra que estés aquí Sana, gracias por venir.—

Podía notar la felicidad en sus palabras, así que me forcé a asentir y responder.

—Sabes que siempre estaré contigo.—

Sea cuál sea el nombre de la historia, yo no era la princesa del final feliz pues, ella estaba frente a mi.

Mejillas mojadas por un líquido salado y caliente que desprendían mis ojos la alertaron.

—Sana... ¿Por qué lloras?—

—¿Lo amas?—

Era la pregunta que circulaba en mi cabeza desde aquel último día juntas, quería resolverla y ahora tenía oportunidad. No era el momento adecuado, pero sabía que si no lo hacía en ese pequeño encuentro, el tiempo no sería más generoso conmigo.

Silencio.

Era lo único que había después de esa cuestión.

—Prometiste no mentirme.— Susurré. 

—Tú prometiste no llorar por mi culpa y lo estás haciendo.—

Y ahí estaba, una de las tantas razones por las que terminó cansada de mi.

—Esto es diferente— Asintió.

—Lo amo... Pero, por favor no llores. Sonríe para mí.— Negué.

—Lo he hecho todo este tiempo, Momo.— 

—Al menos una última vez.— 

Sin comprender por qué, sonreí. Era inevitable, ella era inevitable sin importar qué, ella siempre tendría ese efecto en mi... Siempre tendría el impulso de querer cuidarla, de abrazarla, besarla y amarla en lo más profundo de mi, aunque ahora me negara a aceptarlo completamente ya que ella se encuentra con alguien más (posiblemente el amor de su vida) y mi corazón comienza a albergar a alguien nuevo.

—Tengo que irme.— Por fin me levanté.

No podía dejar más tiempo a Dubu. Después de todo ella también despierta esa clase de sentimientos en mi, no como lo hace Momo, no con esa intensidad, pero lo hace.

Sabía que Momo no estaba mintiendo, ella no es del tipo que rompe sus promesas.

Noté que ella no sabía qué decir, así que solo busqué aprobación para abrazarla, y como siempre, la recibí.

—¿Aún me amas?— Cuestionó sin romper el abrazo.

Lástima que esa no era mi promesa.

—No.— Mentí.

Ambas sabíamos que era mentira, pero ninguna dijo nada en el momento en que sus labios se posaron sobre los míos, o tal vez los míos sobre los suyos. Fue efímero. Sus labios ya no sabían a amor, sin embargo, tal vez los míos si... Y, sin saberlo cumplí algo que se prestaba solo en mi imaginación: besar a Momo vestida de novia.
Era extraordinario, sin embargo yo no era la persona con la que ella pasará el resto de su vida, y eso, se encargó de hacer que aquello valiera menos sentimentalmente.

La última lágrima cayó por mi mejilla y sin mirar atrás la dejé.

Fin de la primera parte.

Smile For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora