La visita.

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Poco antes de que los soldados dejaran la fortaleza de Sola, el rey, les indico que reunieran todos los cadáveres que encontraran, todos de procedencia Arlequí, poco antes de que el sol saliera, sepultaron a todos los soldados que honrosamente entregaron sus vidas, se dieron cinco cañonazos al cielo en señal de respeto y se colocaron las banderas y estandartes Arlequlies entre las tumbas. Todos regresaron a la capital montando sus caballos, los ninjas y el rey, en sus dragones, dejando atrás el paso de Sola sellado por el derrumbe en la muralla sur. Emiliadt, se despidió de Eduard con un saludo, y se ocultó a las afueras de la ciudad junto con el resto de ninjas. Rápidamente, Eduard mando llamar al estratega Frank, el cual era el cuidador de la muralla de Tridiant, este, a pesar del largo trayecto que hay entre la capital y Tridiant, logro llegar lo más pronto posible montado en un dragón ventisca.

— Esto es de horas, no de días, deben de evacuar la muralla de inmediato. — le ordenaba Eduard a Frank.

— Su majestad, aunque lo que me dice es de vida o muerte, no puedo hacer eso, — el estratega se mantuvo firme — los soldados de esa muralla y yo juramos proteger ese paso con nuestras vidas, no la abandonaremos.

— No puedo enviar refuerzos a Tridiant... morirán.

— Estoy consiente... retendremos a los Giliumnitas lo más que podamos... cuando logre disolver al consejo... marche hacia Tridiant.

— Eso haré, detengan a sus tropas lo más que puedan... marchare lo más pronto posible.

Eduard, le dio un abraso a Frank, y le pidió que resguardara la muralla, este asintió con la cabeza, e hizo una reverencia, para después marcharse. Eduard le pidió a Farcol que reuniera a todos los líderes, y que preparara una cita con el consejo.

En el este, en la región selvática del reino, se ve un destello luz, y se escucha el sonido de una pequeña explosión, en medio de la selva, aparecen Krafdal y Maguz, este último, encamina a Krafdal hacia un lugar incierto. Después de caminar un rato, llegan a un gran puente de roca, el cual, esta sobre un enorme barranco, y su destino, es una enorme fortaleza incrustada en una enorme pared natural, la pared de una montaña. Una fortaleza de piedra blanca, y aunque viéndose muy descuidada, se veía imponente. Krafdal se admiró por aquella gran estructura, pero antes de que pudiera decir algo, miro a una de las aberturas en forma de ventanas que había en la estructura, en esta vio una cola larda, la cual se introdujo en la abertura.

— ¿Dónde estamos? — preguntó Krafdal extrañado.

— En un lugar muy especial... — dijo Maguz — dime Krafdal, ¿Alguna vez escuchaste sobre las leyendas e historias de los antiguos reyes y reinos?

— Si, por supuesto, mi madre me las contaba antes de dormir, y también leí un poco.

— ¿Te gusta leer?

— Si... de hecho, tengo una facilidad enorme para aprender idiomas... mi abuelo era escritor, nunca pude recuperar los escritos que hacía durante la edad demoniaca, pero... tenía demasiados libros los cuales pude leer...

— Bueno... si ese es el caso, seguro abras escuchado hablar o habrás leído del ejército blanco.

— ¿Los seres de la segunda dimensión?

— Claro, pero estos, no siempre estuvieron ahí. Una vez vivieron en esta tierra como leyendas, como un ejército imparable... bueno, esta es la fortaleza del ejército blanco.

— No puede ser... ¿Y qué hacemos aquí?

— Te dije que íbamos a visitar a un amigo... solo sígueme... ¿Quieres pasar... o no?

A Krafdal le brillaron los ojos como los de un niño, y emocionado, siguió a Maguz, pero antes de llegar al final del puente, sintió una presencia detrás de él; sin embargo, él no le presto importancia, cuando el llego al final del puente, dos dragones camaleón alzaron el vuelo. Haciéndose intangibles, Maguz y Krafdal, entraron por la entrada bloqueada con enormes rocas, llegando al interior de la fortaleza; ambos siguieron caminando, pero mientras más avanzaban, Krafdal sentía presencias extrañas, pero no les hacía caso de ellas.

— Estamos seca. — dijo Maguz para calmar a Krafdal.

En ese momento, Krafdal sintió como una presencia respiraba tras de él, este, emboco un sello en su mano de forma circular y de color azul y lo apunto hacia la criatura, iluminando el sitió oscuro, viendo así cientos de dragones en todas partes, el dragón se espantó y comenzó a retarlo.

— ¡No lo provoques! — una voz retumbó en todo el lugar, disipando a los dragones.

Desde una de las partes altas de la fortaleza, cayó de pie un hombre, el cual miró a Krafdal.

— Es un dragón bomba, si se molesta demasiado, expulsa fuego de todos los poros de su piel, creando una pequeña pero letal explosión. — el hombre de avanzada edad comenzó a regañar a Krafdal.

Krafdal todo asustado, comenzó a caminar hacia Maguz.

— Hola Émelti. — Maguz saludó a su amigo.

— Hola Maguz, ¿Este engendro es tuyo? — preguntó Émelti.

— ¿Engendro? — se preguntó Krafdal.

— ¿Qué es lo que haces aquí, vienes a tratar de convencerme otra vez? — Émelti volvió a hacer otra pregunta.

— En primera, si es mío, en segunda, no es un engendro, y en tercera, tengo claro que eso no pasara... — dijo Maguz, mientras pasaba a Krafdal en frente de él — pero eso no quita el hecho de que eres mi amigo... quiero presentarte a alguien muy especial.

— Creo que ya le conocí...

Krafdal solo se aferraba más a Maguz algo confundido por lo que estaba pasando.

— Él es Krafdal, mi aprendiz. — Maguz los presentó formalmente.

— Vaya, me sorprendes... — Émelti elevó su bastón al cielo —¡Dragones, luz!...

Los dragones abrieron su bocas, y de estas emanaron llamas de fuego, que ilumino todo el lugar.

— Creí que no tendías aprendiz... — comentó Émelti — como sea, hola muchacho, soy Émelti. — el anciano extendió su mano hacia donde Krafdal.

— Hola... soy Krafdal... — el chico tomo la mano del anciano temeroso — ¿Émelti? ¡Usted es...! no... ¡¿Es el Émelti de las leyendas, el tío del antiguo rey Piter, el legendario rey Piter?!

— Si ese soy yo.

— ¡¿Pero cómo sigue vivo?!

— La magia hace milagros muchacho.

— Solo mira todo este ejército de dragones... con ellos podríamos hacer frente a Giliam y a los seres demoníacos.

— ¿Qué dijiste?

Un silencio ensordecedor inundó el lugar.        

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora