27. Un día solo para nosotras.

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Miraba con cautela a Momo, grabando cada detalle de su hermoso rostro en mi mente, al igual que cada detalle en sus expresiones, las cuales se hacían presentes cuando entendía lo que la profesora Sora estaba explicando o cuando trataba de razonar algo mentalmente.

Habían pasado tres semanas desde aquel día en el que ella aceptó ser mi novia, y no me arrepentía de nada... Bueno, solo de que la escuela fuera tan exigente y no me dejara pasar tanto tiempo a su lado por culpa de los exámenes, de los cuales solo hacía falta uno.

Cuando la voz de Sora se apagó, Momo se giró a verme y sonrió.

—Ponte a trabajar, Sana —había un pequeño tono de broma en toda la seriedad que trataba de reflejar.

—No puedo.

—¿Por qué? —le sonreí coquetamente, causando que ella riera y golpeara con suavidad la mano que ocupaba para recargar mi mentón—. Claro que puedes, date prisa.

—Eres demasiado hermosa que no puedo parar de mirarte —el tono carmesí en sus mejillas no tardó en hacer presencia.

—Basta, deja de jugar y date prisa, los ejercicios son fáciles.

—No estoy jugando Momoring —levanté y bajé las cejas pícaramente, acercándome a su rostro, cuidando que nadie nos viera.

Antes de que pudiera tocar sus labios con los míos ella miró su cuaderno, ignorando lo que estaba a punto de hacer.

—Si terminas, te doy los besos que quieras.

—¡Yah! Momo, solo uno —el tono en el que hablábamos no me importaba ya que nos encontrábamos al final de la clase, dónde raramente los profesores lograban escuchar algo.

—No hasta que termines.

—¿Segura?

—Totalmente —sonreí con malicia antes de hacerle cosquillas. Pésima idea.

—¡Hirai, Minatozaki! —exclamó Sora, haciendo que ambas nos detuvieramos—. ¡Aquí no es una zona de juegos! Tal vez el director les de una en su oficina, rápido.

—¿Eso significa que...? —Momo no me dejó terminar ya que tomó mi mano para salir del salón mientras pedía una disculpa en nombre de ambas.

Una vez fuera soltó mi mano y comenzó a caminar sin mirarme.

Aceleré el paso hasta quedar a su lado.

—Hey, no pasa nada. Si te preocupa tu expediente impecable podemos no ir donde el director.

—Debes dejar de hacer eso Sana, aprende que hay lugares para todo, y en el salón, frente a todos en plena clase, no es uno de los mejores para besarse —asentí.

—Lo siento, pero entiéndeme, casi no pasamos tiempo juntas y a solas...

—Te entiendo, a mí también me gusta besarte y darte mimos, pero sé de lugares y momentos —asentí, envolví uno de mis brazos en su cintura y la atraje más a mí.

—No fue tan malo que nos sacarán de clase ¿O sí? —se encogió de hombros, tratando de disimular la sonrisa que se escapó de sus labios—. Nos dieron un momento a solas después de todo —besé su mejilla y seguimos caminando sin rumbo alguno, ya que al parecer Momo había tomado en cuenta la propuesta de no ir con el director.

Caminábamos tranquilamente hasta que la voz grave del director se escuchó al fondo del pasillo. Rápidamente tomé la mano de Momo para entrar al cuarto de los conserjes y encerrarnos.

El espacio era reducido y básicamente estábamos una sobre la otra, lo cual nos pareció gracioso. Reímos tapando nuestras bocas para que el director no pudiera escucharnos.

Smile For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora