**Capitulo 32: Sombras del Alma**

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Era la oscuridad de la noche la que envolvía a Socorro en su desesperación mientras yacía en el lecho de un hospital en Estelí. Josué, en compañía de su fiel amigo Neftalí, se refugiaba en el resquicio de una casa donde el eco de secretos y preguntas sin respuesta resonaba como un eco sombrío. Samantha, con su presencia frágil pero resiliente, completaba el trío de almas unidas por los hilos invisibles del destino.

El silencio de la noche encontró a Johanne sumida en un cuarto, donde las lágrimas eran testigos mudos de su soledad. Mientras tanto, las sombras del pasado emergían de las profundidades de la memoria de aquellos que habían sido olvidados, pero que permanecían latentes.

Socorro, internada en aquel hospital, no sabía si la herida en su cuerpo dolía más que la cicatriz en su corazón. La doctora, portadora de palabras que anunciaban alivio y pesar al mismo tiempo, se aproximó y dijo: "No hubo daño interno, pero las heridas del alma quizás sanen con el tiempo".

Neftalí, el amigo leal, albergaba inquietantes reflexiones. Entre las paredes de la casa, la pregunta incómoda se alzó como un eco de sombras: ¿era el comportamiento de su padre una manifestación única o parte de un oscuro legado?

Johanne, en una noche impregnada de anhelos, compartió un momento íntimo con Josué. Las palabras de amor y ternura resonaron en el aire nocturno, tejidas por la esperanza de un futuro que se extendía ante ellos como un camino de posibilidades.

El triste susurro del pasado también encontró eco en los sueños de Elizabeth, un recordatorio de los momentos robados con su hijo. Mientras tanto, Reynaldo, en su búsqueda de la verdad, se adentró en las sombras que ocultaban la realidad de un lazo perdido.

La aurora trajo consigo una tregua para Socorro, su cuerpo sanando mientras sus pensamientos se debatían en un laberinto de confusión. Josué, atormentado por visiones de padres desconocidos, luchaba por descifrar el enigma de su identidad.

Johanne, emulando la incertidumbre de las sombras, buscó a Josué y encontró refugio en su presencia. La pregunta que ardía en su interior finalmente encontró voz: "¿Por qué temo amar?".

Antoine, en la penumbra de un nuevo día, acudió a Samantha. La inquietud en su mirada reflejaba las dudas que, como sombras en la noche, nublaban el horizonte de su relación. La conversación pendiente, una herida sin cerrar, esperaba su momento para sanar.

La brisa del parque trajo consigo un atisbo de esperanza mientras Johanne y Josué compartían un momento de serenidad. La música, como un faro en la oscuridad, se alzó como una promesa de redención. El festival de canto, un puente hacia el corazón de Josué, resonaba con la melodía de sueños por cumplir.

Las sombras del pasado se entretejían con las dudas del presente, creando un tapiz complejo en el que cada personaje luchaba con sus miedos y esperanzas. El camino hacia la luz estaba lleno de obstáculos y revelaciones que solo el tiempo y el coraje podrían desvelar.

El secreto de Josue Donde viven las historias. Descúbrelo ahora