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P r e p a r e n s e

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22 de abril, 1823

Luke y Delilah bajaron del carruaje, el rubio primero, para poder cargar a su bella esposa y facilitarle la bajada, con su pequeña barriga de embarazada a penas notable Luke la trataba con aún más delicadeza.

-¿Quieres que te ayude cielo?-preguntó Delilah, mirando cómo el rubio tomaba dos botes de aluminio grueso, grandes y llenos de leche, que los compradores utilizaban para rellenar las botellas de cristal.

-No mi amor, tú quédate ahí, no puedes hacer esfuerzo.-dijo con una pequeña sonrisa.

Delilah lo miró divertida.

-Solo tengo cuatro meses, aún puedo ayudar con algo ¿sabes?-dijo levantando las cejas.

Luke dejó los botes en el piso y la miró serio, aunque una sonrisita amenazaba con mostrarse.

-Bueno, solo la canasta.-dijo señalando una canasta llena de huevos, Delilah sonrió tomándola con emoción, caminó hacia su esposo y le besó los labios.-No quiero que hagas nada más, ¿si?-susurró.-Quiero que estés muy sana y fuerte cuando este angelito llegue.-dijo en voz baja, tocando el estómago ligeramente abultado de la menor, quien solo sonrió abiertamente ante sus palabras.

-Dios, Luke Hemmings, no tienes idea de lo mucho que te amo.-susurró acariciando sus narices.

-Si la tengo, es de la misma forma en que yo te amo a ti.-susurró antes de besar sus labios dos veces de forma corta, con una sonrisa de por medio.-Vamos, que tenemos que hacer más entregas.-Delilah arrugó la frente mientras sus labios formaban un puchero.

-Dame otro beso.-pidió con delicadeza, Luke rió, quitándole la canasta de huevos, Delilah lo miró confundida al ver como la dejaba sobre la madera.

-Lu..-los fuertes brazos del ojiazul abrazándola por la cintura, levantándola lo suficiente como para que se parara sobre sus pies la interrumpieron, solo para darle un caluroso beso, ahí a mitad de la calle, donde no era muy común ver una demostración de afecto tan gráfica, así solo fuese un beso largo lleno de pasión.

Al separarse, Luke besó la mejilla de Delilah, para dejar otro en su lóbulo y otro par en el cuello, todos llenos de ternura. La menor rió de esa forma tan dulce que le daba a Luke cien años de vida.

-Mmm-murmuró el ojiazul, besando su mejilla de nuevo.-¿Que te parece si entregamos todo esto rápido, nos olvidamos del resto de pendientes y vamos a casa? Matty estará todo el día con Jeff y Antoinette en el lago.-susurró, sintiendo como las mejillas de Delilah comenzaban a calentarse

Ella solo asintió, separándose con una sonrisa, para dejar un pico en los rosados labios del mayor.-Bueno, toma tu canasta y vamos mi amor.-murmuró Luke, levantando los botes, las venas de sus brazos se marcaron al igual que sus músculos.

Delilah solo mordió su labio y contenta caminó delante de Luke, para abrirle la puerta del local.

-Buenos días.-saludó Delilah educadamente al hombre que se ocupaba de aquella tienda de víveres.

-Buenos días, señores Hemmings.-saludó al matrimonio con una sonrisa que ambos imitaron.-Puntuales como siempre.-dijo, tomando el dinero acordado de la caja, entregándoselo a Delilah.

-Claro, usted es nuestro cliente favorito, siempre es amable con mi bella Lilah.-dijo Luke dejando ambos botes detrás del mostrador, donde sabía que el señor Kestner los dejaba.

-Bueno, su esposa es una mujer muy amable, al igual que usted.-dijo sincero el viejecito con una sonrisa ladeada.

-Muchas gracias.-dijo Luke, tomando la mano de la rubia.-Bueno señor Kestner, nosotros debemos irnos a hacer un par de encargos más, y se nos hace tarde para un compromiso que tenemos en casa.-dijo como despedida, aunque Delilah no pudo evitar avergonzarse al entender a que se refería con "compromiso" y eso le dió al señor Kestner ganas de reír.

Lover 🌻 EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora