Confrontación.

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La primera legión de los Arlequies, masacraba a los pocos soldados Giliumnitas que salían por las puertas de la muralla; los novicios, desde sus pedestales, creaban efectivos escudos capases de detener la fuerza de impacto de las rocas en llamas lanzadas por las catapultas, así como también la balas de cañón. Todo era cuestión de tiempo, ambos reyes contemplaban la brutal batalla desde sus lugares: Eduard en la colina, y Giliam en la muralla, un duelo de potencias comenzaba a efectuarse. En gran parte de esa batalla, los Arlequíes se mantuvieron sin perder a ningún soldado, los Arlequíes llevaban la ventaja gracias a sus coordinados movimientos y estrategias. Por otro lado, los Giliumnitas, actuaban frenéticamente y sin pensar bien los movimientos que ejecutaban. Eduard, desvió la mirada hacia el portal de los seres demoníacos, el cual, comenzaba a completarse lentamente, aumentando la tensión en los líderes de Arlequia; Eduard solo rogaba al cielo, para que Maguz detuviera a Fremian.

En el reino de Giliam, en la torre de Gorfant, se encontraba Fremian, con el elfo; este último se encontraba fuera de sí, perdido, con los ojos rojos, y arrodillado en el suelo. A medió kilómetro de la torre, Maguz hace su aparición, sobre una montaña, junto con Krafdal, y treinta soldados, los cueles, se soltaron a vomitar por la tele transportación.

— Novatos...— dijo Krafdal, burlándose de ellos — y ¿Cuál es el plan?

— Detener a Fremian. — contestó Maguz con firmeza.

Maguz se acercó al risco, y a lo lejos contemplo la torre de Gorfant, una torre en medio de los montes verdes, a la cual era muy difícil de acceder. De igual manera Maguz contempló abajo de la torre, a los alrededores de esta, a cientos de soldados.

— ¿Cómo pasaremos a esos soldados?, deben de ser al menos dos mil. — preguntó Krafdal angustiado.

— No hay soldados en la torre, solo a las afueras... — dijo Maguz extrañado — necesito a diez soldados.

Maguz mando llamar a todos los soldados que llevaba con él, de entre ellos, eligió a tres lords, a tres maestros, a dos ractars, y a dos plumas rojas.

— Requiero que ustedes cuatro resguarden la entrada... — Maguz los miró a los ojos, mientras les daba órdenes — ahí hay miles de soldados... si ellos se percatan de nuestra parecencia, y tratan de entrar a la torre, quiero que los detengan... serán ustedes diez contra miles de soldados... ¿Están dispuestos a morir por Arlequia?

Los soldados, gritaron a gran voz, "Si señor", poniendo sus puños derechos en su pecho.

— Bien... — Maguz tomó su bastón nuevamente — en ese caso, sosténganse, y por favor, esta vez no vomiten.

Nuevamente, los sellos azules se formaron debajo de los soldados, y cuando Maguz azoto su báculo contra en suelo, todos se tele transportaron. Hicieron su aparición en la entrada de la torre, vigilaron que no hubiera nadie, una vez asegurada el área, los diez hombre se quedaron en la entrada, mientras el resto, subía por las escaleras de caracol de la torre con mucho cuidado. Uno de los soldados iba al frente, y este, antes de llegar al primer piso de la torre, detuvo a todos, se asomó por la puerta, y advirtió de la presencia de al menos cinco guardias. Maguz hizo brotar una luz azul de su báculo, y ordeno que se prepararan, una vez el dio la primera señal, todos salieron de la puerta. Maguz lanzo magia hacia algunos, Krafdal tomo su espada, la cual emano esencia mágica de color azul, este la uso para cortar las espadas de los guardias, y así blandirla en sus pechos. Una vez acabaron con todos los guardias de ese piso, comenzaron a subir al siguiente piso.

— Con que no hay soldados dentro de la torre ¡¿He?! — cuestionó el joven Krafdal a Maguz.

— Bien, me equivoque... — dijo Maguz mientras avanzaba — dejemos esto para después.

Continuaron su camino por las escaleras de caracol, para llegar al segundo piso. Así continuarían hasta llegar al piso treinta, el último de la torre, y donde se encontraba Fremian.

Mientras la batalla por Tridiant se desarrollaba en esa muralla, en la fortaleza del antiguo ejército blanco, Émelti se encontraba pensado, sentado en un trono de piedra muy descuidado. Su dragón morado, comenzó a tocarlo con la cabeza, Émelti le pide que se calme, y se levanta del trono.

— ¡No!... — dijo Émelti molesto — no voy a ir a pelear! no sigas insistiendo...

— ¿Me pregunto por qué no lo harías?

En ese momento una voz extraña comenzó a hablarle, esta voz le había asustado e intrigado. Con una espada en mano, Émelti comenzó a buscar la fuente desea voz; camino por gran parte del recinto, hasta que la voz le confirmo su ubicación, en ese momento, Émelti, dejo caer su espada, y comenzó a caminar con sorpresa hacia el origen de la voz.

— ¿Pe... pero cómo?, tu estas muerto... — Émelti no podía creer a quien veía en ese lugar — ¡¿Esto es real... en verdad estas aquí?!  



Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora