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Dos días después sus padres al fin llegaron, todos sus hijos esperaban perfectamente arreglados al final de las escaleras que los llevaba a la entrada principal.

Primero bajó el señor Gilgan con un elegante abrigo de piel, ayudando a su esposa a bajar del carruaje.

Ella vestía un vestido rojo sangre con mangas y cuello alto.

Los más pequeños corrieron a abrazarlos mientras Delilah y Patrice caminaron más agraciadamente hacia sus progenitores, dándoles un abrazo y un beso en la mejilla.

-Hemos traído obsequios para todos-dijo el hombre cargando al pequeño-Tu-señaló al sirviente-lleva todo dentro, rápido-ordenó, el chico asintió comenzando a cargar las pesadas cajas de madera, se asemejaban bastante a un baúl.

Todas las mujeres siguieron rápidamente a su padre dentro de la mansión.

El hombre dejó al más pequeño de los Gilgan en el suelo y se sentó en su sillón de piel oscura.

-Trae una botella de vino-exigió a nadie, pero una chica salió corriendo hacia la reserva de vinos del hombre.

Melissa se sentó en el sillón junto a él mientras sus hijos se sentaban emocionados en la alfombra de la sala.

En cuanto el sirviente dejó el baúl frente a ellos, Stefan y Julia fueron los primeros en acercarse a la primera.

-No, no, esa es para tus hermanas Stefan-el menor asintió esperando su propio baúl.

Los ojos de las tres brillaron cuando Julia abrió el baúl, mostrando su contenido.

En menos de cinco segundos cada una tomó una gargantilla, proclamándola como suya.

Habían cerca de doce coordinados de aretes y gargantillas, debajo habían cerca de seis vestidos y debajo, unos doce pares de zapatos.

Luke entró en el salón con una copa y una botella de vino, miró con ligera tristeza a Delilah.

Que tenía una sonrisa preciosa y ojos brillantes mientras los diamantes se reflejaban en su rostro.

Luke le tendió la copa al señor Gilgan y la llenó cuidadosamente hasta que el hombre le hizo la seña para que se detuviera.

Con un asentimiento se alejó hacia la cocina, encontrándose con el sirviente encargado de transportar el baúl para Stefan.

No pudo evitar bufar y rodar los ojos al notar que era completamente injusto que el pequeño de no más de seis años tuviera un obsequio del volumen que había sido para tres personas.

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Al día siguiente, ahí estaba Delilah, en el centro del salón mientras la modista ajustaba el fondo del vestido a su cintura con el corsé blanco puesto.

Aún faltaban varios toques en el vestido, como por ejemplo, los pequeños diamantes en el corsé.

Delilah estaba peinada con un elegante moño alto mientras su padre y madre miraban desde sus respectivos asientos.

-Clara me ha dicho que cancelaste la cita de hace dos días-dijo su madre seria mirando de la misma forma a su primogénita.

La menor asintió.

-¿Por qué? Sabes que no debes de retrasarla, un vestido de boda es lo más complicado-dijo su padre serio.

-No me sentía bien-respondió en voz baja, su padre rodó los ojos.

Lover 🌻 EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora