61. Limit.

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Marco.

Eran las dos de la mañana cuando Lucas consiguió llevarse a Sergio a su casa para darse una ducha y descansar. Pero yo no me iba a mover de allí. Estaba sentado frente a la cristalera. El pasillo estaba completamente vacío, solo estábamos Isco y yo.

-Marco no has dicho ninguna palabra desde que hemos venido - notaba la preocupación de Isco en la voz - Cuéntame qué pasa por esta cabecita de aquí - se puso de cunclillas delante de mí y puso una mano en mi hombro - Por favor...

Cerré los ojos y volví a revivirlo todo.

-Había tanta sangre... - miré mis mano aún rojizas - Era todo desconcierto, no sabíamos quien había matado a quien, o quién había apuñalado a quién - le miré a los ojos y le vi borroso - Era como en una película, pero fue real, joder...

No pude seguir. Muy en el fondo de mi cabeza pensaba que cabía una pequeña posibilidad de que todo esto fuera un sueño y de que me despertaría en mi cama junto a Daniella. Isco se sentó de nuevo a mi lado y me abrazó, pero no fue suficiente para calmar mis temblores. Me sentía culpable de no haber hecho nada por ayudar a Pietro, me sentía culpable por haberme centrado solo en Dani y dejar que él muriera, ¿pero qué otra opción teníamos?

Todos estábamos esperando a que Daniella despertara para saber la verdad de todo lo que había pasado. Y de mostrarle la carta de su madre. Se nos había ido todo de las manos.

-Marco, tú padre está aquí - miré hacia la puerta del pasillo y vi una silueta en el exterior. Me levanté y fui derecho hacia él, quería, necesitaba abrazarle.

Abrí la puerta desesperado y me lancé a él casi sin darle tiempo a reaccionar. Pasó sus brazos por mis hombros y me estrechó contra él de la misma manera que lo hacía cuando tenía alguna pesadilla. Noté cómo otro cuerpo se abrazaba al mío y supe que Igor también estaba allí.

Lloré, salí del shock en el que estaba y recordé cada gota de sangre que se derramaba de los tres cuerpos. Noté el disparo como si fuera ahora mismo, el miedo y la confesión se apoderaron de mi otra vez, y temblé contra el cuerpo de mi hermano y de mi padre.

-Tranquilo, cariño... - me dijo mi padre con la luz más dulce del mundo. Todo parecía tan surrealista - Todo va a salir bien ¿vale? Ya estamos aquí. - No los solté, no podía.

No recuerdo cuanto tiempo estuve así, ni si quiera sé cómo consiguieron convencerme para montarme en el coche e ir a casa. Conducía mi hermano y yo iba de copiloto. Mi padre se había quedado en el hospital con Isco por si había alguna novedad, aunque todo el mundo lo dudábamos. Se quedaban allí porque así sabían que yo me iría a casa mucho más tranquilo. En un par de horas volveríamos para que ellos se fueran a descansar.

-¿Tienes las llaves del garaje a mano? - asentí con la cabeza, las saqué del pantalón y la puerta se abrió.

Todo estaba en silencio y a oscuras. Pude sentir la paz estableciéndose en mí. 

-Voy a ducharme - le dije a mi hermano en cuanto entramos por la puerta de casa.

-Espera Marco - me giré y vi cómo examinaba cada parte de mi cuerpo - ¿Seguro que estás bien? Tienes que contar todo lo que ha pasado para poder deshacerte de ese recuerdo.

-Después de la ducha ¿vale? - necesitaba darle una estructura racional a todas las imágenes que se repetían en mi cabeza sin ningún sentido.

Me duché, me afeité y me puse ropa limpia que me hizo volver a la realidad completamente. Cogí un par de camisetas y de pantalones para Daniella, su bolsa de aseo y lo metí todo en una mochila. Bajé al salón, mi hermano estaba sentado viendo un canal de música, a esas horas no había nada en la televisión. Me senté a su lado y suspiré.

-Todo pasó muy rápido, escuchamos un disparo y Reguilón y yo no pudimos quedarnos quietos - empecé a hablar, a relatar todo. El cuerpo del padre en el suelo sin vida, las últimas palabras de su hermano y los sollozos de Daniella. También le conté cómo se estaba despidiendo de mí, cómo mi corazón se rompió en ese momento y cómo llegué a pensar que nunca más la volvería a ver.

-La policía ha dicho que tiene que interrogar a Daniella para saber cómo pasó todo y quién mató a quien, piensan que ella pudo haber matado a los dos y eso - balbuceé- Eso significa que podría ser acusada de homicidio.

-¿¡Cómo!? - preguntó mi hermano cabreado - Está claro que lo hizo en defensa propia, Daniella nunca podría hacer daño a nadie.

-Lo sé, por eso el abogado a dicho que no nos preocupemos, que sería imposible que algo así ocurriera.

Mi hermano pasó una mano por mi hombros y me atrajo hacia él.

-Pues ya puedes estar tranquilo porque Daniella jamás haría algo así si no fuera por defensa propia - asentí con la cabeza.

-¿Y si...? - no pude pronunciar ni manifestar el miedo que tenía a perderla.

-No lo digas - mi hermano me conocía demasiado bien - Mañana se despertará, le contará todo a la policía, saldrá impune y volverá aquí. Podréis tener la vida de enamorados que estáis deseando tener ¿De acuerdo? No voy a permitir que pienses lo contrario.

-Hay algo más Igor - me separé de él, me levanté y regresé con la carta de la madre de Daniella. Le conté todo, todas las cartas recibidas y esa carta con ese dichoso pen drive que estaba deseando que Daniella abriera para quedarme por fin tranquilo.

-Madre mía - estaba en shock igual que yo cuando la recibí - Muchas respuestas las tiene Daniella y hasta que se despierte nos las vamos a poder resolver, así que solo nos queda esperar sabiendo que nadie va a ir detrás de vosotros.

Asentí con la cabeza y mi hermano volvió a pasar su mano por mis hombros. Apoyé mi cabeza en él y cerré los ojos durante un momento. El sueño se apoderó de mi en cuestión de segundos, quería luchar contra él, combatirlo, pero era incapaz. Mi cuerpo y mi mente había llegado a un punto en el que necesitaban desconectar de todo. Olvidarse de cartas, promesas y personas. Es verdad que el cuerpo tiene un límite y lo sabe.

Mi límite había llegado.

"Again" // Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora