El asalto.

30 4 2
                                    

Los soldados de Giliam trataban a toda costa de llegar al gran muro de la fortaleza, la cual, era como un enorme palacio con puentes que conectan cada locación en la fortaleza. La arqueras, se colocaron en los puentes de la fortaleza, así como en el muro principal, esperando a que los Giliumnitas penetren la fortaleza. Los soldados de Giliam perecen uno a uno, debido a las flechas y cañones de la muralla. Por su parte los murciélagos se centran en derribar a los Rómerts, los cuales, a cada paso hacen temblar el suelo. La escena es brutal, todos los soldados Giliumnitas cayendo por montones, más sin embargo varios soldados lograron llegar a la muralla, donde se alinearon, y con un enorme tronco, comenzaron a golpear la puerta.

Del otro lado de la enorme puerta de madera gruesa, los escuderos se colocaron a una distancia considerable de la puerta, cubriéndose con los escudos largos, del tamaño de una persona adulta; estos apuntaron sus lanzas por los costados de los escudos, y se colocaron en posición de ataque. Detrás de los mismos, se encontraban los soldados con espada, y más atrás de estos, los novicios, colocados en gradas de roca, ubicadas alrededor de la parte interna de la puerta, las cuales formaban una media luna alrededor de la misma y de los soldados al ras de suelo. En los puentes aguardaban las demás arqueras, aguardando el momento. Los Rómerts avanzaban por el valle a pasos agigantados, pero cada vez que uno de estos trataba de disparar una ráfaga de fuego, rápidamente eran perturbados por el plasma sonoro de los murciélagos; más sin embargo estos seguían su camino, en una de las maniobras, los murciélagos lograron derribar a dos Rómerts, los cuales cayeron muertos.

Al ver que sus soldados no lograban llegar con vida a la muralla de la fortaleza, Giliam ordenó que estos trataran de subir por las montañas, entre las cuales la fortaleza se sentaba. Hemit ordenó a todos que subieran por las montañas, en ese momento, los cuernos sonaron, y rápidamente los soldados comenzaron a subir por las faldas de las montañas, desviando la atención de Razok; este, al observar tal acción, ordeno a los arqueros que apuntaran a los bordes de las montañas.

— ¡Dimitry! — El general llamó a uno de sus hombres — ¡Has sonar el cuerno, que los veteranos acudan con el resto de murciélagos a las montañas, que se aten cuesta bajo y que maten a los soldados Giliumnitas!

— Como ordene... — contestó el soldado — ¡Ya lo oyeron, sigan me!

El segundo al mando, obedeció las órdenes de general e hizo sonar el cuerno una vez más. Los veteranos, y el resto de murciélagos, se colocaron a la mitad de las montañas. Los soldados, se ataron con cuerdas para evitar resbalar debido a la enorme pendiente, mientras que los murciélagos levitaron con sus capas mágicas, creando plasma sonoro en sus manos, y lo lanzaron a los enemigos que lograban subir, ya que la mayoría, terminaba cayendo al vació. Los veteranos se encargaban de enfrentarse cuerpo a cuerpo con los soldados restantes.

En tan solo unos segundos, en los cuales los arqueros dejaron de apuntar a los soldados del valle, las paredes del muro se llenaron de soldados, los cuales planeaban a toda costa entrar por la puerta principal. Debido a lo enorme que era el ejercito de Giliam, los magos Giliumnitas tardaron en aparecer, estos apenas llegaron al rango de las flechas y los cañones, embocaron escudos de magia para cubrirse de los cañones, escudos que duraban pocos segundos, pero que dejaban pasar a cientos de soldados.

— Creo que esto será demasiado fácil. — expresó Hemit.

— Lo dice quien no quería venir a Sola — contestó Fremian.

— No subestimes el poder de los Arlequies, — advirtió Giliam — apenas derriben esa puerta, la mayoría de los que llegaron al muro, morirán en cuestión de segundos.

Pasaron poco más de dos horas sin que los Giliumnitas pudieran siquiera tocar el suelo de la fortaleza, pero estaba a punto de cambiar. Los escasos mil soldados de la fortaleza, no podrían contener a poco más de diez mil soldados. A pesar de que los Rómerts no lograban pasar debido a las ráfagas de energía de los murciélagos, estos no desistían, y así continuaron, hasta que uno más de ellos cayó al suelo sin vida, pero antes de eso, este Rómert, logró lanzar una bola de fuego hacía la puerta del muro, calcinando la misma al instante.

— ¡La puerta ha sido derribada! — dijo Hemit entusiasmado.

— Quiero que maten a la mayoría, — ordenó Giliam — pero capturen algunos, pueden haber aún más trampas en este barranco. Los interrogaremos para que no las revelen, y de no hacerlo, los usaremos de cebo para revelarlas.

Los escuderos, se prepararon para lo que se avecinaba, todos y cada uno de ellos, dispuestos a morir por su reino. Apenas el humo se disipo, los primeros soldados aparecieron, siendo detenidos al instante por los novicios en la gradas; estos, lanzaban ráfagas de plasma constantes para evitar el avance del enemigo. Los escuderos formados en media luna, y se prepararon; más y más soldados aparecieron, estos fueron detenidos por la fuerte barrera de escudos, pronto los novicios y arqueros apuntaron a los intrusos matando montones de ellos. Los escuderos empujaron a los soldados, apoyando los de atrás a los de adelante, para lograr detener la multitud; después de empujarlos y de crear distancia entre ellos, los atravesaron uno a uno con sus lanzas, mientras los soldados con espada, aguardaban detrás de los escuderos, preparándose para la batalla.                                   

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora