Maratón por mi cumpleaños(:
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Delilah dibujaba tranquilamente un par de ojos hermosos demasiado conocidos para ella, llenaba una hoja de pequeños dibujos.
En esa hoja había dibujado unos cuantos tulipanes regados por la hoja, un par de manos que entrelazaban sus dedos con fuerza, un conejo pequeño, un granero, una botella de vino, un panqueque, una carroza y el establo, unos dos caballos, un tren y claro, los ojos de su bello prometido.
A decir verdad estaba muy aburrida, no tenía nada que hacer, su abuela se había ido un día después de la fiesta del verano, Patrice se la pasaba con su madre dando ideas de cómo adornar, (aunque solo faltaban las mesas, sillas y centros de mesa), sus hermanos menores pasaban el día uno pegado al otro, no esperaba menos de unos mellizos, y lo que para ella era peor, Luke no había regresado aún.
Mentiría si no dijera que estaba preocupada, pues no había ni rastro del chico y debía de haber llegado la noche anterior o esa mañana, pero ya eran las 2:00 de la tarde y no arribaba, solo esperaba que se hubiera atrasado un poco y nada malo le hubiera pasado.
Estaba nerviosa, por el plan más que nada, pues tendrían que irse esa misma noche, no podía dejar de preguntarse si todo saldría bien, esperaba que si, incluso había rezado sobre eso la noche anterior.
Era la cosa más arriesgada que haría probablemente en toda su vida, ir en contra de sus padres, dejar plantado a uno de los hombres más codiciados y ricos de Suiza, abandonar a su familia, pero estaba dispuesta a arriesgarse.
El amor nos hace ser valientes.
Y las ganas de libertad mucho más.
Llevó a su boca un pequeño cubo de queso, masticándolo con lentitud.
Tal vez se robara un queso de esos de la cocina, porque era de lo más delicioso que había probado en sus diecisiete años de vida.
Tomó otro cubo y con un pequeño tarareo se lo llevó a la boca, continuando con sus dibujos.
Unos toques en la puerta llamaron su atención, se sentó apropiadamente en la cama cerrando su libreta.
-Adelante.-dijo amablemente.
Era la chica que le preparaba los baños.
-Permiso señorita Delilah, le he traído su ropa.-susurró, dejando una capa sobre el pequeño sofá frente a la chimenea apagada.
Delilah frunció el ceño al notar que esa capa en realidad no era suya, pero decidió no hablar al notar una pequeña mirada de complicidad de parte de la pelinegra.
-Gracias-susurró.
-Me retiro, con p...-la rubia la interrumpió.
-Disculpa, ¿podrías enseñarme cómo preparar un baño?-preguntó con una sonrisa apenada.
La chica la miró con ligera sorpresa.
-Y-Yo puedo preparárselo señorita, no es necesario que usted...lo aprenda.-susurró.
-Si, lo es, no siempre habrá gente que me haga las cosas, debo aprender a hacerlas por mi misma.-respondió sonriente, levantándose de un salto.-Vamos, muéstrame por favor.
-Esta bien.-aceptó un poco confundida, porque en realidad todos sabían que Delilah jamás tendría que mover un dedo, no desde que nació con la suerte de ser parte de una familia con cientos de riquezas.
Y eso era verdad, lo había sido hasta que se enamoró de un sirviente y se había dispuesto a aprender de todo para ayudarlo.
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Salió de su baño desnuda y seca, aunque cubría sus senos y caminaba con las piernas cruzadas, esperando que a nadie le diera por entrar a su habitación.
Había olvidado su bata sobre la cama, así que no tardó mucho en tomarla y cubrirse totalmente, soltando un suspiro de alivio.
Más tranquila, caminó hacia su tocador, tomando un cepillo para comenzar a desenredar su largo cabello, había disfrutado su baño, aunque el agua se enfrió más rápido de lo normal, pero no había estado tan mal para su primera vez.
Por el reflejo del espejo visualizó la capa que la sirvienta (que descubrió se llamaba Abril) había traído anteriormente.
Curiosa, caminó hacia ella, sacudiéndola y finalmente buscando en los bolsillos, encontrando un sobre en uno de los bolsillos internos.
Sonrió al identificar la letra con la que estaba escrito su nombre en la parte exterior del sobre.
No dudó en abrirla ni un solo segundo.
Mi querida Lilah:
He llegado esta tarde a casa y por obvias razones no he podido ir a tu encuentro para saludarnos de la forma en que estuve esperando estos dos días, pero no me quejaré, pues podremos besarnos, abrazarnos y decirnos lo mucho que nos amamos en cuanto estemos juntos nuevamente.
Estoy muy alegre de poder comunicarte solo buenas noticias el día de hoy, mis padres se han quedado en su nuevo hogar, mandándome sus cartas de renuncia, así que ese tema ya no será motivo de preocupación.
La segunda buena noticia es que he conseguido boletos a Francia a la 1:00am, así que el plan continúa de la misma forma que habíamos estipulado.
La tercera noticia es que he conseguido un transporte que nos llevará hasta la estación de trenes.
Recuerda amor mío, deberás salir de tu casa a las 23:40 y nos veremos a las 00:00 en punto en donde acordamos.
No puedo esperar más para huir contigo a nuestra nueva vida, estoy muy emocionado de poder convertirte en mi esposa.
Con todo el amor de mi corazón, Luke.
Delilah sonrió emocionada, tomó la carta, ocultándola dentro de su libreta junto a todas las demás cartas, guardó la gruesa libreta dentro de su saco de tela.
Estaba listo desde el día anterior, con tres vestidos hermosos, el vestido de bodas, un corsé, su gargantilla de compromiso y ahora, la libreta.
Terminó de peinarse rápidamente, para meter el cepillo en su bolsa de tela, la ocultó nuevamente debajo de la cama y llamó en un grito a Abril, que la ayudó a ponerse el corsé sin tener la más mínima idea de que esa noche Delilah iba a huir junto a su amante.
A penas eran las 23:00 y estaba nerviosa como el infierno, la única luz en su alcoba provenía de una vela blanca sobre su tocador.
Ya tenía puesto su vestido de pueblerina, los zapatos los llevaba dentro de la bolsa de tela, pues no quería hacer ni el más mínimo ruido.
Su mirada se posó sobre su caja de joyas, uno de esos conjuntos podía valer lo mismo que un caballo pura sangre.
Sacó uno de los vestidos junto al corsé, dejándolos totalmente extendidos en la cama, colocó todas las joyas que pudo sobre el corsé, envolviéndolas con perfección para después envolver el corsé con el vestido, metiéndolo hasta el fondo de la bolsa de tela.
Suspiró profundamente.
Eso les serviría en un futuro.
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Lover 🌻 EN EDICIÓN
RomanceTERMINADA | EN EDICIÓN HASTA NUEVO AVISO Esta historia comenzó en el invierno del año 1809, con dos niños que vivían vidas totalmente diferentes a pesar de residir en el mismo lugar. Una era la hija de uno de los hombres más ricos de suiza y el otro...