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Este es el primer capítulo del 2020 🎉
¡Feliz año nuevo!

🍁🍁🍁

Delilah estaba acostada sobre su abdomen en el suave colchón de su cama, mientras trazaba lineas y pequeños dibujos sin importancia en toda la superficie de la hoja, esperando a llenarla de tinta negra mientras comía fresas de un gran plato de cristal sobre la charola de plata junto a su cuaderno de dibujo, donde también había una copa llena de agua.

Estaba aburrida, eso era obvio.

Había pasado los ultimos once días dentro de casa, sin permiso de poner un solo pie fuera de ella, por orden de su madre.

Y su madre le dijo a su padre, así que ni loca se le iba a ocurrir salir de casa para ganarse una golpiza segura.

No estaba tan mal después de todo, podía tomar todas las duchas que quisiera, sin importar el tiempo que pasara, podía probarse todos los vestidos que no había usado o de los que había olvidado su existencia, leía muchos de los libros que se encontraban en la biblioteca y dibujaba o escribía en su libreta.

Debía aceptarlo, era un asco y eran los días más aburridos de su vida, no tenía nada que hacer mas que mirar las velas derretirse mientras en su mente cruzaba la imagen de un rubio sonriente.

Lo extrañaba, los únicos momentos en los que lo veía era en las comidas o cuando se lo encontraba por la casa limpiando o rellenando la copa de su padre de vino, no podía hablarle ni saludarlo ni sonreirle, solo lo miraba triste con una diminuta sonrisa que el ojiazul siempre regresaba sutilmente, esperando que nadie notara aquel intercambio de gestos.

Hace unos días lo vio desde la ventana de su habitación, cepillando a un caballo, iba a saludarlo con una sonrisa e iba a lanzarle una pequeña carta, pero se vió interrumpida por un hombre canoso que le habló de mala forma a Luke, el menor solo asintió y caminó cabizbajo hacia una escopeta.

Delilah no quiso ver más.

La rubia le preguntó silenciosa y educadamente a su padre acerca de los balazos que se escucharon después de eso, mientras el mayor leía un libro, el hombre dijo con el rostro libre de expresión "son personas que intentan robar nuestras cosechas y animales para alimentar a su familia de vagabundos"

La ojiverde se quedó helada, ¿su padre mandaba matar a esas personas solo porqué querían comer?

No dijo nada y caminó a su enorme habitación que se encontraba en un silencio abrumador, pero no tan abrumador como la voz de su padre y el ruido que ocasionaban sus hermanos junto a los regaños de su madre.

Desde ese día no había salido de esas cuatro paredes, mas que para comer con el resto de su familia y una vez con un nuevo pretendiente.

Aburrida de dibujar cosas sin sentido, cerró la libreta y se acostó sobre su espalda con un suspiro, mirando fijamente el techo.

Hacía tres horas que había sido la cena, así que solo subió a ponerse su camisón para dormir, al no conciliar el sueño bajó a la cocina, encontrandose con una servienta que limpiaba los platos y el resto de la cocina, ella fue quien le dio las fresas y agua.

Eso había sido hace dos horas, y ahora que solo quedaban dos fresas y la copa de agua vacía, no encontraba en que más distraerse, suspiró levantandose para apagar todo, tomó una vela nueva y la colocó en el mueble junto a su cama, se sentó con las piernas cruzadas y la encendió, comenzando a contar cuanto tardaba en apagarse, tal vez así podría dormir.

Su atención completa estaba sobre la vela, que ahora era lo único que alumbraba la habitación, hasta que notó un movimiento fuera de su ventana.

Se levantó rápido, parecía haber sido un gato que cayó del techo, ¿se habrá hecho daño?

Lover 🌻 EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora