**Capitulo 47: Secretos en la neblina**

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Neftalí y Nadir continuaron su conversación.

Nadir: ¿Por qué me creerías? Soy un hombre. Me gustan las mujeres. Pronto tendré una novia, ya lo verás.

Neftalí: No importa si lo eres o no, te querré de todas formas. Eres mi amigo, tu orientación sexual no cambia la calidad de persona que eres.

Nadir: Pero no es así. Gracias por tus palabras, me voy. Nos vemos luego.

Elizabeth y María salieron nuevamente a un centro comercial.

Elizabeth: Vi unos zapatos que me gustaron, quiero que los veas, madre.

María: Está bien, hija. Además, quiero ver si encuentro algo para Josué.

Elizabeth: Madre, siempre pensando en él.

María: Cuido de mis hijos, al igual que tú debes hacerlo.

Luego salieron de la tienda.

Louis se encontraba en la cafetería cuando José llegó.

José: Hola, ¿cómo estás, bro?

Louis: Oh, hola.

José: ¿Pasa algo?

Louis: Nada, solo estoy pensando en mi difunto novio.

José: Oh, en él.

Louis: Sí, en él.

José: Tengo algo planeado para más adelante, algo relacionado con Josué.

Louis: Ya basta, ¿qué más quieres de él? Desde que le revelaste aquel secreto, se quedó callado. Déjalo en paz.

José: Quiero verlo infeliz como yo lo soy.

Louis: Tu infelicidad no tiene nada que ver con su orientación sexual. Deja de chantajearlo. Haz lo que quieras, pero hazlo solo.

Louis se levanta y se va.

María y Elizabeth caminan por una tienda de zapatos.

Elizabeth: Mira, madre, ¿qué opinas de estos zapatos?

María: Están bonitos, hija.

Elizabeth: Eres muy sencilla, madre.

María se detiene frente a unos zapatos y un recuerdo la embarga.

Flashback:

Recuerdo que hace años, Josué venía de la escuela llorando. Tenía apenas 7 años y estaba en tercer grado.

María: ¿Qué te pasa, mi amor?

Josué: Mamita, mis zapatos se dañaron y todos se burlaron de mí.

María: No estés triste, mi amor. Yo me encargaré de conseguirte unos nuevos.

Josué: Fue horrible, todos me decían pobre, que les daba pena estar conmigo.

María: No les hagas caso, hijo. Vamos a casa.

Llegamos a casa, recuerdo que le serví su sopa favorita: magui con papas, zanahorias y huevo.

María: Toma, mi amor, tu sopa.

Josué: Gracias, mamita. Tú me haces feliz.

María: Sí, mi amor. Mientras esté contigo, no permitiré que nadie te haga daño. No les hagas caso a los niños que te dicen cosas malas.

Josué: No lo haré.

Luego, fui a limpiar y llevé a Josué con su amiguito Neftalí. Lo dejé con él mientras salí a ver si encontraba unos zapatos nuevos para él. Después de buscar mucho, finalmente encontré unos bonitos que pudiera usar para ir a la escuela. Los compré y regresé a casa. Fui a buscar a Josué y, al llegar, le di los zapatos. Él saltaba de alegría.

Josué: ¡Gracias, mamita! Ahora esos niños no se burlarán más de mí.

María: No, mi amor, no lo harán.

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Elizabeth: Mamá, ¿pasa algo? Te veo preocupada.

María: Nada, hija. Solo quiero comprar unos zapatos para Josué.

Elizabeth: Le compraremos tres pares para que no te preocupes por él.

Era hora de la salida y Josué salió de la escuela, se despidió de sus amigos y se encontró con Johanne. Ella lo esperaba para irse juntos. Tomaron un taxi y se dirigieron a casa.

Josué: Ay, amor, ya quiero llegar y descubrir qué quieres decirme.

Johanne: Ya lo sabrás, cariño.

Cuando llegaron a la casa de Johanne, entraron juntos.

Johanne: Primero cenemos antes de hablar.

Josué: Está bien, amor.

Johanne: Te encantará lo que he cocinado.

Josué: ¿Tú lo cocinaste?

Johanne: Sí, preparé pollo a la plancha. Mi tía me ayudó o, mejor dicho, me orientó. Tú me enseñaste a hacer arroz.

Josué: Qué bueno, amor. Estoy ansioso por probarlo.

Johanne: Hice puré de papas y un jugo de naranja también.

Josué: Has pensado en todo, amor.

Johanne: Ahora te lo sirvo, quiero que veas lo delicioso que ha quedado.

Le sirvió la comida y comieron juntos.

Josué: Está delicioso, me encanta.

Johanne: Solo dices eso porque soy tu novio.

Josué: No, amor, lo digo porque es la verdad.

Maria y Elizabeth compraron los tres pares de zapatos para Josué. Luego, salieron y compraron comida para llevar a casa.

Elizabeth: Pediré un pollo asado para llevar, madre. Espérame aquí.

Cuando volvió, se dirigieron a casa en un taxi.

Josué y Johanne lavaban los platos antes de subir a la habitación.

Josué: Ya he terminado. Ahora, amor, ¿qué quieres decirme?

Johanne: Subamos, amor. Recuerdas que te dije que no quería ocultarte cosas ni mentirte. Ahora, presenciarás la verdad.

Josué: Está bien, amor.

Subieron juntos a la habitación.

Josué: Amor, esta no es la habitación en la que no podía entrar, ¿verdad?

Johanne: Sí, pero hoy entrarás.

Josué entró en la habitación y se sorprendió al ver recortes de periódico y fotografías colgados por todas partes.

Josué: Amor, no entiendo qué está sucediendo. ¿Qué quieres decirme?

Johanne comenzó a llorar.

Johanne: Amor, recuerdas que te dije que mis padres estaban en el extranjero?

Josué: Sí, ¿qué pasa?

Johanne: Fue una mentira, los perdí...

Josué: ¿Cómo así, amor?

Johanne: Lee los recortes.

Josué miró los recortes y las fotografías.

"Fatal accidente deja sin vida a una pareja y deja a un niño en la orfandad".

Josué: Amor, lo siento mucho. No sé qué decir.

Johanne: Amor, yo era feliz a mis 11 años, antes de perderlos. Fui el único que sobrevivió, ellos fallecieron. Mi tía se hizo cargo de mí, ella vivía sola.

Josué: Lo siento, amor, de verdad.

Josué la abraza.

Josué: Sé que es doloroso recordar a aquellos que te amaron.

Johanne: Gracias. Solo quería que supieras. Eres mi novio y quiero compartir esto contigo. Si en algún momento nos separamos, espero que guardes este secreto.

Josué: No te preocupes, amor. Si seguimos juntos o no, este secreto permanecerá conmigo hasta la tumba.

El secreto de Josue Donde viven las historias. Descúbrelo ahora