43. Te quiero, a morir.

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Daniella.

No podía culpar a Marco de absolutamente nada, porque tenía razón en todas las cosas que había dicho. Había escuchado todo  su discurso desde que se había levantado de la silla y había comenzado a hablar. Iba a arreglarlo, lo iba hacer antes de que me diera aquel dichoso ataque de ansiedad ¿pero quería arreglarlo después de lo que había oído? ¿Después de saber que se estaba comenzando a cansar? 

Los chicos nos dejaron a solas en la gran sala repleta de sillas y mesas. Le miré y vi el cansancio en sus ojos, en todo el daño que le había estado haciendo poco a poco, día tras día sin darme cuenta. Y no era yo la única que estaba cayendo en un círculo vicioso centrado en el trabajo, él también. 

-¿Estás mejor? - me preguntó mientras se sentaba en una de las sillas. Después de todo y se seguía preocupando por mí, tenía el cielo ganado. 

-Sí, gracias - me miró extrañado - Por haberte quedado conmigo y no haberte ido. 

Él se encogió de hombros intentando no soltar ninguna palabra porque sino su voz se rompería y la mía también. 

-Marco... - me acerqué a él y me senté en la silla que estaba a su lado - Hemos llevado esta situación al extremo. Pero quiero que sepas que tienes toda la razón del mundo, porque he sido yo la culpable de todo esto. No te he cuidado como debería, y no sabes cuando me arrepiento. 

-Daniella, no digas eso - tocó mi mejilla y mis emociones se revolucionaron. 

-Es verdad - apoyé mis brazos en las rodillas y me llevé las manos a la cara - No estoy acostumbrada a que la gente me quiera, a tener una relación normal con alguien. Me he acostumbrado en esta vida a cuidarme yo sola, a sobrevivir por mí misma que cuando alguien como tú entra en mi vida no sé cómo... - se me cortó la voz - cuidarle. No sé qué hacer para seguir adelante con esta relación Marco. 

Colocó su silla más cerca de mí y cogió mis manos con las suyas. 

-Tienes que dejarte querer Dani - se mojó los labios y comenzó a hablar - Sé que me quieres con locura, y yo a ti, eso no es nuevo para ninguno de los dos, pero tienes que quitarte ese miedo. Tienes que superar tu pasado, tienes que asumirlo y seguir hacia delante. Tienes miedo de abrirte a las personas porque piensas que te van hacer daño. 

-Es que todas me han hecho daño - apreté mis labios, no quería derrumbarme.

-Pero no todos somos como aquellas personas que te han hecho daño. Si no dejas que los demás te quieran, no podemos permanecer en tu vida para siempre.

Asentí con la cabeza, Marco tenía razón, y yo ya lo sabía desde hacia tiempo. Pero aún así, no era capaz de poner un remedio, de hacer un esfuerzo por dejar atrás mi pasado y empezar un nuevo presente. 

-¿Cómo puedo superarlo? - pregunté desesperada, porque no tenía una respuesta y la quería, la necesitaba. 

-Abriéndote, dejándome que te conozca, pero no solo yo, también la gente. Eres periodista, una de las mejores y solo tienes 22 años, tienes un futuro por delante brillante, siempre y cuando dejes atrás todo tu pasado - acarició mi mejilla - No puedo darlo todo yo cariño. 

La forma de la que me acababa de llamar me había contraído el corazón. Quería tanto a este chico que me iba a prometer a mí misma no perderle por nada del mundo. 

-Lo siento tanto Marco - una lágrima se escapó por mi mejilla pero la atrapé a tiempo - No era consciente de lo que has tenido que pasar durante estas semanas con la lesión, no soy la única que tiene cosas que hacer, la única estresada o la única que pelea por un futuro - cogí su cara con mis manos y me acerqué a él - Te quiero en mi vida, y haré lo que haga falta para que permanezcas en ella. 

Sabía lo primero que iba a hacer, y no podía esperar a hacerlo para ver su cara. 

-Te quiero, a morir - sonreí en sus labios antes de besarle. 


A las ocho de la tarde ya había terminado los tres artículos y había terminado de recopilar toda la información relacionada con mi tfg. Tenía la noche libre y tenía pensado pasarla con Marco. Pero no sin antes hacer una cosa. Busqué a Álex por el complejo deportivo hasta que le encontré en la sala de prensa, sentado en una silla mirando a un punto fijo. 

-¿Se puede? - pregunté dando unos golpecitos en el marco de la puerta. 

-Sí, claro - se enderezó y apartó la chaqueta que tenía en una de las sillas para que me sentara a su lado. 

-¿Ha pasado algo? - nunca le había visto tan apagado y mucho menos con la cantidad de cosas que quedaban por hacer. 

-Carla y yo lo hemos dejado - sus ojos se cristalizaron y me llevé una mano a la boca - Dice que últimamente paso mucho tiempo aquí y que... - me miró a los ojos y vi todo su dolor - me echaba de menos. 

-Álex - le abracé fuerte, intentando aliviar su dolor - No está todo acabado, tienes que ir a buscarla y decirla que la quieres, y que también la has echado de menos. 

Los dos habíamos sufrido las consecuencias de estar las 24 horas del día centrados en el trabajo y no habernos preocupado por las personas que nos rodeaban. 

-Tenías toda la razón del mundo, tenemos que contratar a alguien. 

-Sí, y tú tienes que arreglar esto, Marco y yo hemos discutido por la misma razón, así que por favor, levántate y vete con Carla - me sonrió y cogió su chaqueta. 

-Mañana mismo buscamos a alguien ¿vale? Te lo prometo - me abrazó antes de salir corriendo por la puerta dispuesto a recuperar el amor de su vida. 

Yo por suerte, ya lo había recuperado y estaba dispuesta a conservarlo durante todos los días de mi vida. Nuestra relación comenzaba ahora, justo cuando publiqué nuestra primera foto juntos, justo cuando dejaba de esconderme entre las sombras y comenzaba a ser, de nuevo, un personaje público. 

"Again" // Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora