El comienzo del final.

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Maguz, interrumpió a Krafdal, e intento explicar la postura en la que se encontraba Émelti, el cual se encontraba confundido por las palabras de Krafdal.

— Maguz... ¿Los seres demoníacos?... ¿A qué se refiere? — las preguntas de Émelti inspiraban confusión y preocupación.

— No quise decírtelo... — Maguz comenzó a explicar — no querías apoyarme, no creí correcto decírtelo.

— ¿Qué es lo que está pasando?

— Giliam está por convocar a los seres demoníacos, para destruir Arlequia, y conquistar el mundo conocido... esto es lo que ocurre... esto es lo que pasa.

— Si piensas que por eso voy a ayudarte estas equivocado.

— Pero... ¿Porqué? — Krafdal comenzó a insistir.

— No es mi lucha, — Émelti mantuvo su postura — la última vez en las que me enfrente a los seres demoníacos, perdí a mi sobrino... no luchare por una Arlequia que no me pertenece.

— Pero tú una vez luchaste por ella. — Krafdal seguía persistente.

— No... esta Arlequia es una impostora, no es la misma Arlequia que yo protegí a lado de mi sobrino... no peleare por lo que no es mío.

— Y por las personas de los otros reinos... si Giliam conquista Arlequia, el resto de reinos serán devastados... llevándonos una vez más a otra edad demoníaca...

— Solo defenderé lo que tengo ahora, perdí mi razón de luchar cuando los cristales mágicos de Encatia desaparecieron, yo... no arriesgare lo que tengo ahora... no arriesgare a mis dragones.

Émelti tomo la cabeza de su dragón morado, y comenzó a acariciarla suavemente.

— Usted no es el Émelti de las leyendas... — Krafdal comenzó a reclamarle — el Émelti de esa época no dudaría en defender las tierras de este mundo, sin importar si es Arlequia o no, me decepciona.

— Los tiempos y la edad cambian a uno, no voy a perder lo que más aprecio en este momento. — Émelti siguió abrazando al dragón.

— No... Solo, se ha convertido en un cobarde, tarde o temprano tendrá que arriesgar lo que más ama... para mantenerse con vida.

Krafdal solo se dio media vuelta, Maguz sorprendido por lo que Krafdal había dicho, lo siguió mirando con decepción a Émelti, el cual, se quedó pensando, mientras acariciaba a su dragón. Maguz y Krafdal salieron de la fortaleza, aunque Maguz quiso preguntarle algo, Krafdal solo le indico que se retiraran de lugar. Maguz, emboco un sello debajo de ellos, y en una bola de fuego azul desaparecieron, siendo mirados por Émelti desde su balcón.

El día comenzaba a entrar en su mayor esplendor, al noroeste de Arlequia, llegaba un hombre montado en su dragón ventisca a una muralla, una muralla que atravesaba un enorme valle fértil y verde, la muralla se extendía desde de las faldas de una montaña hasta las faldas de la otra montaña, de un extremo del valle al otro; de este a oeste. La muralla de Tridiant, con alrededor de dos mil soldados resguardando la. El estratega Frank, ordeno a todos los hombres reunirse en la muralla. Una vez todos se encontraban ahí, el estratega, le dio las indicaciones de resguardar la muralla hasta el último de sus alientos, y les dio a entender, que todos iban a morir, pero como buenos soldados Arlequíes, se quedaron a pelear por el reino. Todos comenzaron a dispersase por toda la muralla, tomando sus puestos y preparando los cañones y catapultas, girando estas hacia el norte.

Los soldados en la fortaleza se preparaban, para lo que sería, muy probablemente su último día de vida. El estratega Frank organizo a todos los soldados de forma que ningún Giliumnita pudiera pasar con vida. Pasada ya una hora, a lo lejos, se pudo contemplar como poco a poco, se alzaban las tropas de Giliam, dirigidas por el rey; todos se prepararon. Rápidamente, las arqueras se colocaron al borde de la muralla, los novicios y magos en las torres, los escuderos, caballeros pesados y maestros resguardando la entrada serrada.

— Nos esperan. — dijo Hemit.

— Por su puesto... — respondió Giliam — mantelos a todos... no quiero que ninguno quede con vida... prepara las tropas.

El general, dio la señal, y el cuerno fue tocado, los soldados comenzaron a movilizarse, y corrieron hacia la muralla de Tridiant.

En la capital, los líderes, habían sido reunidos, y en esa misma tarde, los todos entrarían a la cámara del consejo para definir una estrategia. El rey caminaba con Eldaí y Dartañan, cuando escucho como unos soldados trataban de detener a alguien, algo desconcertado, Eduard ordeno a Eldaí y a Dartañan que se quedaran en el mismo lugar, el rey se dirigió hacia aquel hombre.

— Paren ya déjenlo, — el rey se acercó a ese hombre, un hombre de avanzada edad — ¿Cuál es tu nombre?

— Soy Artemis su majestad, padre de Dartañan, quisiera hablar con usted. — contestó el hombre, denotando desesperación en su rostro.

Dartañan solo miro con extrañes lo que ocurría, según vio, el rey acepto hablar con Artemis. Dartañan quiso ir, pero con su espada, Eldaí bloqueo su avance, y con un movimiento de cabeza, le indico que no lo hiciera.     

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora