**Capitulo 61: Huyendo hacia la Libertad**

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¿Alguna vez pasaste por esto?
Esto fue real
Nunca pensé que en mi destino
Estaba que pasará esto ,
Creí que podía tener una vida normal
Con una mamá y un papá
Donde pudieron darle amor , educación y un hogar ,
Tube todo , no me da pena
Negar que mi abuela me crió
Y que todo lo que hizo fue
Alejarme del mal camino ,
Ahora estoy aquí intentando
Escapar para que no sigan
Haciendo de mi lo que quieren ,
Yo nací para ser algo grande
No para estar viviendo de esto .
En mi futuro me veo como un licenciado más del país .

Después de embriagar a los guardias que los custodiaban, lograron separarlos de la puerta. Don Bosco les proporcionó ropa a Josué y Eugenio antes de que emprendieran su huida. Corrieron largamente por un camino incierto, cada paso llevándolos más lejos de su tormento. Sin embargo, el cansancio comenzó a agobiarlos a medida que seguían corriendo, manteniendo una precaución constante mientras la carretera se acercaba peligrosamente.

Dos de los guardias, sospechando que algo estaba mal, comenzaron a perseguirlos. Mientras caminaba junto a Eugenio, Josué escuchó los anhelos de su compañero.

Eugenio compartió sus sueños, "Quiero trabajar y superarme, tengo que estudiar y convertirme en una persona nueva."

Josué respondió con compasión, "Te apoyaré mientras encuentras un hogar y te estableces."

Eugenio agradeció, "Gracias, veo que en tu corazón hay bondad."

Josué reflexionó, "El dolor no ha cambiado quién soy."

Eugenio deseó conocerlo más, "Tengo que conocer más sobre ti."

Mientras caminaban, Josué y Eugenio fueron atacados con piedras por los hombres de Don Bosco. Respondieron valientemente, defendiéndose.

Eugenio, lanzando una piedra certera, derribó a uno de los atacantes. Josué, con determinación, golpeó al otro en la cabeza, haciéndolo caer. Aprovecharon la oportunidad para correr más rápido, acercándose a la carretera.

Sin embargo, uno de los hombres sacó un arma y disparó. Corrieron, pero el disparo impactó a Eugenio, quien cayó herido. Josué pidió ayuda, pero el área estaba desierta, y la carretera aún estaba lejos. La noche era implacable.

Eugenio compartió sus últimas palabras, "Sabes, quizá no pueda cumplir todo, pero Dios me acogerá. Me he arrepentido de todos mis pecados y sé que Él me recibirá."

Josué lloró mientras abrazaba a su amigo y le decía que pidiera a Dios que protegiera a todos los niños, niñas, jóvenes y mujeres de esa vida.

Eugenio prometió, "Le diré, y le diré que conocí a un ángel enviado a la Tierra, que resistió mucho para crecer. Debes irte antes de que vuelvan."

Josué, con el corazón roto, se fue corriendo.

Mientras tanto, Neftalí y los demás continuaron su búsqueda incansable, pero no obtuvieron resultados. Johanne lloraba por la falta de noticias y la preocupación creciente.

Neftalí dijo, intentando consolar, "Tengamos paciencia, continuaremos mañana."

Marcelo, mientras tanto, buscó a su madre, Elizabeth, para confrontarla por su papel en la tragedia.

Marcelo la confrontó, "Hola, mamá, ¿cómo estás?"

Elizabeth, fría, respondió, "¿Qué quieres de mí?"

Marcelo no pudo contener su ira, "Quiero una explicación para todo lo que está sucediendo."

Elizabeth se defendió, "No hay nada que decir."

Marcelo, furioso, continuó, "Mi abuela me contó todo lo que hiciste, cómo abandonaste a Josué y cómo planeabas reunirnos. Pero nunca imaginé que una madre pudiera odiar o rechazar a su propio hijo."

El secreto de Josue Donde viven las historias. Descúbrelo ahora