El amigo del mago.

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Mientras las provincias del norte, eran invadidas poco a poco por Giliam, en un lugar lejano del este, en una región selvática, se logra ver un destello de luz azul, así como una pequeña explosión. Tal párese que Maguz, es quien ha arribado a esta región selvática, este, camina poco a poco en línea recta, hasta llegar, a un puente de roca sólida, un puente demasiado largo, el cual atravesaba un gran barranco, y que culminaba en una especia de palacio o fortaleza incrustada en la montaña opuesta a donde él estaba.

La fortaleza, parecía estar abandonada desde ya hace tiempo. Maguz, comienza a caminar por el puente, mirando la gran fortaleza abandonada, en donde logra ver, en una de las aberturas de esta, una especie de cola, la cual, se introduce dentro de la abertura. El mago sigue avanzando sin prestar atención a aquella acción, en ese momento, siente que alguien lo está siguiendo, pero al voltear la mirada, no hay nada, lo cual le pareció extraño, ya que al devolver la mirada, sentía dos respiraciones calientes en su cuello.

Lo que él no sabía, era que, quienes lo seguían, eran dragones, solo que de una especie muy peculiar, estos eran dragones camaleón, los cuales, se hacían invisibles cuando Maguz volteaba la mirada; sin embargo, estos no le hicieron nada, tal párese que solo lo escoltaron hacia la entrada, la cual, estaba bloqueada con rocas. Utilizando un hechizo simple, Maguz se hizo intangible, atravesando las rocas de la entrada, hasta llegar adentro, donde siguió su avance.

El sitio estaba oscuro, con una tenue luz azul emanada de su cetro, ilumino el camino, en ese momento, cientos de criaturas extrañas lo comenzaron a seguir. Maguz, pasó por una especie de altar vacío, luego, subió las escaleras, hasta llegar a un punto más alto, donde los dragones, estaban a menos de un metro de él, pero Maguz, aun sabiendo que estaban ahí, mantuvo su postura.

— ¡Dragones, aléjense! — Una voz ronca y gastada se escuchó en todo el lugar.

Al oír esta voz, los dragones, se retiraron uno a uno.

— ¡Émelti! Veo que aun coleccionas dragones. — Expreso Maguz

— Es mi pasatiempo — El anciano se comenzó a mover en la oscuridad del lugar — ¡Dragones, luz!

En ese momento, cientos de llamas se prendieron gracias al aliento de los dragones, posteriormente, un hombre, que ya parecía tener una edad avanzada, se levanta de una especie de trono, y de tras de él, se contempló un dragón purpura, con alas muy grandes.

— Dime Maguz, ¿Qué es lo que te trae por aquí? — La voz de anciano tenía una mezcla de alegría y fastidio a la vez.

— ¿Qué, no puedo visitar a un buen amigo? — respondió Maguz sarcásticamente

— Ambos sabemos que tú quieres algo, ¿Qué es lo que deseas?

— Nada en especial... veo que después de más de cien años aun te conservas también.

— Sabes que es gracias a los conjuros que diversos magos que me han hecho, los cuales te incluyen a ti, para poder vivir más tiempo... hace años que no te veo, ¿Cómo te va?

— Nada bien, han habido demasiados problemas.

— ¿Cómo que problemas? — Émelti, incrédulo se levantó de su trono de roca.

— Problemas del reino, Émelti, Arlequia será invadida por Giliam, eso si no lo hizo ya, necesito de tu ayuda, tienes el ejercito de dragones más grande del reino, juntos podemos salvar a Arlequia.

— ¡Tú Arlequia, no la mía!... la mía se extinguió hace más de cien años, cuando mi sobrina nieta Lucy, cayo junto a la Arlequia antigua, mi Arlequia, ¿Comprendes?, no defenderé una Arlequia que no me pertenece, una Arlequia que de Arlequia solo lleva el nombre.

— ¿Qué paso contigo, con el heroico Émelti de los libros y escritos antiguos?

— Él murió cuando la antigua Arlequia pereció a manos de los demonios, de verdad lo lamento, pero, yo, estoy mejor así.

— Lo siento, lamento haberte insistido, volveré y lo sabes, espero que para ese entonces, entres en razón.

Maguz, quería decirle lo de los seres demoníacos, pero no lo hizo, porque, sintió que no estaba preparado aun, Maguz se despidió cordialmente de él, y se fue, siendo escoltado por los dragones hasta la entrada, en ese momento, el desapareció en una bola de fuego azul, Émelti, solo lo miraba desde arriba, con la cabeza agachada.

El palacio entro en caos, un soldado, montado en un dragón joven, llego al palacio, dando la noticia de que Giliem había atacado las provincias de norte. Al escuchar esto, Eduard, se dirigió para con el consejo real, esta vez con Farcol, consejero personal del rey, sin embargo, el consejo mantuvo la misma postura, diciendo que no tenía caso pelear contra Giliam, si lo iban a interceptar en las montañas Arlequies, de lo cual, Eduard no estaba muy seguro, pero, su poca experiencia, no lo dejo contestar al consejo.

Por otro lado, Maguz, hizo lo que prometió, llego al cuartel, y se llevó a Krafdal, hacía las montañas, donde, mientras avanzaba, Maguz le enseñaba barias cosas sobre la magia, sin embargo, Maguz, solo sostenía platicas amargas y asidas con él, a lo cual Krafdal solo respondía con un gesto, mientras en su mente solo decía, "Este tipo me trata como escoria".

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora