La esclava.

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El esclavista, siempre muestra una sonrisa, este, le aclara al rey que de parte de él, no abra ninguna trampa y los invita a sentarse; sin embargo, el único que no se sienta es Eduard, el cual, se queda parado en frente del esclavista.

— ¿Qué es lo que necesita su majestad? — Pregunta el esclavista con mucha intriga.

— ¿Tú vendes los esclavos no? — contesta el rey con otra pregunta, sin quitarle la mirada de encima.

— Eso depende de la situación, y de quien pregunte... pero, creo que usted ha venido con intenciones claras, ¿Qué tipo de esclavo busca?

— Algo sumamente extraño, un Eldrak.

— ¿Eldrak? los Eldrak son sumamente raros, no es tan sencillo encontrar uno de esos... más sin embargo... creo que estoy dispuesto a hacer un trato con usted para otorgársela.

— Vaya, es una ella... como sea, ¿Qué es lo qué demandas?

— Su reinado, según tengo entendido está en contra de la esclavitud... debido a esto, mi trabajo se ve sumamente afectado... quiero que me de inmunidad, y un permiso legal que me permita comerciar esclavos de manera legal.

— El permiso legal no es posible; si los nobles se enteraran de tal cosa mi posición estaría comprometida, espero entienda; sin embargo, ninguno de mis hombres interferirá con sus actividades ¿Hecho?

— ¿Cómo sé que cumplirá eso?

— Confíe en mí, si quisiera tomar acciones contra usted, ya las habría tomado...

— Bien... también quiero cinco mil monedas de plata.

— Que sean de oro... como una muestra de mi generosidad y de que mi palabra se cumplirá... denle lo que pide.

Uno de los soldados, contó las monedas rápidamente, y se las lanzo al esclavista, este las tomo contento, y comenzó a contarlas.

— Vallan con mi guardia, — Dijo el esclavista sin quitar la vista del reluciente oro — el los llevara a la celda de la Eldrak, yo los alcanzare de inmediato.

— Si me trata de engañar... te atenderás a las consecuencias. — Advirtió Eduard.

— No se preocupe, afín de cuentas, todo velamos por el bien del reino.

Eduard, siguió al guardia, junto con Farcol, Mita, Raiyol, Dartañan y su guardia, el hombre, los encamino a un lugar aún más oscuro, donde había jaulas, en las cuales habían criaturas de todo tipo, así como humanos también.

— Pero qué lugar tan tétrico, huele horrible. — exclamó Farcol, mientras se tapaba la nariz con sus ropas.

— Huele igual que un establo, lleno se gallinas, vacas y caballos — Contestó Dartañan — la popo de dragón huele peor, no te quejes.

— Creo que el niño te callo. — Contestó Raiyol, tratando de contener las ganas de reírse.

— Cierra la boca. — Contestó Farcol algo molesto.

El hombre, les enseño una jaula, en donde se encontraba una hermosa joven encadenada, y bastante descuidada, con una expresión de tristeza; al verla, Eduard, pudo comprender que ella había sufrido bastante, parecía, como si le hubiesen quitado el alma.

— ¿Qué les parece? — La voz del esclavista se escuchó por detrás de todos.

— ¡Ah!... ¡¿Así saludan en tu casa?! — Farcol terminó por asustarse mucho más de lo que ya estaba — No te aparezcas así como así.

— Lo lamento... — contestó el esclavista con voz burlona — sáquenla de ahí. Mis recomendaciones son que la alimente por lo menos una vez al día, la limpie bien, eso si no la quiere perder pronto... solo toque estos brazaletes, una vez se los ponga a la esclava su vínculo será creado.

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora