Reflexión.

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Los arqueros, novicios y murciélagos disparaban desde la sima del muro de Sola contra los enemigos de abajo. A los Giliumnitas los habían encontrado durmiendo, por lo que su reacción no fue rápida, permitiendo que los Arlequíes lograran hacer grandes daños a sus tropas. Eduard, salió al balcón una vez los ninjas acabaron con todos los soldados de la habitación. Eduard se acercó al borde del balcón, mirando hacia el norte, como las antorchas de los Giliumnitas iluminaban poco más allá de lo que él podía ver. En ese momento, se escucharon los cuernos de los Giliumnitas desde el norte, todos los soldados comenzaron a retirarse de la fortaleza, mientras ellos lo hacían, los Arlequíes comenzaron a disparar cañonazos. Después de varios minutos, todos los Giliumnitas abandonaron la fortaleza, los arqueros, novicios, murciélagos, soldados y esclavos dieron gritos de celebración, levantando sus armas al cielo, los ninjas, solo levantaron sus espadas y se golpearon el pecho. Eduard permanecía en el balcón observando como el ejército de Giliam se retiraba de la fortaleza.

— Pudiste matarlo. — le dijo Maguz a Eduard desde atrás.

— Lo sé... — este respondió sin voltear la mirada — pero a la vez no podía... un miedo enorme me inundó cuando ese monstruo me habló... — Eduard por fin volteo a donde Maguz— reúne a todos, te veré en el muro norte de la fortaleza.

Eduard entro a la habitación, y tomo el pasillo para dirigirse al muro norte de la fortaleza, por otra parte, Maguz se dirigió a Krafdal, el cual estaba en la misma habitación donde minutos atrás habían peleado contra Fremian, este permanecía en cuclillas observando el suelo.

— ¿Qué es lo que haces? — preguntó Maguz extrañado.

— Solo pienso... Fremian parecía conocer bien su pasado... por cómo es que menciono a su maestro. — se cuestionó Krafdal.

— Bueno ese mago es muy peligroso, no me sorprendería el hecho de que me hubiera investigado.

— Maguz... ¿Quién era el otro aprendiz?... el que asesino a su maestro.

— ¿Por qué la pregunta?

— No lo sé... curiosidad... Maguz... el otro aprendiz... ¿Era Fremian, cierto?

— Me sorprende tu habilidad para deducir las cosas... — Maguz dio un suspiro — si Fremian era mi compañero... él mato a mi maestro... solo hay dos caminos por los que se puede ir un mago... o te conviertes en alguien como yo... o en alguien como Fremian...

— No sé si seré tan bueno como tú.

— Lo serás... — Maguz levantó a Krafdal del suelo.

— ¿Y ahora qué hacemos?

— Dije que te iba a presentar a alguien ¿No? bueno, lo haré... pero primero debemos de reunir a todos, ven.

Maguz tomo a Krafdal de la mano, y se lo llevó a donde los demás. En el muro, los soldados se organizaban, Eduard solo miraba como el ejército de Giliam se dirigía hacia el oeste.

— ¿Qué es lo que le ocurre su majestad? — preguntó Emiliadt — creí que estaría feliz por recuperar Sola.

— Solo me preocupa que... no podamos ganar esta guerra... luchamos en contra de la probabilidad. — dijo el rey.

— Siempre lo hemos hecho, y mire a su alrededor... logramos recuperar Sola... — Eduard miró como la fortaleza había sido recuperada — debo organizar a las tropas, cuídese.

— Emiliadt espera... tu sabes todo lo que pasa en cada habitación del palacio, a toda hora... quiero que me digas que es lo que sabes del consejo real... tengo sospechas de que ayudan a Giliam.

— Esa es mi mayor sospecha también, más sin embargo, no he encontrado una prueba contundente... ellos siempre hablan en clave, no he podido descifrar lo que dicen en privado... pero yo le recomendaría, que no confiara en ellos... y también que los destituyera.

— Son los representantes del pueblo, ellos los eligieron, y además, no sé cómo hacer eso actuando desde un marco legal.

— Debe de obtener la aprobación de por lo menos ocho simpatizantes líderes; si ocho lideres aprueban su decisión... el consejo será destituido... ellos han ocultado muchas cosas.

— No será difícil obtener los votos de los líderes, gracias Emiliadt, por todo.

— Estoy pare servirle.

Emiliadt se fue y se dirigió hacia donde estaban algunos ninjas. En ese momento llego Maguz, junto con Krafdal y los soldados.

— Todos iremos a la capital, — dijo Eduard a toda su gente — Giliam seguramente atacara Tridiant, debemos de preparar las tropas, los necesito en la capital... a todos, tomen los caballos y adelántense, preséntense con los generales, y luchen por el bien del reino... pueden irse.

Los soldados comenzaron a retirarse, dejando a Maguz solo con Eduard y Krafdal.

— Eduard... me temo que necesito más tiempo... — advirtió el mago — debo de entrenar a este muchacho, sino no servirá de nada.

El rey, lo miro y después miro a Krafdal.

— Bien... pero te quiero en la capital lo más pronto posible. — Eduard se dio media vuelta y comenzó a retirarse.

— ¡Se lo prometo... tenga cuidado! — exclamó Maguz.

Maguz se retiró junto con Krafdal, y de un momento a otro, ambos desaparecieron en una bola de fuego azul. Los Giliumnitas habían instalado un campamento a cien kilómetros de Tridiant, descansando antes de que el sol comenzara a salir.

— ¡Debemos de regresar a Giliam y recaudar más fondos para la campaña!... — sugería Hemit a Giliam desesperado — si atacamos Tridiant, perderemos demasiados hombres.

— Entiendo su preocupación general, pero que cree... no podemos volver, no hay marcha atrás... — Giliam miró a Hemit con una mirada perversa y sádica — se lo repetiré por última vez... no me interesa el número de soldados que perdamos, quiero que el portal se abra en esa muralla... — Giliam elevó el tono de voz — ¡Así que levanta a los soldados y avance hacia Tridiant!... antes de que Eduard refuerce esa muralla con más soldados, su consejo real puede estar bajo mi control; pero con la presión, pueden llegar a reforzar esa muralla... ¿Entendió?

— Si... su majestad.

El general algo molesto y triste, salió de la carpa, y ordeno sonar el cuerno, rápidamente los soldados se movilizaron.                                 

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora