**Capitulo 48: El Peso del Silencio y la Busqueda de la verdad**

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Había transcurrido una década en mi vida, un tiempo que parecía un sueño tranquilo mientras viajábamos hacia León. Los recuerdos de esa época me llenaban de una nostalgia dulce, como una melodía que nunca termina de sonar. Mi madre y mi padre compartían sonrisas que irradiaban felicidad, mientras yo seguía siendo un niño de sexto grado de primaria, ajeno a las complejidades del mundo.

Nuestra familia era un cuadro perfecto: mi madre, una doctora dedicada, y mi padre, uno de los abogados más respetados en Nicaragua, eran ejemplos de éxito y virtud. Mi padre, mi héroe y modelo a seguir, era mi inspiración y mi guía.

León, la ciudad que amaba, era un lugar lleno de recuerdos y misterios. Pero ese paraíso pronto sería el escenario de una tragedia que transformaría mi mundo por completo.

Un fatídico día, una moto irrumpió en nuestro camino como un grito en medio del silencio. Mi padre perdió el control de nuestro vehículo y caímos en un abismo que parecía no tener fin. Ese instante quedó sellado en mi mente como una herida que nunca cicatrizaría. La inconsciencia me arrebató de aquel momento, y cuando recobré la conciencia, me encontré en un hospital, rodeado de cables y máquinas.

La angustia y el dolor llenaban mi corazón mientras luchaba por entender lo que había sucedido. Pero había algo que no podía entender, algo que me sumió en la desesperación. Mis padres... Mis padres ya no estaban. El informe del médico resonó en mis oídos como un cruel eco: mi padre había fallecido en el accidente y mi madre estaba en grave peligro.

Mis lágrimas brotaron descontroladas mientras enfrentaba la cruel realidad. Mi tía, presente en ese momento, intentaba consolarme, pero el dolor era abrumador. Mis ilusiones se desmoronaban y un vacío profundo se apoderaba de mí.

Horas interminables pasaron en ese hospital, mientras yo esperaba con el corazón en un puño. Y entonces, la vida me arrebató también a mi madre. Las alarmas resonaron como un lamento que anunciaba lo inevitable. Las lágrimas de mi tía eran un eco de mis propias lágrimas mientras el médico confirmaba que mi madre había partido. El impacto del accidente había sido demasiado grande y ellos, mis amados padres, ya no estaban.

Sentí como si el mundo hubiera dejado de girar. Mis cimientos se desmoronaron y me quedé perdido en medio de una realidad que no podía aceptar. Mis sueños y esperanzas se desvanecieron, y el peso de la tristeza se convirtió en mi compañero constante.

Busqué refugio en el estudio, encontrando consuelo en las notas y los libros. Mis logros en la secundaria y la entrada a la universidad se convirtieron en una forma de honrar la memoria de mis padres. Quería ser abogado, seguir los pasos de mi padre, aunque ya no pudiera escuchar sus consejos.

El último día que los vi, prometí que sería alguien importante. Y así, cargando con su memoria y su ausencia, seguí adelante en la búsqueda de un futuro que ellos nunca verían.

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En la intimidad de su hogar, Josué y Johanne compartían un momento de confidencias.

Josué: (con voz tranquila y emotiva) Mi amor, no importa lo que la vida nos haya arrebatado, siempre encuentras la fuerza para brillar. Tus padres estarían orgullosos de la persona que eres.

Johanne: (con ternura) Gracias, mi amor. Cada día es un recordatorio de la importancia de honrar su memoria.

Josué: (suspira) Sé que sientes su amor desde el cielo, como un ángel protector que vela por ti.

Johanne: (asiente) Sí, así lo siento. Y contigo a mi lado, esa protección se multiplica.

Josué: (acaricia suavemente su mano) Nunca dejes de ser quien eres, Johanne. Tu valentía y determinación son un testimonio del amor que llevas contigo.

Johanne: (le sonríe) Y tú, mi querido Josué, has sido mi luz en las sombras. Gracias por ser mi refugio y mi confidente.

Josué: (con voz suave) Mi corazón late por ti, Johanne. Cada día a tu lado es un regalo.

Johanne: (susurra) Te amo más de lo que las palabras pueden expresar.

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Mientras tanto, en la oscuridad de sus pensamientos, Louis enfrentaba una batalla interna.

Louis: (con voz angustiada) ¿Cómo pude ser tan ciego? La verdad me abofetea en el rostro, y mi silencio ha causado un daño irreparable. Pero enfrentar la realidad es un abismo de dolor que temo cruzar.

Louis: (con voz quebrada) Cargando con una verdad que no puedo compartir, la culpabilidad me consume. Mi conciencia es un recordatorio constante de mi complicidad en un crimen que no puedo deshacer.

Louis: (susurra) ¿Cómo enfrentar a Josué? ¿Cómo mirarlo a los ojos sabiendo lo que he ocultado? El peso de mi silencio me agobia, pero enfrentar la verdad también me aterra.

Louis: (con voz apesadumbrada) ¿Qué hago ahora? El reloj sigue avanzando, y mi alma sigue enredada en esta telaraña de mentiras y secretos.

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Josué: (mirando fijamente a la carta) No entiendo... ¿qué es esto?

Johanne: (preocupado) Amor, ¿qué pasa?

Josué: (conmovido) Es una carta dirigida a mí. Dice "Aquí encontrarás la verdad".

Johanne: (mira la carta con curiosidad) ¿Quién podría haber dejado esto?

Josué: (abriendo la carta con manos temblorosas) No lo sé, pero siento que algo importante está por revelarse.

Johanne: (esperanzado) Sea lo que sea, estaremos juntos para enfrentarlo, mi amor.

El paquete contenía respuestas, secretos ocultos que alterarían sus vidas para siempre. Un capítulo nuevo se abría en la historia de Josué y Johanne, uno lleno de revelaciones y desafíos que  pondrían a prueba su amor y su valentía.

El secreto de Josue Donde viven las historias. Descúbrelo ahora