24. Te amo. 1/2

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Hoy no fue difícil despertar o levantarme de la cama.

Apenas abrí los ojos la imagen de Momo llegó a mi mente provocando que mi corazón latiera desesperado al recordar la cita con ella... Parecía una niña pequeña emocionada por navidad aunque esa época no estuviera cerca ni fuera mi favorita.

Todo estaba planeado, pues las chicas me ayudaron con eso después de que un tofu les contó.

Espero que todo salga bien y no me arrepienta de decirle lo que siento.

Por otro lado, Dahyun pensó que debía esperar a otra cita para confesarme, pero vamos, ¿Quién dice que se deben tener varias citas antes de declararse?

Además, lo que menos quiero es que esto sea cliché, porque ella merece más que eso, y si puedo dárselo, lo haré.

El timbre que anunciaba la tercera hora me hizo salir disparada del salón para recoger a Momo e ir juntas a nuestra siguiente clase.

Me recibió con una gran sonrisa y un beso en la mejilla para caminar a la par hacía nuestros casilleros, sacar nuestras cosas y dirigirnos al salón de química.

—¿Por qué no me has dicho Shiba? —cuestioné formando un puchero para llamar su atención.

Momo sonrió y pegó aún más los libros a su cuerpo.

—Porque pensé que no te agradaría.

—El que no me agrada es ardilla, pero Shiba es perfecto.

—Está bien, Shiba —dijo con ternura mientras presionaba mi nariz, causando que mi corazón comenzara a latir como lo hace para Momo—. Por cierto, ¿Qué quieres comer hoy con las chicas?

—No comeremos con las chicas —comenté con serenidad.

—¿Por qué?

—Tengo otros planes.

—Entonces hay que avisarles, para que no nos esperen.

—Ellas ya saben —sonrió delicadamente y asintió.

Abrí la puerta del salón para ella, nos ubicamos en nuestros lugares y nos dispusimos a esperar al profesor, como ya era costumbre ella tomó mi mano debajo de la mesa y yo me permití recargar mi cabeza sobre su hombro, después de todo no había ningún catedrático que nos llamara la atención por aquella muestra sutil de cariño o porque seguramente pensaba que me estaba quedando dormida y Momo lo estaba permitiendo.

Pasaron alrededor de 20 minutos y el profesor no llegaba... Reuní nuestras cosas tratando de ignorar la expresión de confusión de Momo y cuando estaba todo junto me levanté sin soltar su mano, pero sí tirándola suavemente para que se levantara.

—Vámonos —dije.

—¿A dónde?

—Vamos a comer, el profesor ya no va a llegar —seguía sin levantarse, pensando mucho si salir o no—. Confía en mí —dije acariciando suavemente el dorso de su mano.

—Siempre —sonrió antes de levantarse y seguirme hacía los casilleros para dejar nuestras cosas y darme la oportunidad de sacar mi cartera.

—Listo cariño.






[...]






Ya fuera de la escuela decidí llevarla al centro comercial a pie, ya que ahí podemos comer lo que ella deseé, tanto en los puestos de comida rápida como en los restaurantes ahí ubicados.

Smile For Me | SamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora