**Capitulo 34: Misterios Revelados entre Susurros**

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El juego había llegado a su fin, y Josué y Neftalí habían salido victoriosos.

Neftalí: ¿Viste? Ganamos. Ahora volvamos a casa a tomar gaseosa de limón.
Josué: Vamos, tengo sed.
Antoine: Estoy de acuerdo, amigos.
Johanne: Vámonos.

El grupo regresó a la casa de Neftalí, pero en el camino, una figura familiar llamó la atención de Josué. Era doña Dolores, junto a Reynaldo. Josué pasó por su lado sin decir nada, y Neftalí lo observó con curiosidad. María dejó que Josué pasara sin intervenir, mientras que Reynaldo se despidió y se alejó de ella.

Elizabeth se encontraba lista para venir a Nicaragua. Tenía planes importantes por delante y dejaba a sus hijos en Panamá con su marido. Viajaría por solo 15 días para acercarse a su hijo.

Eran las 4:30 pm y los chicos seguían jugando videojuegos en casa, mientras Johanne y Josué tenían una conversación en la cocina.

Josué: Sabes, es muy lindo de tu parte querer involucrarte en mi círculo social.
Johanne: Lo sé. Lo mismo harías tú. Aunque no tengo muchos amigos.
Josué: Vamos con los chicos.

Pasó una semana, y el momento de retorno de Socorro a casa finalmente llegó. Ya estaba en camino.

Josué estaba en su casa un sábado cuando llegó un paquete misterioso. La nota decía: "Para María Castillo". Josué decidió esperar a que su abuela llegara para abrirlo.

Antoine seguía pasando tiempo con Samantha en casa de Neftalí. El padre de Samantha aún no la había buscado.

Antoine: Amor, ¿a dónde irás ahora?
Samantha: Sabes, mi papá no volvió a buscarme. Creo que no le importo.
Antoine: No te pongas triste, cariño. Esperemos a que tu madre vuelva por ti.

María, mientras tanto, estaba trabajando en la casa de doña Regina. Después de terminar su trabajo, se dirigió al supermercado. Mientras tanto, Josué se bañó y luego se dirigió a la casa de Neftalí. En el camino, se encontró con María y le informó sobre el paquete.

Josué: Mamita, llegó un paquete a casa para usted. Es algo curioso.
María: En serio, ¿qué será? Lo veremos cuando llegue.

Johanne había comprado ropa más juvenil para variar su estilo de siempre de saco y corbata, debido a su carrera de derecho.

Johanne: (Estos pantalones son muy ajustados, y las camisas son bonitas. Espero que a mi amor le gusten.) Luego de hacer las compras, regresó a casa.

Reynaldo recibió una llamada.

Reynaldo: Hola, ¿quién es?
La voz de Elizabeth sonó al otro lado del teléfono.
Elizabeth: Hola, Rey. ¿Cómo estás?
Reynaldo: Elizabeth, ¿qué pasa?
Elizabeth: Solo necesito que mi madre reciba el paquete que le envié. Estoy deseando hablar con ella.
Reynaldo: Bueno, preguntaré cuando la vea.
Elizabeth: Gracias, es urgente hablar con mi madre.

En la casa de Neftalí, Josué y los demás amigos se preparaban para recibir a la madre de Neftalí.

Josué: Espero que la madre de Neftalí venga bien y que todo salga bien.
Neftalí: Ya verás que sí.

Socorro finalmente llegó después de un largo viaje.

Socorro: Hola, amor. ¿Qué tal? Hola a todos, buenos días.
Josué: Bienvenida, doña Socorro.
Antoine: Saludos, señora.
Samantha: Hola, buenos días, señora. Digo, mamá.
Socorro: Hola. El viaje fue cansado, pero finalmente estoy aquí. Salí de Estelí a las 4:00 am y llegué a las 10:30 am.

Neftalí: Mamá, déjame presentarte a Samantha. Ella es una amiga que está pasando por un momento difícil con su padre. Su madre vendrá por ella.
Socorro: Entendido, hijo. Esperemos a que la madre de Samantha aparezca. Samantha, bienvenida.

María, intrigada por el paquete que recibió, decidió ir a casa para ver de qué se trataba. Al abrir la caja, encontró un celular sencillo de la marca BMobile con teclas. Mientras seguía perpleja por lo que encontró, el teléfono comenzó a sonar. María, sorprendida, contestó.

María: Hola, ¿quién es?
La voz de Elizabeth sonó al otro lado.
Elizabeth: Hola, madre. Veo que recibió mi paquete. Espero verla pronto. Estoy en Nicaragua. Guarden bien ese celular, porque estaré llamándola.
María: Está bien. Tengo mucho de qué hablar contigo.
Elizabeth: Eso sucederá muy pronto.

Josué, mientras tanto, tenía preocupaciones que lo atormentaban. Había dudas en su mente que lo estaban afectando.

Neftalí: ¿Qué tienes? ¿Por qué todos parecen tan tensos?
Josué: Solo estoy pensando en mis padres. ¿Cómo estarán? ¿Me estarán buscando?
Neftalí: Tranquilo, tu abuela ha sido un pilar en tu vida. ¿Por qué no te concentras en eso?
Josué: Lo sé, pero a veces no puedo evitar pensar en ello.

María decidió enfrentar a Socorro para conversar sobre un asunto importante. Luego de un encuentro casual, decidieron hablar en privado.

María: Doña Socorro, ¿sabe? Mi hija Elizabeth está en el país. Me mandó un paquete con este celular. Quiero hablar con ella sobre muchas cosas.
Socorro: María, haz lo que creas correcto. En cuanto a mí, pasé tiempo en Estelí, y Jorge me hizo daño. Estuve trabajando desde el hotel, incluso encerró a la niña y la golpeó. Tengo que decirle la verdad a mi hijo.

Josué se encontraba en la casa de Neftalí, y al enterarse de la conversación entre María y Socorro, su mundo se tambaleó.

Josué: ¿Decirme qué? ¿Doña Socorro, cómo pudo ocultarme esto a mí? Y mamita, ¿de qué están hablando?
María: Josué, tengo una explicación.
Josué: Usted también guarda secretos. Sé que los traicioné, pero ustedes también guardan un secreto grave, y es sobre mi amigo, alguien que considero como un hermano.

Socorro comenzó a llorar, y María se mostraba atemorizada. Un sentimiento de temor se apoderó de ella, y le costó encontrar las palabras correctas.

Josué: ¿Están guardando secretos? ¿Ustedes me ocultan cosas? Y tú, Neftalí, ¿qué tienes que ver en todo esto?
Neftalí: Amigo, mi madre también tiene algo que contarte. Creo que es momento de hablar sobre estas cosas que han estado ocultas por tanto tiempo.

El secreto de Josue Donde viven las historias. Descúbrelo ahora