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Delilah se miró al espejo, aburrida.
Suspiró aún sin dejar de cepillar su largo y sedoso cabello.
Tenía los ojos rojizos y el tabique de la nariz de un color morado y por primera vez, ninguno de sus padres habían ocasionado eso, sino el hijo pequeño de la familia Reagan, que con su pequeño carrito de madera la golpeó en la nariz, no había sido adrede pues apenas tenía un año de edad, pero la nariz de Delilah sangró demasiado.
Su precioso vestido color azul cielo quedó manchado de aquel rojizo líquido.
Ahora estaba a punto de irse a dormir, dejando sus joyas dentro de la enorme caja de madera llena de costosos obsequios que su padre le traía de sus viajes.
Cerró los ojos levemente, dejando su cepillo sobre el tocador.
Hacía casi dos semanas y media que no hablaba con Luke y no quería admitirlo, pero le molestaba a sobremanera que no se hubiera disculpado con ella aún.
Abrió rápidamente los ojos y miró fijamente su reflejo, apretó los labios.
Que se fuera al diablo, ella no iba a buscarlo.
Se levantó del costoso banco y tomó la vela que la alumbraba, se dirigió a su cama tranquilamente.
Al mirar fugazmente a la ventana arrugó levemente el entrecejo al notar una luz fuera de la casa, se acercó curiosa hacia el cristal.
Del otro lado, Luke miraba con la nariz y mejillas enrojecidas hacia la ventana de Delilah con una leve expresión de tristeza.
Odiaba que no le hablara y que durante las cenas ya no lo buscara con la mirada ni le sonriera discretamente como solía hacerlo.
La había visto, hace tres días, con el corsé blanco junto con el fondo de su vestido de novia mientras su madre y la modista le ponían tiaras acompañadas de distintos velos, se veía preciosa y no pudo explicar como le dolió saber que jamás podría verla recorrer un pasillo lleno de rosas para llegar a donde él estaría esperando por ella.
Delilah suspiró al descubrir quien estaba ahí parado en medio del frío de aquella noche de mayo sujetando con una soga a un caballo de color castaño claro, o tal vez rubio un poco oscuro.
Quería, no, debía olvidarse de él y las tontas historias que comenzó a formar su cabeza la noche que volvió a verlo después de siete años, estaba claro que él ya la había olvidado, vaya, en primer lugar ni siquiera sabía a ciencia cierta que ella le hubiera gustado en algún momento, además, ella iba a casarse, aún no sabía con quien, pero era algo seguro.
Y odiaba eso.
Luke no pudo evitar sonreír al notar la inconfundible figura de Delilah, soltó la soga del caballo y penosamente la saludó sacudiendo levemente su mano de un lado a otro.
Dentro de la casa, Delilah apretó los labios y cerrando fuertemente los ojos, casi con dolor, sopló levemente a la vela, dejando que la oscuridad la rodeara.
Luke dejó de sonreír automáticamente y bajó su mano pausadamente, volviendo a tomar la soga que rodeaba el cuello de aquella preciosa yegua con una mueca.
Ella aún lo odiaba y Luke no la culpaba, había recordado un poco de los sucesos que llevaron al despido de Kat, y aunque en realidad no habían llegado a tener relaciones, él mismo se sintió enfermo al pensar que Delilah lo había escuchado todo.
El rubio permaneció un par de minutos mirando triste hacia la ventana de Delilah, mientras desde la oscuridad ella lo miraba fijamente con dolor, al menos hasta que Luke giró la cabeza bruscamente hacia la derecha, dijo algo y volvió a mirar fugazmente hacia la ventana mientras comenzaba a caminar hacia el establo.
Delilah cerró los ojos mientras soltaba un largo suspiro lleno de sufrimiento.
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Delilah tomó asiento junto a Patrice en la larga mesa del enorme comedor dándole una pequeña sonrisa a sus tres hermanos menores.
-¿Y nuestros padres?-le preguntó a Patty, la rubia se encogió de hombros.
-Papá salió temprano en el carruaje, mamá aún no baja- pareció haberla llamado, porque justo en ese momento, su madre entró en el comedor con un precioso vestido verde oscuro con acabados en negro, sus perlas negras en las orejas y un collar de diamantes por encima de la tela negra del cuello, tenía su cabello en un moño alto y se veía hermosa a decir verdad, no había duda alguna de que todas mujeres Gilgan eran eran dignas de ser llamadas musas.
La mayor en la cabeza de la mesa, le sonrió levemente a sus cuatro hijos y tocó la pequeña campana de oro que estaba sobre la mesa, no pasaron más de quince segundos cuando comenzaron a escucharse los pasos de los sirvientes desde la cocina.
-Hoy vendrá la diseñadora-murmuró su madre colocándose la servilleta de tela en las piernas.-Hablé con tu padre y te dejará ayudarme a elegir la decoración para la boda-Delilah miró fijamente a la mesa.
-¿Es necesario que sea tan pronto?-preguntó en un susurro tomando su copa llena de agua.
-Claro que sí, lo ideal sería que la boda se lleve a cabo una semana después de que tu padre anuncie quien será el afortunado de ser tu esposo-dijo señalandole a Luke que le sirviera vino, el rubio comenzó a hacerlo lentamente, con sus manos un poco temblorosas.
El labio inferior de Delilah tembló mientras sus ojos se cristalizaban rápidamente, tomó un largo trago de agua, pero aún así no dejaba de temblar.
-¿Una semana?-preguntó sin poder ocultar el terror de su tono de voz-¿Ni siquiera podré conocerlo antes de casarme con él?-Melissa rodó los ojos soltando un bufido.
-No es necesario que lo conozcas, yo no conocí a tu padre hasta el día de la boda-dijo dándole un trago a su copa de vino.
Delilah soltó un bufido.
-Oh si, eso es mucho mejor, porque papá no nos golpea-dijo irónica, los tres menores y el par de sirvientes que seguían en la habitación saltaron levemente al escuchar el fuerte golpe de la palma de mejilla aterrizando en la pálida mejilla de su hija mayor.
-Es suficiente, vete a tu habitación ahora mismo-ordenó molesta-No quiero verte en todo el día.
Delilah la miró mal, se levantó bruscamente de su lugar y caminó hacia las escaleras.
A veces realmente deseaba no haber nacido.
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K opinan
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Lover 🌻 EN EDICIÓN
RomanceTERMINADA | EN EDICIÓN HASTA NUEVO AVISO Esta historia comenzó en el invierno del año 1809, con dos niños que vivían vidas totalmente diferentes a pesar de residir en el mismo lugar. Una era la hija de uno de los hombres más ricos de suiza y el otro...