TERMINADA | EN EDICIÓN HASTA NUEVO AVISO
Esta historia comenzó en el invierno del año 1809, con dos niños que vivían vidas totalmente diferentes a pesar de residir en el mismo lugar.
Una era la hija de uno de los hombres más ricos de suiza y el otro...
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Era ridiculamente temprano cuando la rubia entró al establo mirando a los caballos con sus ojos almendrados bien abiertos y con una diminuta sonrisa en sus labios.
Sonrisa que se agrandó al ver a Luke bajando cubos de paja de una carretilla y la forma en que sus musculos se marcaban levemente en la camiseta suelta, él aun no se había dado cuenta de su presencia al menos hasta que llevó el dorso de su mano hacia su frente para limpiar el a penas visible rastro de sudor, en cuánto sus ojos hicieron contacto, miró sonriente a la chica.
-Necesito que prepares la carroza-dijo la rubia fingiendo seriedad.
La sonrisa de Luke decayó lentamente, asintió.
-¿Cuál gusta que le prepare?-preguntó educado bajando la mirada.
Se miró con el ceño fruncido el pecho que llevaba casi al descubierto, tomó los pequeños cordones e hizo un nudo, cubriendo nuevamente sus pectorales.
Delilah no pudo evitar hacer un ligero gesto de disgusto a sus acciones.
-La pequeña estará bien, esta vez solo iré yo-dijo la rubia aún con su semblante serio.
Luke asintió.
-Estará lista en un momento-murmuró comenzando a caminar hacia el que había reclamado mentalmente como su caballo.
-Esperaré dentro-avisó dandose media vuelta para caminar hacia la enorme mansión de su padre.
Luke suspiró frustrado.
¿Que era lo que le pasaba?
Un día le escribe que lo ama, después ni siquiera lo mira por tres días seguidos y ahora se comportaba así.
No la entendía nada.
Dentro de la mansión, Delilah caminó rapidamente a la cocina.
-Hola Marie-murmuró en cuanto cruzó la puerta, la mayor la observó.
-Hola Delilah, ya está todo listo para el desayuno con sus amigas-dijo cerrando la grande canasta.
-Te lo agradezco Marie, si mis padres preguntan sobre mi paradero solo diles que he visitado a mis amigas-la mayor asintió con una pequeña sonrisa.
-Claro que si-Delilah le sonrió y salió de la cocina, tomando un pequeño bulto del lugar exacto en el que le pidió a Richard que lo dejara, atravesó el gran comedor y después el enorme salón, para finalmente poder salir por la puerta delantera de la mansion, encontrandose de frente a Luke que estaba por subir la escalera.
-Uhhh, el carruaje está listo, señorita Delilah-la rubia asintió apretando sus labios.
-He hecho una cita en el bosque a las afueras del pueblo-Luke la miró con los ojos entrecerrados.
