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Luke miraba discretamente a Delilah desde la esquina de la enorme habitación utilizada para las cenas.

Se veía tan bonita.

Tenía un vestido rojo con mangas y cuello alto, tenía su cabello atado en un moño alto con unos pequeños rizos escapándose de él, tenía unos aretes grandes de diamantes a juego con su collar, mientras miraba cabizbaja a la mesa de madera.

Las sirvientas llegaron con un plato lleno de comida y lo colocaron frente a cada uno de los Gilgan y también frente a los cuatro invitados.

Delilah levantó la vista en cuanto una de las sirvientas dejó el plato de crema frente a ella, la chica miró fugazmente a Luke, que solamente estaba de pie con una botella de vino en sus manos, sus miradas se cruzaron por unos cortos segundos en los que Delilah le sonrió débilmente, Luke le devolvió la sonrisa.

Las cenas habían parado después de que su padre la hubiera golpeado, fueron dos semanas muy tranquilas donde la costurera era la única que había visitado la residencia de los Gilgan, en cuanto las heridas de la primogénita sanaron, el señor Gilgan ya tenía agendada una nueva cena, amenazando a Delilah sobre qué quería un perfecto comportamiento de su parte.

La rubia solo asintió tristemente, era un verdadero infierno el no saber que harían con ella en un futuro, podía ser entregada a un hombre igual de violento que su padre, o a uno que tuviera amantes e hijos bastardos por todos lados o si tenía suerte, tal vez a un hombre que la respetara como esposa y como persona, pero conociendo el comportamiento que la mayor parte de los hombres ricos que solían asistir a los eventos de su padre, no habían muchos de esos y eso hacía que Delilah quisiera llorar, porque ya se imaginaba lo que le esperaba.

La cena continuó con los mayores hablando mientras los hijos de ambas parejas comían en silencio, siendo integrados a la conversación muy de vez en cuando y Delilah intercambiando miradas y sonrisas discretas con Luke, mientras el rubio servía el vino o solo se quedaba de pie, miradas que afortunadamente nadie notó a parte de Alice.

Cuando los invitados finalmente se despidieron de la familia, el señor Gilgan le anunció brevemente a sus hijos que él y Melissa irían a un par de pueblos a comprar tierras y asistir a subastas, por lo que se ausentarían por un par de semanas, los menores solo asintieron y con un beso en la mejilla de cada uno de sus padres, cada uno fue a su habitación.

Delilah cerró la puerta y se tiró en la alfombra frente a la fogata de su habitación.

Suspiró fuertemente mientras se quitaba las joyas del cuello.

Deshizo su peinado, dejando caer su rizado cabello sobre su espalda, quitó sus aretes y comenzó a desabrochar el corsé.

Hasta que unos silenciosos toques en la puerta la hicieron detenerse, miró la puerta.

-Adelante-respondió en voz baja volviendo a anudar el corsé por la espalda.

-Hola-susurró, Delilah lo miró con una enorme sonrisa levantándose rápidamente del piso, caminando hacia él, jalándolo del brazo para que entrara completamente en la habitación, cerró la puerta rápidamente colocando el seguro.

-¿Alguien te vió?-preguntó en un susurro, Luke negó con una sonrisa, sacando la botella de vino de su espalda-Bien-suspiró, caminando hacia el tapete, dejándose caer.

-Tu habitación es enorme-dijo el rubio en un susurro mirando a su alrededor.

-Ven-dijo la rubia, palmeando el lugar junto a ella, Luke caminó lentamente hacia ella, sentándose a su lado con las piernas cruzadas.

Lover 🌻 EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora