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Delilah suspiró silenciosamente, mientras hacía que el agua de la tina se moviera delicadamente, cuando la puerta se abrió lentamente.

Su madre le sonrió incómodamente y se sentó en un pequeño banco mientras sostenía un pedazo de tela húmeda con agua fría que había dejado afuera para que el frío viento lo secara y dejara más helada, con la punta de sus dedos tomó con delicadeza la marcada mandíbula de su primogénita obligándola a girarse a ella.

Colocó la tela sobre el labio inflamado de la rubia mientras alejaba el cabello de su hija de su rostro con cariño.

Delilah miró tristemente a su madre, con ojos cristalizados.

-No llores cariño-murmuró su madre acariciando la mejilla no golpeada de Delilah-Si lloras haces que los hombres piensen que eres débil y se aprovecharán de ti por eso, nunca debes llorar frente a un hombre Delilah, tenemos que aguantarnos todo y mantenernos calladas mientras lucimos bonitas para ellos-murmuró la mujer silenciosamente limpiando una lágrima rebelde de la menor.

-¿Por qué?-preguntó en un susurro.

-Porque somos mujeres Delilah-Dijo con una sonrisa ladina-Ya nos inferiorizan lo suficiente por ser mujeres, ¿cómo crees que nos tratarían si lloraramos cada vez que sentimos la necesidad de hacerlo? Mucho peor de lo que ya lo hacen.

Delilah miró a su madre con ojos rojizos.

-No quiero casarme con un hombre que me golpee como lo hace papá-murmuró con su labio inferior temblando, Melissa acarició su cabello maternalmente.

-Es difícil saber cuales son los hombres que son violentos-susurró en respuesta-Todos son excelentes partidos hasta que te casas con ellos.-suspiró haciendo una ligera mueca.

-¿Por qué papá me odia?-preguntó después de un corto silencio.

-Él no te odia mi amor, es sólo que no es tan fácil para ellos expresarse como nosotras ¿sabes?-Delilah suspiró.

-Quiere deshacerse de mi a penas llegué de París-dijo obvia, Melissa negó.

-No Delilah, no es que quiera deshacerse de ti, es sólo que al poseer una gran fortuna todos los hombres solteros que conozcan el apellido Gilgan se presentarán como candidatos ante tu padre para casarse contigo, es un procedimiento muy largo y exhaustivo elegir al mejor postor para ti.-Delilah la miró como si la acabara de golpear.

-¿Me...me está vendiendo?-preguntó triste, Melissa suspiró, no quería lastimar a Delilah pero tampoco podía mentirle.

-Prácticamente si-susurró, los ojos de la menor volvieron a cristalizarse-Hey, ¿qué te dije Delilah? Nada de lágrimas-dijo, limpiando las pequeñas gotas saladas que buscaban escapar de sus ojos.

-Pero no quiero casarme-soltó en un sollozó, sollozo que calló en cuanto notó la mirada seria de su madre sobre ella.

-Escucha Delilah, estás en la edad perfecta para contraer matrimonio, eres fértil y no tendrás problemas con darle un heredero a tu esposo, si no te casas en estos años la gente comenzará a hablar del porqué y no queremos que piensen que no eres digna, ¿verdad?-preguntó retirando la tela del inflamado labio de Delilah.

-¿Qué?-preguntó confundida.

Su madre bufó rodando los ojos.

-No queremos que la gente comience a decir que no te has conservado pura hasta la consumación del matrimonio, ¿sabes la vergüenza que eso le traería al apellido Gilgan? Nadie querrá desposar a tus hermanas-Negó caminando hacia la toalla de Delilah sobre el perchero, dejándola sobre el banco en el que ella se sentó anteriormente-No, me niego a que hablen así de ti o cualquiera de tus hermanas; por eso una mujer ya debe estar casada o prometida a tu edad.-Murmuró haciéndole una seña a Delilah para que se levantara de la bañera-Realmente espero que no seas la misma niña egoísta a la que no le importó toquetearse con la gentuza-Delilah la miró con la boca abierta y un gesto de dolor en el rostro-No me mires así Delilah, la culpa no fue mía, tu fuiste la que se lanzó a los brazos de ese sirviente-dijo con una mueca de asco, Delilah sintió sus mejillas enrojecerse lentamente.-¿Qué esperas Delilah? Sal ya, que tu padre y yo tenemos que irnos en media hora.

Lover 🌻 EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora