**Capitulo 9:Vínculos Fracturados y Verdades Enterradas**

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Era una mañana sombría y Josue avanzaba hacia su colegio, listo para abordar el bus. Justo en ese instante, un giro inesperado de los acontecimientos trajo a Reynaldo, emergiendo en su automóvil. Los destinos se cruzaron en un breve saludo.

Reynaldo: (con una sonrisa) Buenos días, ¿ya te diriges a clases?
Josue: (sorprendido) Sí, me voy... Adiós.

El contacto fugaz dejó a Josue perplejo, sin tiempo para más. El rugido del motor de Reynaldo desvaneciéndose marcó el inicio de un día que se tornaría inusual.

Mientras tanto, Reynaldo, atormentado por su búsqueda y curiosidad, detuvo su automóvil ante la residencial. Sin embargo, antes de entrar, decidió que debía enfrentar otra prioridad. Se dirigió a la morada de doña Maria, llegando justo cuando ella se preparaba para su jornada laboral.

Reynaldo: Buenos días, doña Maria. Tengo información que compartir.
Maria: ¿Qué lo trae aquí a esta hora?
Reynaldo: Encontré a su hija, Elizabeth. Aquí tiene su número de contacto.
Maria: (conmovida) Muchas gracias, pero debo irme, llego tarde al trabajo.
Reynaldo: Permítame llevarla.
Maria: No es necesario, gracias.

Mientras el sol ascendía en el firmamento, Josue se encontraba en el aula, sumergido en una conversación con Raquel y nadir sobre la próxima promoción.

Raquel: (entusiasmada) Ya tengo un hermoso vestido para la promoción. ¡Es espectacular!
Nadir: (seguro) Mi madre ya me compró un traje. Estoy listo.
Josue: (pensativo) Todavía no sé qué usaré. La universidad es otro mundo, necesitaré mucho más que un traje.

En el momento en que el maestro ingresó al aula, los pasos de Reynaldo en su búsqueda parecieron quedar suspendidos, pero el misterio seguía en el aire.

Mientras tanto, la búsqueda de respuestas llevó a Maria a la casa de doña Socorro. Con la voz temblorosa, solicitó prestado un teléfono para realizar una llamada internacional.

Maria: Doña Socorro, ¿podría prestarme su teléfono? Necesito hacer una llamada urgente, es internacional.
Socorro: ¿A quién llamarás, Maria? ¿Y a qué región?
Maria: Llamaré a mi hija, en Panamá.
Socorro: Toma el teléfono, desahógate.

La llamada marcó un punto de inflexión en la trama. La voz de Elizabeth al otro lado reveló emociones ocultas durante años.

Maria: (emocionada) Hola, hija.
Elizabeth: (sorprendida) ¿Mamá, eres tú? ¿Cómo estás? Hace tantos años...
Maria: Yo también me alegro de escucharte. ¿Cómo te va por allá?
Elizabeth: (con alegría) Bien, mamá. Trabajé en una panadería, conocí a Ángel y ahora somos una familia con tres hijos hermosos. Mi hijo mayor tiene 17 años, luego uno de 15 y mi niña de 9 años.
Maria: (llena de emoción) Josue también ha crecido. Él es igual a ti, hermoso y especial. Te habló de ti, aunque nunca mencioné tus errores.
Elizabeth: (con frialdad) Ese niño no es de mi interés. Reynaldo me lastimó y no quiero tener nada que ver con él.

La conversación conmovió a Maria, que lloraba con rabia y dolor, confrontando la indiferencia de su propia hija hacia Josue.

En otro continente, Elizabeth mantenía un secreto sobre su pasado, protegiendo su propia narrativa, ocultando a Josue de su vida en Panamá.

Mientras tanto, en el hogar de Elizabeth, la historia tomaba un giro diferente.

Elizabeth: (entusiasmada) Tengo una sorpresa para todos, pero es un secreto por ahora.
Marcelo: (intrigado) Mamá, me intriga, pero seré paciente.
Elizabeth: (misteriosa) Pronto lo descubrirán.

En una casa de secretos, las vidas de Elizabeth y Josue se entrelazaban, cada uno manteniendo su propia versión de la verdad, mientras las sombras del pasado y los vínculos rotos desencadenaban una cadena de eventos inesperados.

El secreto de Josue Donde viven las historias. Descúbrelo ahora