The first time they saw each other

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[la primera vez que se vieron]

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1809

-¿Por qué no podemos ir con ustedes?-preguntó la rubia, educadamente mientras ella y su hermana menor miraban atentamente a su madre mirándose al espejo, arreglando los a penas visibles cabellos sueltos de su Perfecto rodete alto.

-Porque es una cena para adultos, cariño, no habrán niños y además tienes clase mañana Delilah-la rubia hizo una mueca que su hermana menor imitó.

-¿Por qué tardas tanto mujer?-preguntó su esposo, entrando en la habitación que compartía con su amada esposa.

-Estoy lista-dijo sonriéndole a su marido, el cual solo asintió y se dirigió a sus hijas.

-Niñas, no le causen demasiados problemas a Marie-las rubias asintieron-Y ya saben lo que deben hacer siempre que nosotros no estamos.

-Vigilar a las sirvientas y decir si alguna ha robado algo de nuestra propiedad-dijeron al unísono, su padre asintió.

-¿Qué más?

-No hablar con nadie más que con la señora Beaumont y su esposo-repitieron nuevamente, sus padres asintieron, estando contentos con la respuesta.

-Ahora, acompáñennos afuera-dijo su padre nuevamente, las pequeñas de siete y cuatro años se levantaron de la enorme cama de sus padres, siguiéndolos hacia la puerta de su mansión.

Una vez fuera se detuvieron frente al carruaje negro que llevaría a sus padres hasta el pueblo vecino.

Su madre las miró con cariño para después besarles una mejilla a cada una.

-Nos veremos en unos días, mis amores-dijo dulcemente, las menores la abrazaron hasta donde sus cortas estaturas les permitieron, arrugando ligeramente el hermoso y costoso vestido de su madre, la rubia les acarició el cabello para separarlas de ella unos segundos después.

-Adios mis niñas-habló el Rubio oscuro, besándoles la frente a cada una, las pequeñas repitieron la accion que hicieron con su madre anteriormente.

Finalmente su padre las separó de él nuevamente.

-Les compraré un obsequio mis niñas-dijo su padre, emocionando a las pequeñas.

-¿Nos comprarás nuevos vestidos?

-¿Nuevas tiaras?

-¿gargantillas?

-¿prendedores?

-¿Joyas?

-¿O un nuevo caballo?

Preguntaron rápidamente, con emoción, su padre las calló con un movimiento de mano.

-Ya lo verán-murmuró, para después dirigirse a la señora Beaumont.-No quiero que les pase nada a mis hijas, si las encuentro con un mínimo raspón, te vas-amenazó tranquilamente.

La mujer asintió, tragando saliva nerviosa.

-Mantén alejados a los salvajes niños de mis preciosas hijas-murmuró duramente antes de ayudar a su esposa a subir a la carroza.

La señora Beaumont quería soltarle a su jefe una enorme blasfemia, pero como todos los años que tenía trabajando para el, se aguantó.

Una vez la carroza comenzó a alejarse de donde ellas estaban paradas, las pequeñas agitaban sus manos de un lado a otro.

-Niñas, vayamos dentro.

Las menores obedecieron sin rechistar, caminando derechas.

Lover 🌻 EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora