Los Norkots arribaron la ciudad, llegando hasta el lado donde Farcol y Mita se encontraban; estos, junto con los soldados, comenzaron a pelear contra las temibles criaturas. Rápidamente, Farcol se comenzó a preocupar por el rey, más sin embargo, no podían ir a su ayuda, divido al gran número de Norkots que rodeaban la zona; Farcol solo pudo ver como bastantes Norkots entraban al túnel subterráneo donde Eduard y el reto habían entrado.
Mientras tanto, en los túneles, Eduard y los otros soldados, cada vez estaban más cerca del conducto que los mandaría a la torre principal de la ciudad. Eldaí, permanecía inexpresiva, y, a pesar que su espada estaba guardada, con su mano, sostenía el mango de esta como si su vida dependiera de ello. Eduard, tranquilamente, puso su mano sobre la mano de ella, la que estaba tomando el mango.
— Tranquila... — dijo Eduard mientras tomaba la mano de ella, la cual sostenía el mango de la espada — no te aremos daño.
— Suélteme. — ella rápidamente movió la mano, haciendo un movimiento bastante brusco, alejándose del rey.
— ¿Por qué esa actitud para con migo? te he tratado de dar lo mejor para que te sientas más cómoda.
— Lo desprecio a usted y a toda su familia. — un coraje tremendo podía observarse en los ojos de Eldaí.
Cuando Eduard la iba a contestar a la joven, todos en el túnel, escucharon ruidos extraños; rápidamente todos, con precaución, tomaron sus espadas.
— Eldaí... — el rey señaló el cinturón de la joven — desenvaina tu espada.
Eldaí, aun inexpresiva, tomo su espada, y se preparó para lo peor. Eduard, le ordeno a dos soldados que revisaran al frente, y a otros que revisaran atrás, era difícil saber de donde provenían los ruidos, la red de túneles era como un gran laberinto. Los soldados de enfrente, negaron todo tipo de intruso, pero los de atrás, lograron ver a varios Norkots en el túnel de la derecha, ambos sigilosamente, retrocedieron; pero, uno de los Norkots logro olfatear algo.
Los soldados dieron aviso al rey, pero apenas le mencionaron, uno de los Norkots se asomó por la esquina, dando un gran rugido. Todos los soldados se empeñaron en defender al rey, mientras que varios Norkots corrieron frenéticamente por el túnel, los soldados comenzaron a pelear con ellos, creando así una escena terrible. Los Norkots usan un estilo de lucha salvaje, desgarrando con sus hocicos y garras los miembros de los militares. Uno de los Norkots se aproximó a Eldaí, por lo que ella, canalizo magia en su espada, y, una vez el Norkot estaba cerca, ella, rompió la espada de la bestia, y desgarro su cuello. Al verse en desventaja, uno de los soldados, le dijo al rey, que corriera al conducto, el cual estaba a menos de quince metros, el rey, se negó en un principio; pero, debido a la enorme insistencia del militar, Eduard se decidió a ir al conducto. El rey tomo a Eldaí de la mano y corrió hacia el conducto, dejando a los soldados, los cuales, eran masacrados uno a uno. Cuando estaban a tres metros del conducto, un Norkot se apareció a pocos metros enfrente de ellos, Eduard y Eldaí pararon. El Norkot, los retaba con la mirada, dando gruñidos a ambos, Eduard, observo el conducto, el cual estaba cerrado. La tensión se rompió cuando, en un movimiento rápido, Eldaí lanzo una daga al interruptor; en ese momento, la compuerta se abrió, fue entonces que Eduard y Eldaí corrieron al conducto, seguidos por el Norkot. Eduard empujo a Eldaí para que ella entrara primero, una vez ella entro, él lo hizo también, el Norkot por poco los alcanza; la criatura metió su mano en el conducto para intentar alcanzarlos; pero en ese momento, el conducto se cerró, cortando así su mano izquierda. Mientras la criatura rugía del dolor, ambos descendían en picada por el conducto, y justo al final de este, se encontraba una especie de agua luminiscente, ambos cayeron en ella, y después de un vacío oscuro y negro, ambos se transportaron a la torre principal de la ciudad. La conmoción por el portal fue bastante dura, por lo que reposaron por unos segundos, y poco después se levantaron adoloridos. Eduard, empezó a observar el lugar, el cual estaba algo inclinado, todo estaba en ruinas, la poca luz del día que entraba por lo que una vez fueron enormes ventanas, solo daba vista a un lugar desolado y triste. Poco después de observar, Eduard sintió que sostenía algo con las manos, luego de mirarse las mismas, pudo ver que sostenía la mano cercenada del Notkot; rápidamente, la lanzo asustado.
— ¿Dónde estamos? — preguntó Eldaí admirada — ¿Y por qué está bastante oscuro?
— Creo que... estamos en la torre principal... — contestó el rey, mientras se limpiaba las manos con la capa — cuidado donde pisas, está inclinado.
— Pero donde se supone que esta la fu... — Eldaí piso un charco de agua que estaba en el suelo, la cual, pese a que el lugar estaba inclinado, no se había movido del centro de la habitación.
El charco de agua se iluminó de una luz azul, la cual, poco a poco se fue propagando por el resto del lugar, haciendo que toda la habitación se iluminara. En medio de la habitación, se logró ver una fuente apagada, Eldaí, se empezó a acercar, y en algún momento de su caminar, sus ojos se tornaron azules, y siguió su camino fuera de sí, como si algo la hubiera poseído.
— ¿Eldaí... estas bien?... — preguntó Eduard bastante desconcertado — Eldaí... ¡Eldaí responderme!
Eldaí tomo su espada, y corto la palma de su mano, después serró el puño y extendió la mano a la fuente, dejando caer unas gotas de sangre en la fuente. Después de esa acción, al instante, de la fuente comenzó a brotar agua, y de las paredes de la habitación empezó a descender agua como cascadas, las cuales, reflejaron los pensamientos de Eldaí. Entre esa serie de imágenes aleatorias, Eduard, logro observar algo bastante extraño.
En el momento que la fuente se llenó, se generó una gran explosión que género una onda expansiva que se propagó por toda la ciudad, y los alrededores de esta. Mita, a las afueras de la ciudad, se percató de eso, y creo una barrera mágica, para proteger a todos los soldados que aún seguían con vida. La gran explosión pulverizo todo ser vivo que se encontraba fuera de la torre principal, pero gracias al escudo de Mita, todos los soldados restantes quedaron con vida, aunque inconscientes.
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Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)
FantasíaLa verdad de la que ningún rey se atreve a hablar, es que cuando asciende al trono, nunca está listo. Las decisiones correctas, siempre son las más difíciles, proteger al pueblo, debe de ser el principio de un rey, un rey necesita de su pueblo, así...