La tranquilidad posaba en la fortaleza de Sola, los Giliumnitas se habían reabastecido con los recursos de la fortaleza, una patrulla nocturna hacía rondas por los puentes, en los perímetros de la fortaleza, y la torres de la fortaleza; más sin embargo ellos, no estaban preparados para lo que les habría de caer en sima.
Los dragones sigilosos, como se conocía a la especie de dragón que los asesinos montaban, se dirigían hacia Sola, a una velocidad considerable; en menos de dos horas, los Arlequies estaban a punto de llegar a la fortaleza. Eduard tenía los ojos bien abiertos, el plan era, entrar a la fortaleza sin que nadie los detectara.
En ese momento, al lado de Eduard, una luz azul comenzó a generarse, después un pequeño destello de luz azul apareció asustando al dragón de Eduard, de ese destello apareció otro dragón, el cual, se acoplo al mismo paso que los demás.
— Creo que me necesita. — expresó aquel que montaba el dragón.
— ¡Maguz, casi me matas del susto! — Eduard le reclamó a Maguz — ¿Dónde estabas?
— Resolviendo algunos asuntos.
— Supongo que tiene algo que ver con el muchacho que llevas... por cierto, ¿Quién es él?
— Oh lo lamento, él es Krafdal... el será mi sucesor.
— Un placer Krafdal.
— El placer es todo mío su majestad. — contestó Krafdal algo nervioso
— Bien Maguz luego me lo explicas bien, pero ahora, debemos de retomar la fortaleza de Sola, así que les rogare que no hagan ruido.
Todos los dragones comenzaron a descender, estos se camuflaban en la oscuridad de la noche, descendieron en el muro sur, al lado opuesto del muro que habían atacado los Giliumnitas. El rey, junto con Maguz, Krafdal, Emiliadt y los asesinos, bajaron de sus dragones; los ninjas, lanzaron sus estrellas hacia las antorchas, y con el aire generado por su giro, las estrellas apagaban las antorchas. Todos los ninjas se comenzaron a distribuir por toda la fortaleza, siguiendo el mismo protocolo, apagar las antorchas, y matar a todo aquel que no fuera Arlequi.
— Emiliadt, diles que vayan a los calabozos, puede que haya soldados con vida, requeriremos de toda la ayuda posible, y cuando este lugar este despejado, ya sabes que hacer. — ordenó el rey.
Emiliadt solo asintió con la cabeza, y por medio de un lenguaje a base de señas, les ordeno que bajaran al calabozo.
— ¿Y qué es lo que nosotros haremos? — preguntó Maguz.
— Voy a matar a ese maldito. — contestó Eduard.
Maguz y Krafdal siguieron a Eduard para buscar a Giliam. Emiliadt, llego al fondo de la fortaleza, matando sigilosamente a los soldados enemigos; haciendo uso de su cuchillo, degolló el cuello de uno de los guardias, el resto de ellos, fueron atravesados por estrellas de titanio. Los ninjas abrieron la reja, dejando salir a los soldados capturados, así como también a los novicios, murciélagos, y el resto de soldados. También libero a los esclavos de Giliam, les proporciono un arma, les indico que con mucho silencio y sigilo, mataran a los soldados. Emiliadt subió a la torre del cuerno, a la cual, solo se podía llegar cruzando el puente más custodiado de la fortaleza. Los guardias que custodiaban aquel puente, miraron desconcertados hacia los demás puentes, al fijar la mirada, solo veían como las antorchas eran apagadas, y posteriormente, solo se escuchaban unos gemidos de dolor. A su vez, también alcanzaban a ver algunas sombras dando piruetas en el aire, y matando a algunos soldados sin provocar el más mínimo de los ruidos; al ver esto, ellos se asustaron, y planearon correr hacia el cuerno de la torre; pero en ese momento las antorchas se apagaron; ellos voltearon, y vieron una sombra parada al final del puente, del otro lado del puente también había una sombra. Los guardias, tomaron sus espadas y corrieron hacia las respectivas sombras. Emiliadt lanzo varias estrellas al aire, y tomo su espada curva, peleo honorablemente contra ellos, venciendo a sus enemigos uno a uno, y posteriormente, las estrellas regresaron como un bumerán, incrustándose en las espaldas de muchos guardias. Del otro lado del puente, también morían por montones, hasta que solo quedo uno, Emiliadt lo miro detenidamente, observo su miedo, y su terror,; Emiliadt, solo lanzo una daga envenenada a su cuello, y se dirigió al cuerno.
En todos lados los soldados Giliumnitas morían, dejando atrás, solo gritos de desesperación y un río de sangre. Eduard, Maguz y Krafdal se dirigían por los pasillos del interior de la montaña. Con mucho cuidado, se encaminaron a la habitación donde estaba el rey Giliam, pero lo que no sabían, era que alguien más ya se les había adelantado.
En la habitación donde estaba Giliam con los demás, sigilosamente por la parte interior del techo, uno de los ninjas se preparaba para blandir su daga en el pacho de Giliam, este midió bien sus pasos, y opto por descender, este cayó detrás de Giliam, pero antes de poder blandir su espada, Fremian se percató de su presencia, disparando una ráfaga de magia pegando al ninja contra la pared, todos los presentes sacaron sus espadas, y se acercaron lentamente.
— Mira nada más, pero que tenemos aquí... — Giliam se mostró intrigado por lo que veía — un minuto... Fremian, descúbrele el hombro.
Así lo hizo Fremian, dejando ver la marca de los asesinos secretos de Arlequia.
— Vaya, así que son reales... — dijo Giliam bastante sorprendido —espera... eso significa que...
En ese momento lapuerta fue derribada por una ráfaga de magia azul, y por esa misma entrada, entraronEduard, Maguz y Krafadl.
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Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)
FantasyLa verdad de la que ningún rey se atreve a hablar, es que cuando asciende al trono, nunca está listo. Las decisiones correctas, siempre son las más difíciles, proteger al pueblo, debe de ser el principio de un rey, un rey necesita de su pueblo, así...