21. ¿Amistades nuevas?

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Después de que Momo se fue el día de ayer no podía parar de pensar en ella y la manera en que me había besado... Nunca había sentido algo parecido, ni siquiera con Mark, sus besos eran vacíos a comparación con los de Momo que estaban llenos de sentimientos embriagantemente hermosos que hacían a mi alma vibrar.

También conté las horas que faltaban para verla porque la necesitaba, la necesitaba como no había necesitado a alguien en toda mi vida, quería estar con ella, abrazarla, besarla, tomar sus manos: quería llenarme de ella.

Cuando el auto paró frente a la escuela rápidamente me despedí del chófer y entré dirigiéndome a los casilleros para tomar mis cosas e ir al salón de Química donde estaba Momo quién me miró con una linda sonrisa y brillo en los ojos. Tomé asiento junto a ella y coloqué mis cosas en la mesa.

—Buenos días, Momoring.

—Buenos días, Sana banana, ¿Por qué llegaste tan temprano?

—Ya quería verte —confesé y ella sonrió.

—Yo también esperaba verte —susurró con un leve sonrojo.

—¿Ah, ¿sí? —dije coquetamente acercándome a ella. Asintió y enredé mis brazos en su cuello— ¿Cuánto?

—Mucho —sonreí antes de robarle un pequeño beso en los labios. Momo soltó una pequeña risita, sus manos se dirigieron a mi cintura y sus labios buscaron los míos para comenzar un beso lento y dulce...

El sabor de sus labios será mi nueva adicción desde ahora.

Me dediqué a guiar el beso manteniendo el ritmo lento a la vez que acariciaba su cabello, todo estaba muy tranquilo y en silencio hasta que oímos la puerta cerrarse y a alguien carraspear. Rápidamente nos separamos encontrando a la profesora de química mirándonos sin expresión alguna.

Sentí un enorme vacío en el estómago y mi corazón comenzó a acelerarse. Pasaron muchas cosas por mi mente, pero la principal fue el hecho que podría ser homofóbica y decirle al director lo que estábamos haciendo y hablar con nuestros padres lo cual terminaría siendo un desastre para mí y me imagino que para Momo también...

—Yo no las voy a juzgar ni nada parecido —inició y eso calmó por completo todo lo que había pensado, solté el aire que había contenido y le puse atención, apartando mis manos de Momo—, pero hay lugar para todo... No lo digo por mí, es por ustedes y sus compañeros, sabemos que pueden llegar a ser crueles ¿Okey? —ambas asentimos y sin más abrió la puerta para dirigirse a su escritorio.

Me giré para mirar a Momo, y ella sorprendentemente estaba riendo.

—¿De qué te ríes?

—Pusiste una cara muy graciosa —bufé y me crucé de brazos.

—Tonta, nos descubren y tú solo te ríes de mí —Momo arrugó la nariz tiernamente antes de mirar a la profesora para asegurarse de que no nos estaba prestando atención y aprovechar para robarme un pequeño beso. No pude evitar sonreír.

Más compañeros comenzaban a entrar y tomar el asiento que gustaran. Ese es un aspecto que me gusta de esta escuela, un día puedes sentarte al fondo de la clase y si gustas, al día siguiente puedes estar frente al escritorio del profesor. El truco es llegar temprano para tomar lugar donde gustes.

—Sana —me llamó tocando suavemente mi brazo. Respondí con un monosílabo indicándole que siguiera— Estuve pensando en que en el almuerzo puedes sentarte conmigo y mis amigas, claro si tú quieres.

Tenía todo el sentido del mundo que me hiciera aquella propuesta ya que gracias a que la defendí prácticamente no tenía con quién pasar la hora del almuerzo. No era que me importara ya que no me molestaba para nada estar sola, estaba acostumbrada, pero que ella se tomara el tiempo para pensar en mí y que tal vez no quería que estuviera sola fue lo que me hizo sonreír como tonta cuando lo dijo.

Smile For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora